Ciento ochenta entradas y no abandono en el empeño, a pesar de la ausencia de éxito.
Hay días como hoy en los que lo mejor es abalanzarse sobre el teclado, ponerse cómoda y dejar que los dedos trasladen pensamientos, sin rumbo. Ni objetivo. Un poco de transpolación de la existencia, si se observa con detalle. Proyectos y planes, sí. Pero cuidadosamente seleccionados, como si fueran frutos en época de recolección y la frase un mero eslogan. No hablo de peces ni de pescados, que en catalán tendemos a confundir ambas palabras, como si fueran lo mismo.
Llaman de lejos, después de mucho tiempo y la ilusión se va tras la decepción, que solo persiguen un favor que, además, puede traducirse a moneda de curso legal. Me desagradan, en general, los abusos. Y cuando me tocan de cerca, todavía más... No me importa si soy o no normal, en ese aspecto.
Dicen que ya vamos siendo mayorcit#s para vernos forzad#s a hacer o dejar de hacer. Hace mucho que no es mi caso, aunque no haga tanto que soy mayor. Y tampoco eso me importa.
Yo no podría vivir sin sol. Lo digo hoy, que el cielo está nublado, los suelos mojados y las temperaturas comienzan su descenso implacable e inevitable. Lo digo hoy, si...
Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...
miércoles, 30 de septiembre de 2009
lunes, 28 de septiembre de 2009
I walk alone...
Es el título de una canción. La escuchaba esta mañana, moviéndome de lugar para una reunión y observando paisejes y viñas, vendimias y los primeros colores del otoño. A mi me gusta, el otoño. Pero no la estación ni lo que representa. Yo viviría siempre en primavera, con los brotes verdes verdaderos y brillantes emergiendo de cualquier hierba, planta y/o arbusto, además de árbol. Me gusta ver que todo resurge, no que los seres vivos decaigan, presagiando los fríos imposibles del invierno. Y eso que no debemos quejarnos, que nuestro clima es magnífico visto desde la mayoría de lugares de este mundo conocido. Yo no me quejo, pero tampoco quiero frío, que las tardes se acorten para dar paso a largas noches negras. Y simplemente sucederá...
domingo, 27 de septiembre de 2009
Historia horizontal...
Las pieles juntas, el abrazo envolvente, tiempo por detrás y por delante, el lugar magnífico. Pregunta:
- ¿Te apetece dar un paseo?
La respuesta surge inmediatamente, improvisada:
- Sí. Por tu cuerpo.
Y se ríe de mi...
- ¿Te apetece dar un paseo?
La respuesta surge inmediatamente, improvisada:
- Sí. Por tu cuerpo.
Y se ríe de mi...
jueves, 24 de septiembre de 2009
Conversaciones en silencio...
Sé perfectamente, a estas alturas, que no debería hacerlo. No hace falta que me lo reproches. Pero te prometo que [déjame hablar] la intención era la de mantener viva mi cuenta, una de esas cuentas que una tiene, "su" cuenta, en realidad, para evitar que la devore la inactividad y [por favor, no me interrumpas] quede suspensa en la red eternamente impidiéndome el acceso. Te prometo que he entrado para eso, ya te lo he dicho, pero cuando tenía en pantalla ese paisaje de colores pálidos que antes era rutina diaria, los ojos se han ido directamente hacia su carpeta y, una vez ahi, ya he jugado con las páginas del arcivo, yendo primero a la última y a las siguientes después. No, no las he leído todas porque eso daría para un par de días en jornada intensiva pero sí he abierto los primeros en el tiempo. Luego han venido los últimos, todos míos, porque de repente le dio por no dejar rastro escrito en evitación de reproches mayores, supongo. Después, sus palabras en suspensión, ya me han desconcentrado y por eso te he llamado, quizá para que me digas que no vuelva a hacerlo, quizá porque solo tú conoces toda la historia y puedes escucharla pacientemente, a pesar de las constantes interrupciones, que no me dejas hablar. De acuerdo, intentaré no seguir pensando en ello. Mierda de relación. Es que una no puede levantar cabeza sin que la persigan hordas de fantasmas, ¿eh? Te prometo que el mal cuerpo que sus correos me han dejado, otra vez, me va a costar de arreglar. Ni el gimnasio me va a devolver las entrañaas al sitio, verás... Sí, sí. Nos veremos pronto, aunque sea en mi casa y cenamos algo rápido... Pronto, si. Gracias, como siempre. Por estar ahi. No sé qué haría sin ti...
