viernes, 30 de abril de 2010

Haz lo que quieras...

Me da miedo, lo confieso. Pero estoy procurando que me ilusionen tantas cosas. Pasear contigo, en silencio. Sentirme acompañada y poder alejar esta angustia. Olvidar que sé invocar recuerdos y rogar por que mi pasado se desertice. Estos días son para mi, para ti, sin más presencias, sin retornos ni regresos. Soledades a medias, entre tú y yo. Saber que estás, que estamos, que nos sentimos cerca, otra vez. Y estarlo, por si nos hemos alejado. Me da miedo enfrentarme a todo eso y fracasar. Ver que nada es igual y ya tampoco tú eres lo mismo porque yo también he modificado pautas. Existen ciertas posibilidades de que todo haya cambiado ligeramente y no quiero verlo, como tampoco querría ser notificada de una nueva infidelidad. No. Prefiero ignorarlo y solo darme cuenta de que algo anda mal. Odio las confesiones amargas y dolorosas y tener que quedarme sola con las lágrimas, después. Libertades para actuar a conveniencia. Cada cual. Que somos nuestros jueces. Pero yo en la ignorancia, por favor...

jueves, 29 de abril de 2010

Pretérito imperfecto...

Es curioso que cuando defiendo asuntos profesionales consiga ser tan fría y mantener mi postura y cuando es un tema personal me pongo nerviosa como una debutante... Lo intento, lo intento y me puede la inquietud. Sentiré el fracaso si tengo que derivar el tema a un compañero. Y prometo que no estoy para seguir sumando este tipo de sensaciones en mi ya paupérrimo haber. Aprendo cada día, evidentemente. Palabras, actitudes, emociones y hasta silencios oportunos y gestos adecuados. Y siempre creo que estoy a medio camino de este infinito aprendizaje. Sé de alguien que diría que soy la mujer más perfeccionista del mundo. Pero estoy segura de que las hay peores... ;)

martes, 27 de abril de 2010

Me echo de menos...

Como plomo en los pies, en las gruesas suelas de unas botas. Como un perfecto bloque de cemento cuadrado y gris. Tiran de mi hacia abajo y también cae la expresión de mi cara. Ni una sonrisa. Nada que alegre o ilusione. Paseo por el fondo, despacio, muy lenta, repitiéndome que es todo, todo lo que va en la dirección opuesta a la conveniente, todo va al revés. No estoy acostumbrada y me decepciona; tanto el hecho inicial como la observación final. Hace calor, por dentro y por fuera. De pronto, la rutina ha dejado de agradar y hasta lo extraordinario ha devenido habitual. Sin embargo, las expectativas son nefastas y no apostaría por mi ni con una sobreingesta de alcohol, al que no estoy habituada, por lo que no resistiría de forma consciente. Se cumplen años, se celebran santos, se regalan rosas y te echo de menos. Hoy es todo tan distinto que hasta a mi misma me extraño... Correría. Iría a la playa. Me tumbaría al sol. Daría vueltas en bici, en línea recta, cerca del mar, sola. Exploraría nuevaas variantes y el aire me daría en la cara. Sonreiría por esa pequeña felicidad. Y cerraría los ojos, por un momento. Seguro.

lunes, 26 de abril de 2010

Señales...

Hay problemas en el paraíso. Algo anda mal. Todo sale de una forma contraria a la que debería. A veces no hay respuestas. Otras veces son inoportunas. Parece que no se avanza a ninguna parte. Será la suerte del novato. No me gusta que la vida me atrape por la garganta y apriete, de manera que siento una fuerte presión y todos los temores y algunos miedos. Ser la [se supone] adulta responsable reconozco que asusta, en algunos momentos. Hacía ya mucho que no repetía estas sensaciones. Y repaso, repaso, repaso... lugares, momentos, conversaciones, casi con el convencimiento de que nada va a regresar, todo acabó y soy incapaz de perdonar y de olvidar. A los hechos me remito. No es orgullo, creo. Es que no hay segundas oportunidades. No las doy porque tampoco a mi me son dadas. Que no estamos jugando. Que si se hace mal, se responde. Y si se alega ignorancia, no exime. Esto va en serio, ¿o no lo sabe nadie?

viernes, 23 de abril de 2010

Miscellaneous...

