Hay fechas y momentos, aromas y sonidos que se tatúan en la memoria. Y dejarlas aquí es lo que toca.
Yo, que soy de memoria mala solamente para lo que no me interesa, quiero dejar apuntado para mi mañana de buscadora de recuerdos que éste ha sido el año de los primeros monzones para ella, de cerrar un ciclo y una etapa, para ambas. Se va unos meses y mi nido se vació de descendientes. Por completo. Ninguna pena por mi, felicidad por ellos.
Antes de eso, de que se marchara facturando dos maletas de 75 cms, había que hablar un secreto mal guardado durante mucho más de quince eternos años, que son los oficiales. No se preguntaba, ergo no se comentaba. Se sospechaba, suponía, imaginaba. Se atacan cabos como quien teje bolillos y los encaja, tan desesperadamente despacio... Pero el fin de mi intervención como educadora y ejemplo terminó hará ya un año y llegó ese inquietante momento de rasgarme naturalmente de pies a cabeza, deteniéndome en el corazón.
A un metro y medio de distancia en el sofá, cara a cara, solicitó conversar sobre eso. Lloró y reimos. Escuchó y pidió confirmar y resolver dudas. Dió nombres y acertó. Fui como soy y dije toda mi verdad, sin artificios ni subterfugios.
Apenas queda nada que esconder y todo por compartir. Le agradezco en el alma esta bendita liberación. Eternamente...
Al final todo es mucho más fácil de lo que nos parece. Qué bien, sparkling. Un abrazo centrípeto (:
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