Sí, señoras. Y una inconformista. Y alguien que siempre mira hacia atrás. Que ve la hierba más verde en la otra orilla del río.
Una permanente insatisfecha.
Y, últimamente, la mujer de los túneles.
Desde que me cambiaron el coche se ha convertido un poco en un lugar seguro. Ojo, que igual me estrello con él. Es solo una sensación de seguridad.
Y aprovecho cualquier excusa para introducirme en él, poner música y dar gas por carreteras divertidas, alegre.
Luego, al cabo de un par de horas o más, llego a otro lugar seguro. De piedra, como una fortaleza con vistas.
Se ha convertido en refugio y paraíso, que a veces comparto y otras no.
Me desenvuelvo bien ahí. He conseguido el control (casi). Y la razón de ir y ser es cuidar, mantener, mejorar, embellecer. Lo que antes solía hacer con algunas personas.
Pienso que eso compensa el haberme quedado con el nido vacío, sin ascendiente ni animal de compañía.
Libre, en realidad. Sin ataduras.
¿Apetece Madrid? ¡allá voy! a por un casting. A ver qué tal...
¿Hoy es día de playa y Aperol? Pues marchando una llamada para compañía y allí estoy, en unos minutos con los pies en la arena.
¿Estoy más en modo exploración del silencio y mirar hacia adentro? pues perfecto. No hace falta dar explicaciones. Me voy.
Y así voy transcurriendo, evolucionando y adelgazando.
No sé si era mentira pero me dijeron hace unos días que tengo un cuerpo de 40 años, ahora que he retomado el ejercicio y he cerrado la boca.
No pienso que fuera mentira, pero si lo fue me alegró igual. Y a las envidiosas, que os den. :)
Y me siento estupendamente, la verdad... Lo de haber perdido casi dos tallas es un regalo...
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