Sigo elaborando estrategias defensivas contra los atropellos impunes que suceden a veces. Y me siento un poco dragón, aunque sepa que todo va a ser inútil y el sistema volverá a fallar. Imagino que no habrá rosa y recuerdo que llegué a recibir hasta cuatro. Lo extraño, qué quieres. Nadie se entretiene a hacer el envío desde una tan grande distancia cuando se conoce la intención y la presencia. Todo tan intangible e inmaterial. Hoy me lamento. Esto está cambiando. Parece que empiezo a dejar de hablar de ti. Será porque ni siquiera te pienso. O porque lo hago muy raramente y este Sant Jordi no me devuelve nada tuyo. En cambio, los libros... te han construido, son vínculo y nexo de unión. Suelo comprar uno distinto los viernes en la librería del aeropuerto. Y sigo siempre la misma rutina. Leo el título atentamente por si habla de algo nuestro. Observo el diseño de la portada. Leo la reseña de la trasera y considero cuál es la editorial. Conozco las que te gustan. Hago ímprobos esfuerzos por recordar si ya compraste antes por tu cuenta el libro que elijo, finalmente, para ti. Nunca he repetido, hasta hoy. Aunque sé que a veces el acierto es una cuestión de azar. Deja que recuerde el azahar de hace unos pocos días, por favor...

jueves, 22 de abril de 2010

Lo que faltaba...

Este post va a ser distinto. Necesito arrojar la furia que llevo dentro, ahora que todavía siento las mejillas rojas y carraspeo por la tensión de la conversación. No me gusta discutir y lo hago en contadas excepciones. Pero ahora que soy mayor y sé en qué momento tengo razón y en cuál no, he aprendido a defenderme y excepcionalmente argumento [discuto] coon esa tremenda pereza que me da el saber de antemano que ni yo voy a convencer a mi contrincante ni voy a ser convencida. Así que han sido algo más de doce minutos explicándole, con el tono de voz in crescendo en volumen e intención, a alguien que por la vida no se va de esa manera. No hablamos de sentimientos, no. Se trata de negocios. El hecho es idéntico: no se puede ir por ahi alegando ignorancia jurídica, sorprendiéndose de las reacciones ajenas, obteniendo beneficio a costa de la otra parte del negocio jurídico y este tipo de lindezas. Y es que será verdad que con la hiperregulación que padecemos, este extremo está al descubierto y se puede actuar impunemente. Aunque sea otra injusticia, como tantas que tod#s tenemos en la cabeza ahora mismo por la publicidad que les han dado. Porque aqui no va a suceder nada. Qué triste.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un suspiro... nada más...

De repente se acuerdan de mi existencia para un proyecto que, hoy, ahora, me interesa. Me preguntan si es posible, mi disponibilidad, mis ganas. Como siempre, porque es educacional, me ofrezco. Incluso yo soy capaz de darte cuenta de que lo lamentaré, más pronto que tarde. Seguro. Pero no quiero decir no.

Tampoco me gusta suplicar y mira cómo abusé del verbo en cuestión contigo. Que no te fueras. Que no me dejaras. Que pudiéramos volver a intentarlo. Que olvidaras. Que yo aprendiera a no recordar. Y me venció todo y no ayudaste, dignamente, con coherencia [decías]. Cierto que quizá deba estarte agradecida por haber cerrado esa etapa oscura, que me permitieras volver a ser una persona distinta...

Es una primavera a medias, creo. Sin sol. Con una pena, un abatimiento. Cuasi enfadada, me siento. Y no quiero que nadie me pregunte por qué. No es perceptible desde fuera, me parece. Lo celebro. Me alegra. Nunca me gustó no pasar desapercibida, ser vista observando, que te fueras sin decirme adios, sin besarme los labios, sin tocarme la espalda en breves círculos a medio abrazo. Pero te fuiste...

martes, 20 de abril de 2010

Son varias las cosas...