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Memorión, el mio...
Una vez te prometí y me devolviste otras promesas. Incluso nos juramos, con la misma fe que cuando un# coloca la mano derecha sobre una Biblia para tomar un cargo. El tiempo fue circulando y se sucedieron acontecimeientos y sus preceptivas consecuencias. No recordamos ni las promesas ni los juramentos. [Yo sí, como es de ver; con nitidez. Pero lo que duele de verdad es saber que tú ya no, que tú ya no...]. Ni [recordamos] la fe con las que pronunciamos y proferimos, ni la devoción sincera con la que entonces me mirabas. Y yo te devolvía la mirada. Incluso llegaba a adelantarme, a veces. Que siempre te entretenías diciendo que mi azul era el más sorprendente y nos despistabas de lo insustancial y rutinario.
Ese tiempo al que me he referido se ocupó de ahondarnos y de socavarnos, hasta de surcarnos, diría yo, para acabar atravesándonos. Tanto que ni nos recordamos. Estamos continuando y pienso [con toda la sinceridad de la que sigo siendo capaz] que es como si nunca hubiéramos conjugado plurales, hecho planes, acariciado espaldas o encendido velas. ¿Es eso posible? Recuerdo las frases, los destinos, tu columna y, por supuesto, el olor de la cera, la luz apagada y las cerillas que usábamos. Con nitidez y transparencia, sin frialdad o indiferencia. Que es que lo recuerdo todo.
Distancias, incertidumbres, tiempo y alguna certeza es lo que ahora somos.
[Lectura recomendada de la siguiente frase, compuesta solo de tres palabras: plana, sin ganas. La última frase ya es para ser leída con más dolor, pero para gustos].
Ah. Lo olvidaba.
Y mi tristeza. Esa también nos cuenta...
Ese tiempo al que me he referido se ocupó de ahondarnos y de socavarnos, hasta de surcarnos, diría yo, para acabar atravesándonos. Tanto que ni nos recordamos. Estamos continuando y pienso [con toda la sinceridad de la que sigo siendo capaz] que es como si nunca hubiéramos conjugado plurales, hecho planes, acariciado espaldas o encendido velas. ¿Es eso posible? Recuerdo las frases, los destinos, tu columna y, por supuesto, el olor de la cera, la luz apagada y las cerillas que usábamos. Con nitidez y transparencia, sin frialdad o indiferencia. Que es que lo recuerdo todo.
Distancias, incertidumbres, tiempo y alguna certeza es lo que ahora somos.
[Lectura recomendada de la siguiente frase, compuesta solo de tres palabras: plana, sin ganas. La última frase ya es para ser leída con más dolor, pero para gustos].
Ah. Lo olvidaba.
Y mi tristeza. Esa también nos cuenta...
martes, 22 de septiembre de 2009
Einstein...
Hay a quien le pagan una barbaridad por perder el tiempo, por esperar. Afortunad#s... Me pido que me deje de oprimir el entorno, que hoy arrastro conmigo diferentes ansiedades que han tenido a bien regalarme y que yo he hecho mias. En línea de normalidad, en evolución controlada, en paralelo. Me invitan a cenar y me quedaría dentro de la cama esperando a que se me vaya el frio de los pies. Tengo que seguir repartiendo los obsequios del verano para que no se queden dentro de mi armario [je] y ya no sé si compré de más o me quedarán almas vacías. Cada día es algún aniversario y antes los contaba. Pero ahora no. Y cada día es un día mundial u otro más local. Pero me quedo con que pueda ser un día más y me siga pareciendo un milagro...
lunes, 21 de septiembre de 2009
I feel like a guilty...
