A estas alturas de la vida estaremos de acuerdo que en una vivimos muchas, ¿a que sí?
Son como bloques, a veces difíciles de detectar. Cuando empiezan y cuando acaban, quiero decir.
Luego, con perspectiva temporal, todo está más claro.
La etapa infantil, la del cole, el noviazgo, universidad, cada trabajo, maternidad de descendientes pequeños. Y así.
Una vez me hice adulta, voy cerrando por parejas/personas, que me protagonizaron.
Alguno de los bloques es precioso de rememorar. Otros son un asco verdadero. De preguntarte aquello de "por favor, ¿cómo no me di cuenta de que era una víbora?" como quien se pregunta viendo una foto antigua "¿por qué nadie me avisó que ese peinado me quedaba de pena?".
Eran modas.
Pero las parejas no.
Las eliges como puedes, pensando siempre que es la definitiva, que va a ser precioso, que es un ser de luz maravilloso y que qué bonito, todo.
Luego, antes o después, la cosa se va desgastando y surge la temida rutina, se deja de hablar, se entra en crisis. A veces.
Sigo creyendo que no siempre, que hay esperanza, que queda futuro y que es hermoso.
Tengo ilusiones, todavía. Y ganas de hacer cosas. Muchas. Me siento mucho más fuerte aunque sé de la fragilidad de las etapas, bloques, vidas. Todo puede cambiar en un milisegundo...
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