Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
martes, 29 de septiembre de 2020
Grietas...
martes, 22 de septiembre de 2020
Memorable y sublime...
viernes, 18 de septiembre de 2020
Sentir...
Sé que soy capaz de sentir muchas cosas. Como todo el mundo, diréis. Pues evidentemente, o no. Porque hay quien no sabe sentir nada y quien se excede y se desborda alguna vez. Como yo, en ocasiones. Para amar hasta quedarme vacía o morir de la pena. Así soy, sí.
Hace ya algún tiempo que siento [hace bastante más de quince días, ¿verdad?]. Muchas cosas. Intensamente pero sin exagerar. Con respeto y prudencia, con cuidado y tantas veces en silencio, por dentro. Mordiéndome los labios, alguna vez. Observándome desde fuera, sabiendo que a menudo procede escuchar en lugar de hablar, discretamente.
Digo que siento muchas cosas, que intento ordenarlas todas, ponerlas en su sitio justo y exacto, sin magnificar, sin forzar, sin ignorar.
Me ha parecido precioso que me contaras que ayer sentiste una ternura infinita durante una escena bastante cotidiana en uno de tus territorios. De esta manera sabes con precisión una de las tantas cosas que siento por ti y que me resultan fascinantes...
A veces lo fácil...
A veces lo fácil es vivir. Seguir adelante, caminar con pasos cortos pero firmes, avanzar.
Otras veces eso es, simplemente, un esfuerzo titánico e inabarcable.
Pero vivir en paz podría suceder sin plantearse cada una de las cosas que nos están pasando, sin necesitar pensar para poder tomar decisiones, simplemente tratar de entender. Porque si comprendemos nos desprendemos de la incertidumbre.
A veces vivir es solamente eso. Vivir. En lugar de buscar problemas, el conflicto, de cuestionarse lo de antes y lo que ha de venir.
Vivir es saber estar aquí y ahora, siendo lo que una es, sin invocar el drama, sin entretenerse en los obstáculos.
Vivir es tomar las cosas [y las personas] como son. No como nos gustaría que fueran. Sin resistencias frente a la realidad.
Pensamos mucho sobre la vida y lo que nos sucede y en realidad la vivimos poco. Y solo hay una, no hay ensayos ni borradores, no podemos rebobinar y no hay tiempo que perder...!
jueves, 17 de septiembre de 2020
La importancia de...
La importancia de la risa, de unas carcajadas, del desenfado y el humor. De ver la vida de otra forma, de una manera distinta, bajo una mirada totalmente diferente.
La del silencio y el avanzar despacio, sin que haga falta hablar, porque no es necesario romperlo, llenarlo de palabras, y sentirse cómoda en el centro de esa nada silente y callada.
La importancia de las cosas importantes como el respeto y la educación, la amabilidad, saber amar y que importas, de alguna forma, a alguien. Y sentirlo.
La de los gestos, las señales, la forma de comunicar todas esas cosas importantes. Las emociones, que nos empujan a tomar decisiones, que se despiertan cuando no hay indiferencia, cuando reaccionamos al menor de los detalles: un silencio, algunas palabras, la risa o la indiferencia.
La importancia de los proyectos, la ilusión, los nuevos mundos, la paciencia y la perseverancia, motores de otros despertares, apertura a etapas recién estrenadas que todavía desconciertan porque no es posible aún calibrar el grado de importancia que anotaremos en nuestro balance, en algún momento, cuando volvamos la vista atrás y nos preguntemos.
Hay cosas tan importantes como dejar una caricia, como de pasada, en el hombro o la muñeca; como besar dulcemente para recordar que persiste la emoción; como llamar para saber únicamente cómo se pasó la noche.
Me quedo con todas esas cosas cruciales...
martes, 15 de septiembre de 2020
Hoy Mario hubiera cumplido 100...
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
solo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
solo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Mario Benedetti
Una canción cualquiera en un lugar oscuro...
El poder de la música, ¿verdad?
