Nunca he sentido tanta paz como cuando puedo dejar mi teléfono móvil encima de la mesa, por ejemplo, sin miedo a que mi descendiente pequeña (en su momento) o mi pareja pudieran encontrar algo peligroso.
Y de esto ahora ya hace algunos años.
En su momento lo pasé mal. Porque a mi descendiente, que lo tocaba todo, podía sorprenderle alguna cosa o conversación o fotografía.
Y porque quien esté libre de culpa...
No me enorgullece alguno de mis episodios. Desde luego. Llevo años intentando rectificar esos errores, creo que con éxito, porque no se ha vuelto a repetir.
Pero, lo que decía: no tener que esconderme de nadie no tiene precio. Y vivir en paz, con la conciencia tranquila...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!