Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

viernes, 21 de febrero de 2025

Mindfulness y respiraciones profundas...

Hace ya mucho que me sé eso del aquí y ahora.

Lo llamaron mindfulness pero la frase es de Buda.

Y punto.

No es que vaya a abrazar el budismo, de repente.

Pero escucho cosas relacionadas y leo y reconozco que los principios, bastante conocidos para todos, si los pones de una manera ordenada y reflexionas un poco ayuda bastante.

Y aquí estoy. Reconstruyéndome. Rediseñándome y viendo qué, dónde, cuándo y con quién, pero despacio.

Los duelos no se cierran en cinco minutos.

Los de las ausencias y las pérdidas.

Los de cambiar las cuatro paredes.

Los de sentir que todo fue un error, que las decisiones fueron precipitadas, que hay piedras y losas de lugares que no tengo fuerza para cargar, al menos sola.

Sobrellevo la soledad, procuro ir despacio, tener tiempo, cuidarme, descansar, ampliar mi círculo social, no comprar compulsivamente, apreciar las pequeñas cosas.

Escucho música, leo y pongo un difusor que me regaló esta navidad mi descendiente femenina. NO os imagináis la compañía que hace. Y lo bien que huele la casa.

Hago deporte y voy a que me rectifiquen por dentro la contractura en la que me he convertido.

Procuro no hacerle mucho caso a la pena y sentirme útil, que eso sí que es maravilloso.

Como menos. Apenas bebo alcohol. Hago deporte. Estoy perdiendo peso. Diría que una talla. Los pantalones se me caen, eso son  4 kilos. Pero me siento bien.

Han desaparecido los miedos. Sé que están ahí, agazapados, porque los milagros no existen. Pero no forman parte de mi, ni de mi dia a dia. 

Era la ansiedad, queridas...

jueves, 13 de febrero de 2025

Hace rato que tengo ganas de llorar...

A partir de hoy me toca cuidar. Mucho. Intensamente y en hospital. No se sabe bien hasta cuando.

Y hacer turnos con muy poca gente, lo que supone largas jornadas con alguien a quien habrán practicado una cirugía mayor.

No es por quejarme, o sí, pero empiezo a encontrarme mal. 

No de dolor. De miedo, quiero decir.

Nuevo miedo desbloqueado. Ahora que empezaba a controlar la otra larga lista de angustias. Cachis.

Es ese miedo a que cambie todo de repente. Ese miedo irracional a que salga mal. A tener que tomar el control de la situación cuando la situación general de esta puñetera luna en Leo me tiene secuestrada desde hace semanas. Y lo que me queda.

Yo procuro hacer poco ruido, caminar descalza, respirar a bocanadas pequeñas para pasar desapercibida y que las hostias se repartan entre más personas que solo yo. Por si acaso.

Recuerdo nítidamente cuando hace ya unos veinte años una doctora nos comunicó a un par de hermanas y a mi que mi madre se estaba desangrando y estaba descoagulada. Que si la vitamina K que le estaban suministrando no funcionaba, pues que se iría, porque no había nada más que pudieran hacer, a su edad.

Yo estaba de pie apoyada en una pared blanca. A mi derecha, también de pie, una hermana (no de las preferidas precisamente). Un poco más allá, también a la derecha, mi otra hermana (con esta sí que sí) y su marido.

A mi izquierda una silla de esas blancas, básicas y de plástico con bolsos y abrigos o chaquetas.

Como si fuera yo un cartoon y a cámara lenta, empecé a deslizarme hacia abajo con la espalda siempre pegada a la pared, porque se me estaban doblando las rodillas y no podía rectificar. 

La vista se me nublaba y tampoco podía hablar. Simplemente, me caía. Y no me daba cuenta.

La hermana tonta dijo que me estaba desmayando, aunque era mentira. Pero ella es así. Todavía lo cuenta para demostrar lo débil que soy aunque parezca tan fuerte.

Tiene razón.

La hermana mona corrió a mi lado, me sujetó por los hombros y me acompañó a sentarme en la silla blanca, básica y de plástico. 

