Aquí las parejas heterosexuales no pegan. Son de contrastes extraños. Un bajito con una mujer muy alta, otro elegante con alguien más vulgar, ella arregladísima y él en playeras. Son sorprendentes, la mayoría. Aún no he encontrado a nadie que no adore el dulce de leche, el mate y el asado. Son abiertos y angloparlantes, tienen acento dulce aunque no quieran y saben vivir en la incertidumbre dedicándose a lo que haga falta. Y se tatúan. Mucho.
Son solo unas notas para no olvidar, llenas de tópicos y bastante inútiles pero en días como éste suele suceder que se me mueven los pensamientos, se me despiertan los dedos y las ganas de escribir, como siempre en modo automático, sin preparación previa ni guión. Ni nada. Abro la nueva entrada, veo la pantalla en blanco apagado y comienzo a pulsar letras, que se van sumando (como diría Lareth...).
En realidad tengo mucho que decir, pero aún discurre ahí arriba, en forma de relato, a partir de cosas que veo, con quien hablo, lo que escucho y algunos recuerdos. Saldrá, lo sé. Y será bello...
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