He estado cuarenta minutos moviendo una biela manivela que me hacía quemar calorías a una velocidad que ya ni recordaba. Recupero unas rutinas y me lanzo a proyectar los días que han de venir; aún falta, pero serán dos, juntos, con ellos y sin grandes ataduras porque los controles pasaron y ahora es puro trámite, con lo que no quedo directamente afectada. Me aventuro a apostar que van a faltar máscaras para no respirar partículas de cristal y roca en suspenso en nuestra atmósfera. Ojalá me equivoque y se confirme que me baso en la intuición y me faltan todos los elementos de juicio. Pero la percepción es personal e íntima. Ese país es una trampa, tranquilamente asentado en un suelo tan caliente, justo ahora que este núcleo nuestro tan maltratado se queja con exageración. Estoy perpleja ante el caos que se está produciendo y los efectos colaterales en las vidas cotidianas, tanto sobre personas como sobre objetos, a ser desplazad#s en el espacio, lo cual es ahora altamente complejo. Me encantaría tener pensamientos alegres pero encadeno volcán con Europa, crisis, bolsa, paro, Grecia, Constitucional, Garzón y otras lindezas. Y así no hay manera. Una se va hundiendo en el sillón hasta acabar por desaparecer, como devorada por las circunstancias. Y te sé lejos, triste, como derivando, a la espera. Encima...

lunes, 19 de abril de 2010

Lluvia, cenizas y azahar...

Improvisar un domingo completamente distinto y tan forzado por las circunstancias ajenas y coyunturales, como damnificada, adaptándome. Pasear en una calle estrecha, con pendiente y el pavimento metálico con abundantes puntos de soldadura, abrazada a ti bajo un paraguas demasiado grande y una lluvia demasiado intensa que lo inundaba todo en fracciones de segundo. Oler a azahar con los ojos cerrados y en la mano la empuñadura redonda del paraguas que apenas me cubría y contarte que se siente distinta la fragancia cuando llega tarde a la vida, que no es lo mismo si forma parte de los registros infantiles. Y que me des la razón. Sentir en el paladar y en la memoria el recuerdo de otro de los sabores que incorporé con retraso, aunque te mintiera sobre el momento en el que produje el descubrimiento, compartido con otro alguien por el que sientes poco aprecio. Caminar más de una hora, con los zapatos y las perneras de los pantalones mojados, y sentir que el paseo es corto, que hubiéramos debido buscar alguna excusa para prolongarlo, en el tiempo y también en el espacio. Para estar contigo, para seguir atrapando segundos y esquivar agua acumulada, que podrían haber sido lágrimas si nos hubieran dejado llorar la tristeza. Y sin embargo encontrarte en todas partes, incluso dónde no recordaba haber estado. Y vernos de nuevo y combatir a la nostalgia a base de manotazos invisibles para que no notaras nada, para que no te sintieras fuera, para no dar argumentos ni razones. Visionar de repente un lugar y que estuviéramos ahi, como una realidad y no como el recuerdo olvidado que recuperé, asombrada y sorprendida. Nunca creí que regresaría. Ni que fuera capaz de mantener esos episodios breves tan a mano para cuando debiera revisitarlos. Yo iré cambiando. Pero creo que tú no vas a hacerlo nunca...

viernes, 16 de abril de 2010

Aunque crece mi ansiedad...

De tod#s es sabido que han cerrado el espacio aéreo. Parece que a nosotr#s no nos afecta. Por lo tanto, tampoco a mi, que debo volar esta tarde, dirección sur. Creo que soy afortunada por no tener que verme atrapada en fin de semana y en mi ciudad, no como otr#s tant#s que no va a poder regresar a ella desde sus lugares de estancia por razones, suponemos, de trabajo.

Creo que la pregunta crucial sería algo así como ¿qué le está pasando a la tierra estos últimos meses, que no para de lanzar avisos? Haití, Chile, China e Islandia. ¿Qué más ha de venir?

Confieso que dí una zancada adelante para mandar ayuda a los primeros damnificados en el tiempo. Pero ya no he repetido el gesto en los dos siguientes casos. En este último, el de la erupción, no parece haber daños. Es difícil atrapar a alguien cuando en un país tan relativamente grande viven tan pocos habitantes por metro cuadrado... Tengo mala memoria porque yo he estado ahi y me sabía el dato... El proceso de deterioro hace tiempo que comenzó y mi memoria también se ve afectada. Un desaste. Ya.