Es lunes. No puedo sentirme de otra manera desde que ayer escuché esta frase en una voz femenina, por la noche, muy tarde, cuando volvía a casa después de que el avión se retrasara por causas meteorológicas en el aeropuerto de llegada. En el de salida el sol se había puesto poco antes, naranja. Poca gasolina en el coche de cortesía y mucha soledad. El trayecto se me hacía largo y negro y esa voz me regaló la frase, que entendí. Ambas cosas me parecieron un regalo, anoche. La entendí en el contexto y también fuera de él. Y, sin embargo, a ti no pude entenderte nunca. Y eso, ahora, me parece un contrasentido imposible...
jueves, 17 de septiembre de 2009
Fear...
Si no hay imprevistos de última hora, mañana volverá a ser viernes. Pero un viernes de los que una lleva esperando con ilusión, de esos que se planean miles de veces y sobre los cuales se imaginan historias y alternativas para optimizar las cincuentarytres horas casi justas de duración. Restando las de sueño, la verdad es que no es tanto. Pero lo sorprendente es caer en la cuenta de que el tiempo tiene límites y que hay que repartirse para estar en todos los flancos donde se es requerid#.
Todo cambia despacio pero de repente el cambio producido es crucial. Un día miras a tu descendiente masculino y le reconoces metamorfoseado y realizando rutinas de adulto. Otro día observas a la descendencia femenina y la escuchas manteniendo conversaciones de chicos con sus amigas. Y para eso no hay que esforzarse mucho porque es tan niña todavía que no siente el pudor del tener que esconderse porque ya es imposible limpiar la conciencia de los primeros besos, por decir algo. Y la mirada hacia arriba, a la ascendiente, es desoladora, casi tanto como la que me devuelve el espejo por la mañana, por la noche, con esas lineas de expresión tan marcadas que ya solo la cirugía y, supongo, la química podrían matizar.
Así que, con estos cambios, habrá que aprender a adaptarse y organizar nuevos horarios. Precisamente, lo que [superando todos los miedos] pánico me da...
Todo cambia despacio pero de repente el cambio producido es crucial. Un día miras a tu descendiente masculino y le reconoces metamorfoseado y realizando rutinas de adulto. Otro día observas a la descendencia femenina y la escuchas manteniendo conversaciones de chicos con sus amigas. Y para eso no hay que esforzarse mucho porque es tan niña todavía que no siente el pudor del tener que esconderse porque ya es imposible limpiar la conciencia de los primeros besos, por decir algo. Y la mirada hacia arriba, a la ascendiente, es desoladora, casi tanto como la que me devuelve el espejo por la mañana, por la noche, con esas lineas de expresión tan marcadas que ya solo la cirugía y, supongo, la química podrían matizar.
Así que, con estos cambios, habrá que aprender a adaptarse y organizar nuevos horarios. Precisamente, lo que [superando todos los miedos] pánico me da...
miércoles, 16 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Mil cosas...
Seguro que tiene fin, todo lo que tenemos pendiente de hacer y que ha aparecido como si nunca antes hubiera pensado en ello. Siguen las cosas que hacer y el ánimo se resiente. A mi este tiempo no me gusta, por mucho que sepa que la lluvia es una bendición. Lo sabía antes de recibir un power point esta mañana que ponía los pelos como escarpias, ante imagenes de sequía universal. Aqui llueve y no lo hace bien, porque daña. La terraza apareció parcialmente desolada ayer, con los brotes verdes [no quiero hablar de política, así que poca broma...] desparramados por los tiestos... Este tiempo [decía] me entristece, me apaga y me enferma. No sé si curé mal, pero sigo con carraspera, que presagia males mayores. En fin. Además, tengo previsto seguir de verano este fin de semana y me voy a celebrarlo a una playa del sur. Vale, me llevaré algo de abrigo porque soy prudente. Pero quiero buen tiempo. Creo que lo necesito...
lunes, 14 de septiembre de 2009
Primeros días y metéo... todo intercalado...
La noche ha sido realmente breve porque los nervios de principio de curso la acortaron por el principio y el final. Inquietud y hasta dolor de barriga curé con algo de tiempo, actitud y ganas.
