En proceso de reseteo y reformateándome, no tan dura como los discos, descubro sin ningún tipo de sorpresa ni emoción que hay almas verdaderamente inasibles.
Es posible que en algunos casos se deba a que nos encontramos ante los espíritus libres, los versos sueltos, aquellos que no soportan ser fiscalizados ni dar explicaciones de si salen o entran, suben o bajan, sienten o padecen.
Puede ser que en otros casos esa cualidad [defecto, mejor?] venga dada porque a esas almas las asieron previamente, muy corto y de manera irreversible, para siempre. Van a estar asidas todas las eternidades, instaladas en incómodas nostalgias, echando de menos lo que fueron cuando conjugaban el plural.
Es cierto que es muy arriesgado intentar asir un espíritu libre porque es altamente probable que se produzcan daños colaterales; hay que sentirse muy fuerte, muy invencible y enfrentarse a una realidad difícil si lo que se espera, busca o persigue son palabras mayores.
Parafraseando a Juliette Binoche en Herida, las almas inasibles somos peligrosas. Sabemos que tras la devastación podemos sobrevivir...
Nunca olvidas esa frase de Binoche. Esa película... De todas formas, y a pesar de la devastación, se puede sobrevivir, no solo los inasibles.
ResponderEliminarBeso, S.