He tenido infinitas ganas de marcharme durante las dos últimas semanas. Como siempre, cuando se acerca el momento, me sobrevienen todas la sdudas. Y me asaltan. Pero también sucederá como siempre: al cabo de dos segundos todo será como fue la última vez, antes de la despedida triste...

jueves, 15 de abril de 2010

Si dejo de hablar de ti...

He leído en alguna parte que los blogs nacen por alguna razón y la mia eres tú. Yo lamento este tono monocorde, la tristeza subdérmica, la nostalgia permanente y tantas cosas grises que de aqui se desprenden. Siento ser disuasoria y causar aburrimiento. Pero cuando se abre la pantalla de la nueva entrada, siempre, siempre, regresas tú. Aunque haya estado redactando posts alegres mentalmente, mientras conduzco o dentro de la ducha o en esos largos y lentos desayunos de cada día en la cocina, a solas, ante la cerámica blanca, brillante, límpida y con una cenefa horizontal a base de pequeños cuadros azules, tipo gresite, al tresbolillo. Siempre tú y ninguna otra cosa. Nada más. No hay otro tema para tratar aqui y cuando lo hago tropiezo con el error de no rectificar con un "borrar todo". Me da pena cambiar de registro, abandonar este lugar y substituirlo por otro en el que vaciarme de tantas otras cosas porque estoy segura de que te perdería, para siempre. Temo degenerar en una caricatura forazada de otros asuntos cuando, en realidad, el alma me pide hablar de ti. Recordarte y sentirte de alguna forma, aunque sepa que ni me recuerdas ni me sientes. Y ni te interesan esos verbos que conjugo tan a menudo y tan a destiempo. Como si no hubiera luchado por ti, como si no hubiera llorado tu pérdida, como si no hubiera vivido nuestro duelo, profundo, largo, intenso como una travesía del desierto en una de esas pruebas de atletismo llamadas de autosuficiencia en las que solo cargan el agua por ti. Nada más. Como leí hace un par de días en un blog sublime, la frase cortísima que todo lo resume y que me fue de gran utilidad... me faltas... Nada más. En tantos momentos y en cualquier lugar, porque regresas sin avisar. Como si nunca te hubieras ido...

miércoles, 14 de abril de 2010

Feliz miércoles raro...

Todo avanza de manera simultánea. Al final, incluso van a salir bien la mayoría de las cosas. Pero ya veremos.

He comido sola, leyendo la prensa. Ni una palabra del terremoto de China, porque sucedió cuando la edición ya estaba siendo distribuida. Un reconocido escritos mexicano habla del mal trato al castellano en ese país, con giros anglosajones traducidos directamente a nuestra lengua. Repelús leer sus ejemplos. Peor es que asesinen a gente impunemente en ese mismo lugar, pienso.

No a la desigualdad en la Unión Europea. Y firmo. Últimamente me es fácil adherirme con nombre a las miles de firmas que soportan las diferentes causas de AI. Hasta me he hecho fan.

El día es gris y, por fin, te he hecho saber que hay bromas que considero inapropiadas, de escaso gusto. Me recuerdan desconfianzas pasadas que me revuelven e incomodan. Creo que pasaba el tiempo y me mantenía callada. Hasta hoy, que algún resorte se ha disparado y me ha hecho hablar. No más de la cuenta, sí peor de lo que me hubiera gustado. Pero yo voy repitiendo sin cansarme que hay cosas [y personas] que no cambian nunca, aunque existan intentos de pulir vértices.

La vida acaba de repente, a veces. Observo la desolación que permanece y trato de empatizar por lo que ha de venir, aquello que debe suceder. Me preocupa pero creo que hay flancos cubiertos y poco de qué inquietarse. Sin embargo, temo determinados efectos de la ausencia definitiva de ciertas personas y eso me desasosiega...

martes, 13 de abril de 2010

Me detendré y pensaré en ti, con calma...

