Me ha costado, la concentración. En estas semanas, meses, he ido prefiriendo relatos cortos, tuits y frases frente a libros gruesos con historias complejas. Y películas un poco bonitas, también. Poca música, en casa, casi siempre.
Pero hoy la casa huele a tinta impresa y a libro nuevo. La casa, el salón, la mesa de trabajo y mis manos. Y visto la sonrisa de quién quiere comenzar a leer pero lo demora, porque no es el momento, porque ahora no hay tiempo, porque dentro de un rato... Esa impaciencia especial...
He ido al prólogo, al índice y a algunas páginas al azar, como lamiendo las letras, despacio y tratando de aplicarme los cuentos. Un par de minutos, solo.
He vuelto a atreverme con la lectura seria; pero con tapa blanda, que siempre me ha parecido más frugal, informal y fácil. Es, sobre todo, más ligera.
Y ahora no veo el momento de que me inyecten mensajes que deberían invitarme a reflexionar y a interiorizar pensamientos nuevos...
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