No sabe amanecer porque lo hace tarde y mal, oscuro.
Hoy las risas lo han llenado todo, creando complicidades extrañas. Quizá fueran los nervios, pienso. Y todo a punto excepto las mil actividades que la magia, que dicen es un arte, organiza por su cuenta.
No me gusta acabar el verano ni que falte tanto para una primavera.
Me esperan los forros, el material, los horarios y las explicaciones atropelladas, además de nuevos nombres con los que familiarizarme. Y soy tan mala para eso que seguro que a final de curso a Ana la llamo María, por ejemplo. Como si no supiera lo importante que es recordarlos...
No quiero tener que cambiar la ropa de los armarios y que llegue el frío.
Me escriben personas inesperadas que me sorprenden y, en cambio, no contesta quien ya ha recibido un recordatorio mío. Qué cosas...
No sabe amanecer porque lo hace tarde y mal, oscuro.
Hoy las risas lo han llenado todo, creando complicidades extrañas. Quizá fueran los nervios, pienso. Y todo a punto excepto las mil actividades que la magia, que dicen es un arte, organiza por su cuenta.
No me gusta acabar el verano ni que falte tanto para una primavera.
Me esperan los forros, el material, los horarios y las explicaciones atropelladas, además de nuevos nombres con los que familiarizarme. Y soy tan mala para eso que seguro que a final de curso a Ana la llamo María, por ejemplo. Como si no supiera lo importante que es recordarlos...
No quiero tener que cambiar la ropa de los armarios y que llegue el frío.
Me escriben personas inesperadas que me sorprenden y, en cambio, no contesta quien ya ha recibido un recordatorio mío. Qué cosas...
jueves, 10 de septiembre de 2009
Dime...
Te aseguro que me gustaría prometerte que todo seguirá igual, que nunca cambiaremos y que tenemos futuro. A veces, también yo estoy convencida, como tú, de que sucederán todas las cosas que tenemos en una lista secreta y escondida, que regresarán los veranos y veremos la Cruz del Sur y seguiremos paseando, sin detenernos, nos miraremos y sabremos que es momento de callar el reproche que nos llena la garganta. A veces también yo creo que todo eso será y sigue siendo posible y no hay por qué dudar de nada y siento que somos invencibles, como una armada poderosa de uniformes rojos y azules. Dime que todo irá bien...
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Visitas y odios...
Alguien sigue entrando desde el norte. Inquietud y silencio. Sabía que no había otra cosa que esperar. Hay cosas que no cambian.
Esta tarde es larga como las cosas largas que no quiero ni pensar ni enumerar. Vuelve a ser una tarde larga que rompe las jornadas que terminan pronto y que permiten vida paralela.
He madrugado y he conducido hasta aqui. He regresado al gim, feliz. Además, sigo en forma. Pedaleaba y recordaba los pedaleos solitarios en el mar o las elipses entre puestas de sol o las zancadas en compañía de mis descendientes. Cierto que el verano ha dado de sí.
Siento esa tristeza alegre del recomienzo. Es el principio del fin de mis caos y se avecina el viejo orden de las encantadoras rutinas. Pero odio que se acabe el verano...
Esta tarde es larga como las cosas largas que no quiero ni pensar ni enumerar. Vuelve a ser una tarde larga que rompe las jornadas que terminan pronto y que permiten vida paralela.
He madrugado y he conducido hasta aqui. He regresado al gim, feliz. Además, sigo en forma. Pedaleaba y recordaba los pedaleos solitarios en el mar o las elipses entre puestas de sol o las zancadas en compañía de mis descendientes. Cierto que el verano ha dado de sí.
Siento esa tristeza alegre del recomienzo. Es el principio del fin de mis caos y se avecina el viejo orden de las encantadoras rutinas. Pero odio que se acabe el verano...
viernes, 4 de septiembre de 2009
Tengo ganas de volver a abrazar a un bebé...
