Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

martes, 20 de octubre de 2020

Soñar recuerdos me salva de mi...

Me fascina esta incertidumbre y sé que repito la palabra. Hasta ese conjunto de letras me gusta. Es curioso...

Puedo volar a cualquier lugar en el que he estado antes y repetir: veranos, olores, azules, besos, colores. Antojo.

Repito proas y popas, 

  • ventanilla en la fila 2 de un B380, 
  • hoteles pequeños con baños de microcemento gris y blanco y celeste, 
  • playas de piedras finas color ocre o arena blanca, 
  • eriales gracias a vientos fuertes cerca del mar,
  • paredes de bambú y masajes,  
  • la cara helada deslizándome deprisa por la nieve blanda,
  • el olor cítrico del aceite, 
  • verdes tropicales y vientos. 

También puedo elegir pasar frío de verano en una montaña o sudar repentinamente después de una ducha en Bangkok, 

  • volver a tocar seda y algodón, 
  • saborear un mango maduro comprado en un puesto ambulante a pie de carretera, 
  • bajar de la moto sin casco y tomar unas fotos de la inmensidad del Mediterráneo a mis pies, 
  • escuchar el silencio de los pescadores cosiendo sus redes al atardecer, 
  • anudarme un pañuelo a la cabeza para que el sol me de un respiro, 
  • caminar buscando la cala inexplorada y desconocida, 
  • quitarme las botas de esquiar al llegar al hotel,
  • nadar y flotar durante horas en un mar turquesa y límpido, 
  • desayunar unos huevos Bénédict 
  • y comer una ensalada griega a media tarde, 
  • nadar en la piscina infinita más bonita del mundo, flotar,
  • tomar una ducha con la piel quemada y tumbarme a ver ponerse el sol, 
  • ver llover, 
  • caminar descalza sobre la hierba,
  • leer un rato. 

Escucho músicas que bajan mis biorritmos y me tranquilizan como si fueran la nana más bonita del mundo o uno de tus abrazos.

Puedo hacer miles de cosas desde la silla en la que me instalo últimamente, sólo con cerrar un poco los ojos y elegir el destino, el recuerdo, como quien decide la película, el documental de la noche en uno de esos portales de pago. Diría que eso me salva. De todas las cosas tristes, de los conflictos y los miedos, de las tentaciones, de las prisas y mis impaciencias, de las ausencias violentas, de los silencios, del aburrimiento y la nostalgia, de mi misma.

Soñar recuerdos me salva...

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