Lo que no recuerdo es como logré recomponerme.

Tampoco sé cómo mañana a las 7h00 voy a poder acompañarla para que ingrese en quirófano directamente. Ni cómo voy a pasar las 7 horas, por lo menos, de operación y reanimación, esperándola. 

Ni las siguientes horas en las que va a estar grogui, con sueros y tubos y cosas desagradables de ver y oler. Odio el olor a hospital.

Ella, tan fuerte siempre, tan preocupada por la salud de todos, tan vigilante y ángel de la guarda. 

Ella, se tambalea. Y de pronto cambian las tornas y debo cuidarla yo a a ella. Siempre ha sido al revés, siempre ha suplido un poco a mi madre, desde que falta.

Hace rato que tengo ganas de llorar...

sábado, 8 de febrero de 2025

Transitando...

Voy transitando. De un estado al otro.

Hace unos días que dejé el enfado y la furia, la furia y el enfado, atrás. En este orden.

De pronto, entré sin esperarlo en la más pura de las decepciones. 

¿Cómo ha sido posible que no me haya dado cuenta de esto, ni de esto, mucho menos de lo otro, en todos estos tiempos? ¿En serio?

Imperdonable.

Y va más allá del ego, por supuesto.

Cansada de discutir aquello de "perotúnotedabascuenta?" o el "peronoloveías?".

Pues ni me di cuenta ni lo vi. Ni lo presentí. Igual ni siquiera lo sentí.

Ahora he estrenado una nueva temporada, en esta serie: "todo lo que se siente cuando te toman el pelo".

Veremos si nos gusta tanto como las anteriores. Y los capítulos que tiene.

Ya iré contando.

He reflexionado sobre algo que no es, en absoluto, nuevo.

Aquella frase manida de que la cabeza, el corazón y la boca deben estar alineados, para ir bien. Decir, pensar y sentir lo mismo y actuar en consecuencia.

No hacerse trampas al solitario y ser honesta con una misma.

Me pregunto cómo es posible pedir matrimonio un día y al siguiente [durante años, en realidad] esconder tu relación con tus consanguíneos.

Matizo, matizo.

Es decir, conoces a los padres, conoces a las hermanas peeeeeeerooooo... cuando coincides con ellos dentro o fuera de casa no te toca ni con un palo. Ni te mira. Ni te incluye en la conversación. Estás. Eres invisible. 

Spoiler: eso es algo que va de puta madre para la autoestima, para sentirte querida y reconocida. Fin del spoiler del excremento de araña.

Yo diría que deben pensar que somos amigas. ¿Verdad?

Que los vecinos no te vean frente a la casa, por favor. No me beses al salir del coche, ni al entrar. Que nos pueden ver los vecinos.

Perdón, ¿en que siglo estamos?

Disculpa, ¿cuántos añazos tenemos entre pecho y "espada"?

Pues eso.

Y hablas de matrimonio con la ligereza de una pluma. 

¿Perdona?

¿Podrías repetir todo eso para ver si en realidad es consecuente o soy yo que sigo imbécil?

¿Podrías reflexionar un poco y darte cuenta de la mentira monumental en la que te instalaste una vez y ya hasta hoy no te desplazaste ni un centímetro?

Yo trabajo para ser consecuente. En especial, sincera conmigo misma. Para que se me pase este enfado. Para reconstruir el castillo de naipes que construimos y que será ya imposible. Para ver cómo aprendo a construir otro. Y dónde. Y con quién, si es que.

Como tantas otras veces, también es verdad.

Nada nuevo.

Que el corazón se despedaza con el primer amor. Todos los subsiguientes son sombras de lo que fue aquel sufrimiento inenarrable e imborrable.

Luego te rehaces, te reconstruyes, te ayudan, te dejas ayudar por fin y vuelve a salir el sol. Y vuelven las ilusiones y las ganas.

Ganas de que por fin estemos a mediados de marzo... No me las puedo aguantar.

Aquí está todo...

Acerca de los datos personales

Mi foto
Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

Por si se pierde algo...

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Number of online users in last 3 minutes Number of online users in last 3 minutes