He soñado con rizadores de pestañas increíbles; simples, sofisticados, de vivos colores y especialmente eficaces. Varios modelos. Será que me compraron uno recientemente y que el domingo olvidé el mío en casa...
También me he pasado un rato esta noche soñando con jengibre caramelizado. Leí algo acerca de sus propiedades impresionantes. Intenté incluirlo en mi compra telemática del fin de semana pero mi proveedor no lo tiene a la venta. Tendré que hacer aquello que hago ya tan poco de personarme físicamente toda yo en alguna tienda del barrio. Pereza salvaje. Falta de tiempo. Menos ganas aún.
Otra nota mental: brócoli, avena, chocolate negro, nueces, espinacas, aguacate. No es la lista de la compra. Es la de alimentos con propiedades antioxidantes.
Todo esto es previo a una locura que no será transitoria. O sí. Pero será larga. Como la travesía y la soledad. Todo tiene un comienzo. Todo pasa por algo. A todos los cerdos les llega San Martín. ¿Se me olvida alguna otra frase tópica que se ajuste bien a este mi momentum?
Y esta locura es previa, también, a tratamientos ayurvédicos que depurarán lo poco que queda de mi, después de recoger lágrimas de ocho ojos diferentes en tan solo un par de días y de tomar decisiones que suponen cambios de hábitos en alguna de mis adicciones. Bonita colección, la de las lágrimas. Motivos diferentes. Circunstancias tan distintas. ¿El tiempo gris y lluvioso? ¿el puñetero Saturno? al final, ¿qué importa? Todo son lo mismo: lágrimas!
No incluyo las mías propias [sigo hablando de las lágrimas, por si hubo pérdida del hilo], que también.
Todo está como convulso. Se van cerrando puertas con dulzura, sin sobresaltos ni portazos. Sin grandes sorpresas, tampoco, en algún caso. Cada vez soy más intolerante a los ruidos, al caos, a la falta de armonía, a los no consecuentes. Y más intransigente, según dicen. Sí. Se me acusa de eso. Pero para acusar como Dios manda [¿Qué qué Dios? pues el que cada uno elija libremente, faltaría más...!] hay que calzarse los zapatos del acusado, en calma, y caminar. No soy ejemplo de nada y no creo pretenderlo. Me basta con sobrevivir, a veces. Al final siempre he sido una individualista, un verso suelto, el protón libre, la mala estratega que salta al ruedo a defenderse, nunca a atacar. La que pierde cuando la presionan. La que se repliega. Sobretodo, aquella que parece tener una fortaleza de la que carece.
Nunca deberíamos creernos lo que vemos proyectado en los demás. Es un error, generalmente. Y, sin embargo, lo hacemos.
Voy a ordenar mi mente. Sigo en modo out, quizá más, todavía. Pero algo ha cambiado: no es un castigo. Al menos, no ahora... Queda mucho por comprender, todavía.
Todo irá bien. Procuro repetírmelo como un mantra, entre respiraciones rítmicas, lentas y profundas. Aunque hoy, ahora, me encantaría que alguien me definiera la palabra "bien", en mi contexto... Y ya, de un de paso, que me quiten el telón negro, grueso y pesado, de terciopelo, que parece colgar frente a mis ojos. Todo irá bien, ¿verdad?...
Bien es todo lo que a ti te hace sentirte verdaderamente bien,lo que para ti puede estar bien para muchos otros estará mal y viceversa
ResponderEliminarY si tu estás bien que carajo es lo que importa hasta con las pestañas extra rizadas
ResponderEliminarBienvenida, Nabila... Gracias por pasar, escribir y por tus palabras de ánimo... :)
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