Llega el fin de semana y me encuentra con un bajón de defensas que me metió en cama ayer por la mañana. Me desplacé hasta el despacho [sería más justo decir que me arrastré hasta aqui] porque tenía gestiones que esperaban mi intervención y ya no quería demorar más. Pero, con la psicosis de la gripe, cuando fui vista pañuelo de papel en ristre y sonándome profusamente, a la par que tosía y lamentaba mi dolor de cabeza, fui invitada a recogerme en casa. Terapéutica medida que hacía tiempo que no practicaba. Soledad. Cama de 12 a 3 con breves interrupciones telefónicas. Sueño corto pero reparador. Comida tardía y agradable, después de las ingestas incomestibles que he disfrutado en mis vacaciones. Retomar las tareas profesionales desde casa, porque para eso tengo acceso a mi sesión con unas claves que nunca recordaré. Y despachar otros dos asuntos urgentes que mejor sacarse de encima. Mi objetivo fue inicialmente mucho más ambicioso pero no quise llegar y me decanté por otras actividades personales, caseras, familiares, que también son agradables. Quizá más. La cena fue casi idéntica a la comida y mi noche menos plácida de lo que hubiera necesitado. Vuelvo a estar aqui, tosiendo y con idéntico dolor de cabeza, pero es solo un resfriado de aires fríos y calientes, que a mi los shocks térmicos me enferman. El martes es festivo aqui, así que tengo previsto llevarme el pc y quedarme fuera el lunes. Creo que por ahí hay quien necesita más cuidados y más mimos que yo misma. Y a eso iré. No sin pensar que quedan dos semanas para volver a volar...
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Expresiones...
Soy de ideas persistentes, recurrentes. Y mi corazón sigue de duelo. Incluso a mi me parece mentira la intensidad de mi tristeza por la ausencia de alguien que solamente formaba una pequeña parte de mi paisaje urbano. Y muy pequeña, para ser sincera. Pero, de vuelta a la ciudad, el tener que enfrentarme a este recomenzar habitual, el saber que no va a estar más en esa puerta, esperando la salida de nuestros descendientes, me ata el corazón con una fuerza sobrecogedora.
Reconozco por escrito que me llevé su recuerdo conmigo, de vacaciones. Y la rememoré en determinadas circunstancias, con detalles de cirujana experimentada, tratando de obtener matices desapercibidos, palabras escapadas, conversaciones mantenidas [no, como las amantes, no].
Sucede, además, que a mi los espacios abiertos, las naturalezas vacías, vírgenes, las montañas elevadas parecen acercarme más a mis ausentes. Y me aparto de todas las cosas y mi mente comienza su trabajo: el de recuperar, extraer momentos, revivirlos.
El proceso no es húmedo. Es sin lágrimas. Pero conste que lloraría sin pudor, discretamente, aunque estuviera [como estoy normalmente] acompañada. Hace tiempo, ahora, que no siento vergüenza ante lo que siente y expresa mi corazón...
Reconozco por escrito que me llevé su recuerdo conmigo, de vacaciones. Y la rememoré en determinadas circunstancias, con detalles de cirujana experimentada, tratando de obtener matices desapercibidos, palabras escapadas, conversaciones mantenidas [no, como las amantes, no].
Sucede, además, que a mi los espacios abiertos, las naturalezas vacías, vírgenes, las montañas elevadas parecen acercarme más a mis ausentes. Y me aparto de todas las cosas y mi mente comienza su trabajo: el de recuperar, extraer momentos, revivirlos.
El proceso no es húmedo. Es sin lágrimas. Pero conste que lloraría sin pudor, discretamente, aunque estuviera [como estoy normalmente] acompañada. Hace tiempo, ahora, que no siento vergüenza ante lo que siente y expresa mi corazón...
Este invierno que ha de venir...
No se me está haciendo tan difícil.
Me lo repito como si fuera un mantra.
A ver.
Es que sino...
La organización de nuestros regresos está a la espera de que llegue la fecha. Habrá que encajar horarios, actividades, personas. Y gestionar. Y llegarán las prisas y desaparecerá esta actitud calmada con la que he vuelto.
Prepararnos para la rutina de los días cortos, los amaneceres tempranos y las tardes negras. Odio que a las cinco el cielo esté oscuro. Es una invitación muda a meterse en casa, a encerrarse y a acostarse temprano.
