Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
sábado, 24 de julio de 2021
Otra manera de vivir…
jueves, 22 de julio de 2021
Hay momentos, como ayer…
Hay momentos que se esperan media vida. A veces ni se valoran. Otras veces, como ayer, se viven tan intensamente que dan un poco de miedo.
Como navegar. En un crucero espléndido, como el día, como la tripulación, la temperatura, el lugar. Entre amarillos y naranjas que funden en negro, contra luces de colores, sonrisas abiertas y silencios o conversaciones a medias.
Hay momentos, sí, que voy guardando en la memoria. Esa a la que acudiré cuando ya no pueda construir y deba limitarme a recordar.
Hay momentos, como ayer, que nunca se olvidan…
El secreto de la felicidad…
- Lo importante es tener estabilidad emocional…
(…)
- Define “estabilidad emocional”, por favor -dije yo-.
- Bueno: es que en casa te apoyen, que sepas que cuentas con tu pareja; que le digas que te embarcas tres meses y que se alegre sinceramente por tí, te pregunte a qué puerto ha de volar para encontrarse contigo…
Me quedé en mi modo pensativo y circunspecto. Es posible que eso sea algo así como pasar de todo, pareja incluida. También es posible que, a estas alturas, esta actitud sea el secreto de la felicidad…
martes, 20 de julio de 2021
El verano, la vida...
El verano es mudarse varias veces en poco tiempo. Olvidar cosas importantes y necesarias. Dormir en camas nuevas y sábanas distintas. No tener todas las cremas y preparar comida en otras cocinas. Es conocer gente y explicarse momentos de las vidas, caminar por caminos de nuevos paisajes. Perder el tiempo, no tener prisa y dormir mal por culpa del calor. Cargar con alguna bolsa de más y conducir. Grabar vivencias que serán recuerdos, tomar decisiones difíciles como cuándo acostarse y cuándo despertar o el menú de la jornada. Mojarse los pies en ríos y saltar al mar y abanicarse con algo de desesperación, esperando a que anochezca y refresque. Estos veranos detenidos son lo que hay, ahora. Y hay que acostumbrarse a no volar, no huir, no escapar y permanecer cerca, pacientemente, reinventándonos como si no nos dieramos cuenta de que la vida es otra cosa...
jueves, 15 de julio de 2021
De entradas y finales...
Qué fácil, a veces, entrar en las vidas ajenas. Y construir despacio, sin darte cuenta, vínculos que van atrapando.
Son los buenos días y las buenas noches, el cómo estás y qué tal la noche, la cena; son, sin querer, la compañía y la presencia en la distancia. Es el ir compartiendo cosas pequeñas o enormes, escuchar palabras de consuelo, de apoyo, de empujar la soledad un poco cada día.
Empiezas a dar por hecho que está ahí y te nutre y empodera, porque en cierto modo convives, vives lo mismo y también te preocupa que por su parte todo esté en órden.
Hace poco alguien desconocido me preguntó cómo saber si una persona nueva era de fiar, ya que todas decimos que somos una maravilla. Parafraseé a alguien crucial en mi vida y respondí: comiendo con ella un kilo de sal. Infalible.
De pequeña pensaba que eso era imposible. Ahora entiendo que un kilo de sal da para bastantes comidas, quizá las justas, tal vez alguien haya hecho el cálculo.
Pero me temo que la cultura popular se apunta un tanto y vuelve a tener la razón.
Una cree que conoce a alguien y de pronto la atacan los reproches por la espalda. Y te quitan el sueño, te dejan miedo e inseguridad. Luego también vendrá alguien a contarte que has debido sufrir mucho, que tienes la autoestima un poco tocada. Y así.
Otra cree que lo que empezó fácil va a poder acabar igual. Pero las entradas en vidas ajenas se deslizan suaves; en cambio, las salidas son bruscas, como expulsiones, porque transforman y casi siempre duelen y son interminables. A veces.
¿Verdad?
Nostalgias y haikus que no voy a escribir…
Alguien ne llamaba “la niña más nostálgica del mundo”. No es mi modo habitual pero confieso tenerlo. El modo y la nostalgia, también.
Leyendo por ahí he descubierto que hay heridas heredadas, de nuestros ancestros, de los secretos familiares, que le tocan a una sin saber bien por qué. Y nos perpetuamos así. En nuestro papel estelar.
Es obvio que mi vis social o de bufón de la Corte es más interesante, generalmente. Hasta a mi me lo parece, desde dentro.
Una hace lo que puede con lo que tiene, con las cartas que le han repartido, con una baraja que ha partido mal en algún momento. Sin saber.
Muero de ganas de reir. De sonreír y sacarle partido a esta vida que a veces se hace adorar y otras da tanto miedo. Tanto, tanto. Como para querer abandonarla.
Hoy es el típico día en el que me pondría a escribir un haiku. Así. Sin más…
martes, 13 de julio de 2021
Ocuparse. A toda costa…
Vaciar el lavavajillas y colocar las cosas como si fuersn porcelana de la dinastía Ming y cristal de Bohemia, con mucho mimo, sin hacer ruido. Hacer dos lavadoras. Y tender cada prenda en disposición simétrica respecto a cada uno de los ejes verticales. Barrer una zona en la que cayó algo de arena finísima [pero mucho] de una playa, que no había notado hasta que he caminado descalza.
