Hace muchos años me "recetaron" el mindfulness. Creó que lo practiqué cinco minutos.
Pero la esencia del aquí y ahora va conmigo desde entonces.
Ahora, es gracioso, he dado un paso al frente.
Y he regresado a la meditación y a la gratitud.
No sé cuánto durará, claro. Pero anoche y esta mañana he cerrado y abierto mi jornada con meditaciones guiadas.
He sido incapaz de dejar la mente en blanco por más de un segundo. Siendo generosa.
Mis pensamientos vuelan hacia cualquier cosa nimia e insignificante.
Tengo que recoger la ropa tendida. Cosquillas. Cualquier recuerdo. Mañana tengo que. Esta tarde (vi llover).
No sé la utilidad que tendrá en mi revuelta mente.
Ni cuándo se me pasará la idea. Pero bueno.
Lo que sí hago de manera más recurrente es agradecer cosas. Un número determinado de cosas. Cinco, por ejemplo.
Son las básicas. Pero me siento privilegiada.
Un día hablaré de la vejez y la preparación para la muerte.
Otro día escribiré sobre cómo me siento. O de que tengo dolor de cabeza. Igual hablo de que no me concentro. O de que necesito planes que me ilusionen. De cualquier otra cosa, como siempre.
Porque como me dicen últimamente, el tema ha salido en la conversación simplemente porque tenía que salir...
Me parece un resumen magnífico.
Porque hay cosas que no se pueden planificar...