Vuelve la Spark disc jockey porque la canción revolotea como una luciérnaga entre mis cejas desde que vi la película. Totalmente recomendables, ambas. Intensas y profundas y reales y costumbristas. Como si pudieras acariciarlas, a ellas, a la cantante. Mágicas. Como el lugar, de sofá enorme y blanco lleno de pareos, piernas tumbadas, abrazo y cabeza recostada, corte de circulación en un brazo, cambio de posición, corte de respiración. El sol se puso, hay alguna nube negra, de contraluz y algodón, azul petróleo, sin lluvias. Sólo tú, y sólo yo. Y algunos jadeos entre respiraciones profundas y cortas, a nuestro lado. Se escapan caricias, sin ninguna prisa.
Te cambié unas llaves. Porque me diste las tuyas, hace tanto, ya. Que abren puertas y media vida. Con el tiempo y mucha ilusión te he dado otras, llenas de esfuerzos, recién hechas, recién recibidas. Porque si se dan se espera que se entre, se esté, se siga ahí. Porque es un placer extraño tenerte dentro del bolso, que puedas entrar sin hacer otra cosa que una breve llamada que nunca espera respuesta. Es un aviso, la advertencia, la sonrisa que es preludio de todo lo demás. Entra, pasa, quédate. Estás en casa. Y deja que te de algunos besos de esos de "estebesoesdeaquellosdetequieromucho, verdad?", mientras nos sonreímos tan cerca...
(jajajajajaja) ....Peroquémonaerescoñoya!!!
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