La mirada perdida por el techo. Boca arriba y con las piernas flexionadas pero juntas, para cerrar y apretar y mantener todas las sensaciones. No existía el tiempo, yo incrédula y feliz, la expresión arrobada aún, la mente perturbada y debatiéndose acerca del bien, el mal, huir sin ser vista o quedarme a vivir en ese lugar.
Shen, por Dios...
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