Y lo dices con solemnidad y lo acotas en el tiempo. Es posible vivir media hora, o una hora, en el interior de un beso. Y amueblarlo. Sobre todo en los besos suaves, de caricia, dulces y perfectos, añado yo.
También me hablas de mantas que abrazan y hacen compañía, que ocupan un lugar llamado casa. Y llenan ese lugar de ti, por si acaso, por si no estuvieras, por si tu ausencia. Eso es, sin duda, un acierto.
Yo quiero instalarme a vivir en tus besos, practicarlos hasta que sean sublimes e inolvidables, adaptarlos a nuestras medidas y formas, y besarte...
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