Ha sido un fin de semana frío, pero he sentido calor. El del fuego, el de un hogar lleno, el de manos cariñosas y el de diferentes abrazos.
Especialmente, el de una conversación a las 5:00 a.m. escondida en un cuarto de baño, susurrando, por razones obvias. Digo que no fue un sueño...
Una se siente bastante invencible cuando la envuelven así, para abrigarla. En general, quiero decir.
Reír también hace entrar en calor. Y hacer ejercicio. Y meterte en aguas termales hasta el cuello porque el viento está helado y corta la respiración.
Hace años hablé largamente con alguien que solía repetir que extrañaba lo que nunca había tenido. Y yo le decía que no era posible. Y discutíamos largamente.
¿Cómo es posible, le decía yo, extrañar lo que sientes con alguien cuando no has llegado a sentirlo nunca?
Bueno.
Pues años después creo que la entiendo.
Y hasta voy a darle la razón.
Estoy echando de menos lo que nunca he vivido con alguien a quién todavía no conozco.
Pero qué risas, oyes,...
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