Creo que ya dije que este dos mil diez tan redondo, tan par, tan perfecto, no me gustaba nada. Está trayendo cosas raras, sustos, enfermedades y muertes inesperadas (algunas son predecibles; otras una sorpresa. Luego vendría la categoría asesinato, que también). Y la racha sigue y mi especial percepción de las cosas me mantiene alerta e intranquila. Y no es cuestión de naturaleza porque tiendo a ser bastante confiada cuando las situaciones no dependen de mi. Creo que no hay que vivir en alerta permanente, sin caer en la despreocupación que puede hacer hablar a lenguas de todo tipo, entre las cuales las comunes biperinas. Cada una es como es, aunque también se trabaje con discreción para incorporar matices que pulan y definan lo todavía indefinido.
El cielo gris me apaga y hay planes que quedan algo demasiado lejos, con lo que no producen todavía ese efecto mitigador de ansiedades que acaba por desaparecer, simultáneamente con el propio viaje, por ejemplo. Existen otros planes que no incluyen desplazamiento físico en medio de transporte diverso. Como, por ejemplo, detenerme y pensar en ti. Recordarte, recordarnos. Encontrarme como fui y ya dejé de ser. Buscarte en lo que tampoco eres. Pero fuimos. Y en algún lugar de las memorias estamos. Estoy segura. Necesariamente. Es que sino nada tendría sentido...

lunes, 12 de abril de 2010

Ninguna prisa, ¿verdad?

Me regalan a diario espárragos trigueros y me amargan [el regalo no. El sabor]. Pienso que con ellos triplico el consumo habitual de huevos y temo por mis niveles de colesterol, que empiezan a avisar. El antibiótico me amodorra o quizá sea la propia infección, aunque no me importa qué fue primero. Será una semana crucial, con final feliz. Espero más bien poco, para tener decepciones en proporción y no como antes, que quería jugarlo todo a una carta garantizándome con ello el fracaso. Hay tanto que hacer.

Odio a l#s egoist#s que viven y actúan como seres únicos en la Tierra, arrasando otras vidas, destrozando autoestimas, abandonándol#s a su suerte [escasa, probablemente, tras la experiencia]. Es posible errar una vez, por ignorancia, falta de inteligencia y/o descuido. Pero cuando un# reincide... Propongo que se quiten los carnets para amar o que ab initio se nos concedan puntos y, así, a la segunda -por ejemplo, y sucesivas- llegaría la sanción, que aumentaría gravedades. Hasta llegar a la inhabilitación y consiguiente soledad forzada. Forzosa. Ambas. Justo castigo.

También propongo detener las percepciones para desmenuzarlas sin prisa y valorar cada pequeña parte, cada espacio vacío, cada conjunto separado y las correspondientes intersecciones. La ley de sentir despacio...

viernes, 9 de abril de 2010

Y así acabará todo, de una vez por todas...

A veces me sé imposible de avanzar sin que se me escapen lágrimas. Aumenta el número de aquell#s que se van yendo de manera definitiva, inevitable. Y así cualquier cosa me eriza la piel, me entristece y me deja los ojos enrojecidos. Es por dentro por dónde duele. Mucho más. Son microsoledades, reproches por lo que nunca se ha dicho, recuerdos que regresan y apenas hoy sabías que alguna vez sucedieron.

Estoy dolida contigo, porque te fuiste sin darme tiempo. Y contigo también. Y no digamos contigo, que escogiste el sur sin avisar y ahi sigues, aunque ignore de qué forma.

Incertezas inquietantes que no acaban porque serán infinitas, tanto como vaya a serlo yo, porque pienso llevarlas conmigo...

jueves, 8 de abril de 2010

Antes yo...

A veces me pregunto muy en serio el alcance de tu intervención en mi cambio. Obvio que el tiempo no pasa baldío, somero, breve, para ningún#. Ni siquiera lo hizo para ti. Mucho menos para mí, que soy más maleable, vulnerable y frágil, aunque nunca me creyeras cuando trataba de convencerte de esas lindezas. Digo que el tiempo ha pasado, podría concretar cuánto [pero no voy a hacerlo por varias razones], y soy tan diferente que no consigo recordarme, si me retrotraigo.

Omitiré hablar de valores o escribir largos adjetivos forzados para hacer un comparativo que sea el antónimo de exhaustivo [¿cuál es, digo?]. Y no toda yo he devenido mejor. No precisamente; que una aprende y se refuerza, se construye capas, se protege para ser capaz de ir avanzando, así, en el tiempo. Apenas sin darse cuenta, también.

