La lluvia nos atrapó. Como solo aquí sabe llover, con enormes gotas, muy juntas, a veces cayendo verticales y otras tan inclinadas, en paralelo. Hoy la lluvia nos atrapó bajo un arco, sentadas en el suelo de piedra, muy juntas, mientras trabajabas, cuando yo te observaba.
Ahora se nos caía un beso, después se escapaba una caricia breve o muy larga, con la palma bien abierta. Dialogaban nuestras sonrisas, las miradas y las palabras, todo a la vez.
Hubiéramos podido salir, cambiar de lugar, bailar bajo la lluvia, tumbarnos y empezar a besarnos. Y paró de llover...
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