Sé que este invierno va a ser determinante de una nueva etapa a la que deberemos aprender a adaptarnos. Uno no crece impunemente, sin causar problemas. Esta parte ya me la sé. La que tendría que estudiar desde el principio es toda la otra parte que me asaltará por sorpresa, me desesperará y me hará reconocer que la soledad, a mi, me atropella...
Me lo repito como si fuera un mantra.
A ver.
Es que sino...
La organización de nuestros regresos está a la espera de que llegue la fecha. Habrá que encajar horarios, actividades, personas. Y gestionar. Y llegarán las prisas y desaparecerá esta actitud calmada con la que he vuelto.
Prepararnos para la rutina de los días cortos, los amaneceres tempranos y las tardes negras. Odio que a las cinco el cielo esté oscuro. Es una invitación muda a meterse en casa, a encerrarse y a acostarse temprano.
Sé que este invierno va a ser determinante de una nueva etapa a la que deberemos aprender a adaptarnos. Uno no crece impunemente, sin causar problemas. Esta parte ya me la sé. La que tendría que estudiar desde el principio es toda la otra parte que me asaltará por sorpresa, me desesperará y me hará reconocer que la soledad, a mi, me atropella...
martes, 1 de septiembre de 2009
Reseñas...
Regreso con la retina llena de verde y de marrón, puro contraste del que dudar. Si no hubieran sido mis ojos los que se pasearon por esos paisajes, creería que era un retoque de postproducción.
Me he traído los olores y los sabores incrustados en las memorias y puedo sentirme tan afortunada.
El corazón se mueve tranquilo y con poco espacio, que lo llenaron todo.
También tengo la conciencia ocupada con las desigualdades y las diferencias. Y el alma flota todavía en esos vientos suaves que dibujan transparencias invisibles a miles de metros a contar desde el propio nivel del mar. Pero ¿qué mar?
Los ríos se unen e impiden desiertos. Los oasis surgen en cualquier parte y nadie usa el agua que fluye para desembocar más allá de las fronteras, en un país de burkas injustas, imposibles, inevitables, como las lapidaciones que siguen practicando.
Este verano me he convertido.
No sé si gracias o por culpa de, pero ha sido consecuencia de los Mil soles espléndidos que leí en diagonal y entre lágrimas.
Haría tantas cosas. Y no sé por dónde empezar, aunque hice un primer gesto de involucrarme un poco, de firmar juntos con otras dos cientas mil personas para que esto se detenga. Una no debe quedarse quieta cuando una igual es vejada y maltratada y asesinada. Yo no puedo.
Y de repente me doy cuenta ahora. Ni siquiera yo puedo creerme. Lo juro y lo prometo.
Pero tengo una conciencia que se despierta...
Me he traído los olores y los sabores incrustados en las memorias y puedo sentirme tan afortunada.
El corazón se mueve tranquilo y con poco espacio, que lo llenaron todo.
También tengo la conciencia ocupada con las desigualdades y las diferencias. Y el alma flota todavía en esos vientos suaves que dibujan transparencias invisibles a miles de metros a contar desde el propio nivel del mar. Pero ¿qué mar?
Los ríos se unen e impiden desiertos. Los oasis surgen en cualquier parte y nadie usa el agua que fluye para desembocar más allá de las fronteras, en un país de burkas injustas, imposibles, inevitables, como las lapidaciones que siguen practicando.
Este verano me he convertido.
No sé si gracias o por culpa de, pero ha sido consecuencia de los Mil soles espléndidos que leí en diagonal y entre lágrimas.
Haría tantas cosas. Y no sé por dónde empezar, aunque hice un primer gesto de involucrarme un poco, de firmar juntos con otras dos cientas mil personas para que esto se detenga. Una no debe quedarse quieta cuando una igual es vejada y maltratada y asesinada. Yo no puedo.
Y de repente me doy cuenta ahora. Ni siquiera yo puedo creerme. Lo juro y lo prometo.
Pero tengo una conciencia que se despierta...