Yo antes, por ejemplo, amaba mucho más incondicional y abiertamente que hoy. Y me daba cuenta. Antes y hoy. Sin duda. No sé, tampoco, si me prefiero de una o de la otra forma, que solo he mencionado dos [y diría yo que hay zonas grises]. Pero no quisiera entretenerme ni hacer perder valiosos tiempos a tercer#s, ajen#s...

Yo antes me movía peor que ahora, entre encuentros. Eso sí: con sonrisa idiotizada en la mitad inferior de mi rostro, permanente, instalada, sobrándose por los lados. Levantaba sospechas y motivaba preguntas, pero me zafaba. Aún hoy hay quién se cuestiona las razones y me llama hermética, a la vista de los prolongados silencios de felicidad incomprensible.

Yo antes no te quería...

miércoles, 7 de abril de 2010

Blanco. Alto. Frío...

Dos cientas cincuenta entradas publicadas aqui. Veintiséis años de ausencia desde hace un par de días. Extraño la palabra papá y tenerte entre mis brazos, con tiempo de sobra para dormir el descanso que sobreviene después del ejercicio. Y levantarme y volverme a acostar, sabiéndote. Pensar que el visillo gris pálido es lo último que hubiera colocado en una de mis hipotéticas ventanas mientras intento adivinar la temperatura en letras rojas que ilumina una cruz de farmacia extranjera. Tú atravesándome como si también quisieras leerlas, ignorando que, además, obtengo hora y fecha. Nunca tienes bastante y siempre esperas más. A veces dudo ser capaz de alcanzar tus expectativas con dignidad. Veo montañas blancas y pienso en expediciones lejanas que sufren infinitamente más. De hecho, no sufro en absoluto. Pero empatizo con quienes esperan para atacar una cima, recoger a un fracturado en camilla con un deslizar de debutante forzado o esperar a quienes se retrasan, los pies semi inmovilizados dentro de un calzado cuasi ortopédico unido a unas tablas más cortas que nunca, a pesar de la altura. No quiero ni siquiera pararme a decir que ha sido estupendo. Cuanto más lo repito, más me duele...

martes, 6 de abril de 2010

Longevidad...

Un cementerio pequeño, en un pueblo del mismo tamaño, en un valle italiano de alta montaña. Me encantan los cementerios y entro porque no puedo evitarlo, porque tengo tiempo de sobra y porque mi compañía acepta la proposición.
Un breve paseo, sin intención de perturbar descansos, hablando poco y en voz baja, sacando tres fotografías en un momento lumínico maravilloso. No nos detenemos en grandes observaciones pero en seguida nos sobreviene una: qué longevidad en este lugar... Los que allí yacen (en rectángulos tan pequeños que parecería que albergaran a niños más que adultos; con tierra en la que es posible plantar cualquier tipo de planta que se ocupa de sobrevivir sin grandes cuidados; con fotos, fechas, placas, algún objeto personal -un ángel en tridimensional abrazando un corazón, por ejemplo y entre otros muchos-) vivieron más de ochenta años. Y no todos son recientes, así que el mérito se multiplica.
Me detengo en una de las zonas que tienen una pared blanca, en lugar de estar directamente en el suelo, con dos fotografías ovaladas de unos diez centímetros de ancho y quince de alto, idénticas, en las que aparece un matrimonio local, también en blanco y negro, elegantemente vestidos. Serios, sin sonrisa, con peinados cuidados y tocados por un sombrero, él, y una breve tela negra, ella.
Intento preguntarme qué es exactamente lo que me atrapa ante ese lugar. Me quedo y me entretengo y saco una fotografía con el teléfono [que puse en vibración antes de entrar en el lugar, por precaución], sin grandes pretensiones. Y es justo después cuando me doy cuenta de que también fueron longevos y tuvieron una larga vida en común.
Comenzaron su vida en momentos y lugares distintos [él llegó primero, unos cuatro años, que ella].
Pero la terminaron en el mismo pueblo. Con solo cinco días de diferencia. Él fue también quién se fue el primero.
Me gusta pensar que ella se murió de pena, en su ausencia, y decidió que era una tontería seguir ahi... hace más de cien años...