Una salita estrecha y larga, oscura, sin entrada de luz natural, decoración asiática, aromas del aceite lemon grass y una melodía básica, neutra, sin letra, para dejarse caer a la nada sin distracciones. Después de tocarme brevemente, como pidiendo permiso y avisando sutilmente de que empezaba el contacto físico conmigo, comienzan a moverse sus manos por mi cuerpo, más fuerte de lo esperado vista su constitución menuda. Entro completamente y me abandono porque esa es, probablemente, mi mejor manera de salir de mi misma y concentrarme en lo que perciben todos mis sentidos.
Podemos llamarle serendipia pero voy a preferir la palabra casualidad. Porque hay miles de millones de melodías en el mundo, que se reproducen constantemente en todos los lugares, y el azar me regaló precisamente una, que fue mi mantra, mi banda sonora, mi canción, uno de los veranos más complejos y trascendentales de la totalidad de todos mis veranos. Y triste.
Tardé en asociar las sensaciones involuntarias de mi cuerpo [inquietud, estado de alerta, fragilidad...] con la música, hasta que me sonreí, cabeza abajo, reconociendo todo: la intranquilidad, la hipersensibilidad, el par de lágrimas que se habían deslizado directamente hacia la parte baja de mi frente, allí dónde comienza la nariz. Todo. Ese lugar, la luz, el olor a mar, el recuerdo del viento en la cara y el pelo despeinado, casi enredado, ser minúscula en un mundo tan enorme y bello y azul y líquido, la soledad física de estar ahí sin nadie más.
Me sonreí, finalmente. El recuerdo de ese entonces ha pasado a ser un lugar bonito, a pesar de todo. Y eso es buena señal. Como cuando aprendes que lo contrario del amor no es el odio, si no la indiferencia. Y cuando un recuerdo deja de doler es que todo está bien y en su lugar, ordenado, aunque a veces nos invadan nostalgias irrefrenables e ingobernables que pueden no ser más que un momento de debilidad al que es mejor enfrentarse. Ha pasado tanto tiempo ya que nada tiene el sentido que tuvo y todo se diluyó en eso, un recuerdo.
Todo está tan bien que, de hecho, esa lista de spotify está sonando ahora mismo en este salón, mis revoluciones están bajas y yo me sigo sonriendo, llena de paz y de satisfacción, como dijo aquél...
lunes, 14 de septiembre de 2020
Y en medio yo...
El primer pensamiento de hoy, de madrugada, a media noche, fue para regresar, con calma y cuidado, a la playa de ayer, remanso de paz, que quedó magistralmente inmortalizada para siempre en una combinación de azules horizontales, separados por franjas claramente diferenciadas. Y en medio yo...
Un punto oscuro, yo, con un reflejo dorado de vetas marrones, presente y consciente, incorporada al momento. Despidiéndome despacio. Del día, del lugar, del reposo y la desconexión, del mundo que nos envolvía. Sin querer irme, por supuesto. ¿Dónde se fueron todas esas horas? ¿En qué, si no hubo lectura ni grandes actividades?
Quizá algunas carícias y el contacto de nuestras pieles desnudas, un par de besos, hablar de todo y de nada, guardar silencio, entrar y salir del agua, jugar con las piedras y buscar alguna especial de forma y color. Comer frugalmente y beber menos de lo que yo debería, para acabar robando una ducha y tomando un refresco que sabía a tesoro, a premio, a recompensa y a cualquier cosa bonita.
Estas desconexiones maravillosas que recargan baterías, cauterizan heridas abiertas, actúan de bálsamo y rebajan la frecuencia y todos los niveles de lo que nos arrastra cada día hacia no se sabe dónde ni, sobretodo, por qué. Parecen cualquier cosa pero no: a mi, al menos, me alimentan el alma y me ayudan a bajar revoluciones, me regalan armonía. Son así de importantes para mi, esos momentos. Así que doblemente gracias por dejar que te lo mostrara, por compartirlo conmigo a pesar de todo...