La bulimia es a la comida lo que "X" es a la lectura... No conozco el término, si lo hay, que define el apetito voraz y feroz por empezar y acabar libros, por ejemplo. Simultaneo todo lo que puedo y ahora son tres, además de todo lo que huela a actualidad y llegue en esta época de hiperconexión por varios medios, a los que estoy dando descanso aparente. Son píldoras informativas y culturales que alimentan huecos y vacíos con fondos inalcanzables, que jamás logro llenar.
Y la vigorexia. Porque he recuperado hábitos perdidos y en todos los rincones del planeta hay cosas que mejorar. Empezando por mi misma, naturalmente. Por eso me siento poco, me muevo mucho y establezco nuevas actividades queriendo que transcurran veintiún días cuanto antes, para consolidarlas y volver a mi disciplina natural y genéticamente transmitida que me devuelve el confort, el control, la seguridad.
Todo a la vez. Acorto las noches, que duermo de tirón, porque siento que me faltan horas. Porque las cosas están en su lugar y mi alma encontró la calma, aunque la rima sea incómoda [y de Marwan, btw], como lo son los ripios. Se avecina el caos más grande. Lo sé. En la rentrée. Me inquieta hasta preguntarle al cosmos qué es lo que está a la espera en una de las esquinas de mi vida porque confío en mi capacidad de improvisación y mis propios recursos. Pero confieso esa inquietud. Lo primero es reconocer que uno está enfermo, cierto? Pues por eso voy a comenzar. Sin pudor de ningún tipo.
Nunca nada es tan malo como imaginamos, al final. Nunca.
Verdad verdadera. Nunca. Como que es peor pensarlo que hacerlo o que todo al final es más fácil de lo que pensamos.
ResponderEliminarUn abrazo veraniego, sparkling.
Silbante, querida... Tú duermes, en algún momento?
EliminarBesos y besos.