Limpiar las ventanas del patio interior, por el exterior, que estaban medio marrones desde que llovió barro. Hablar un par o tres de ve es con el proveedor de wifi, que va lento como el final de esta pandemia. Colocar la plancha y gestionar cuatro prendas mal contadas que quedaron de después de que Tamara se tomara unas vacaciones más largas que yo.
Ordenar. Cosas. Hacer varias llamadas. Hablar mucho por teléfono. Contestar a regañadientes. Estar un poco irritable. Llevar los edredones a la tintorería. No hay prisa. Comer poco y mal. Tomar decisiones.
Radiografía de un día difícil de muchos nervios…
domingo, 11 de julio de 2021
Terapias y alternativas…
sábado, 10 de julio de 2021
Si esto es la Vida, a veces…
miércoles, 7 de julio de 2021
Muertes pequeñas…
martes, 6 de julio de 2021
De los viajes, corpóreos o no…
Ningún interés en reconocer que estoy dando un paseo por el fondo, con los pies embarrados hasta las rodillas. Que lo hago a conciencia porque sé que es lo mejor que podía sucederme. Y hay que hacerle frente: a pecho descubierto y por mi cuenta. Sin apoyos ni ayuda ni muletas.
Me trago mis momentos vacíos y estoy conmigo. Me concentro en escuchar activamente, en participar entre protagonismos no solicitados e inesperados, en aprender.
Luego una llamada emocionante con la agente de viajes que organiza cosas. Un par de veces, in fact. Existen dudas.
Y malas noticias procedentes de casa, como para no variar ni dejar que me acostumbre a los equilibrios de quince minutos. Así que he protagonizado un viaje extracorpóreo: mi cuerpo aqui, mi cabeza en casa. Mal asunto cuando te habías propuesto implicarte al máximo…
lunes, 5 de julio de 2021
Al César…
Acostumbro a quejarme de lo que no sale bien. Pero procuro admitirlo, cuando sucede lo contrario.
Y aquí pasa que en mi reciente revolución solar me alertaron de que, justo ahora, este mes, conocería a mucha gente y tendría una etapa muy social.
Cuando lo oí no sabía que estaría en esta ciudad. Ni siquiera tenía idea de lo que me traería a ella. Y arrugué un poco la nariz, escéptica. No todo se cumple.
Por ejemplo: también me dijo que sería un buen mes en temas de pareja!
El hecho sorprendente es que sonrío cuando leo mis notas de la sesión hacia atrás y veo que acierta en muchas más cosas de las que la teoría de la probabilidad hace presagiar. Y eso no es casualidad. No puede serlo.
Así que veamos hacia dónde me lleva todo esto. El acierto de la sociabilización y el fallo en la visualización de una pareja unida.
Al César lo que es del César. Como la ensalada que acaban de servirme para cenar…!
domingo, 4 de julio de 2021
El cielo de…
Este cielo es irreal…
Se me ha cortado la respiración. He sonreído. Me he añorado. He vencido tentaciones. Incluso de llorar.
He bajado la mirada para no ver dónde estaba. La he alzado para no perderme nada, para hacer una inmersión y tomar conciencia. He pasado por tantos lugares conocidos…
He cenado en una deliciosa terraza con una puesta de sol impresionante, contra un azul Klein que ya no recordaba. Sola.
He recordado. Intensamente.
El hotel es enorme. Está vacío. Largos pasillos como los de la peli. Un poco creepy. Mejor ni pensar. Tengo doble puerta y estoy a salvo. Yo y todos los tripulantes de aviones que duermen aquí. Entran y salen. Son un ejército fragmentado.
Los servicios mínimos, todo bajo reserva y en horarios breves. Me he instalado a conciencia porque van a ser cinco noches y a estas alturas quiero, necesito sentirme como en casa…
Sueños nítidos…
Sé que los tengo. Pero no suelo recordarlos.
Excepto hoy.
Anoche sí.
Uno de mis sobrinos aparecía en la casa de campo. La de las disputas y los litigios. Dónde me encontraba con gente indeterminada en número e identidad.
Mi hermana favorita estaba conmigo. Coprotagonizaba la escena.
Mi sobrino había llegado reclamando la urna con las cenizas de su madre. De nuestra hermana.
Así, sin avisar. He usado el verbo reclamar.
Recuerdo que se discutía un rato y yo callaba indignada. Hasta que reaccionaba con furia y, arrancando con la mano derecha el típico cobertor de los brazos de un sillón orejero tapizado en verduras ocres y verdes, alzaba la voz diciendo que era imposible que estuvieran ahí.
Porque nunca habían estado. Porque ellos ni siquiera nos contaron cuándo se produjo la muerte, cuándo la incineración, cuándo y dónde habían esparcido las cenizas.
Ni siquiera nos dejaron cuidarla, despedirnos, besarla. Saber dónde ir a buscarla…
Lloraba en mi sueño. Al despertar. Y ahora.
Los duelos mal gestionados tienen una cosa en común: son largos…