Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

jueves, 22 de mayo de 2025

Esas primeras citas..

Mariposas en el estómago.

Inspiraciones largas y profundas.

Sensación de inseguridad.

Todos los miedos reunidos, como los juegos de Geyper.

Un nudo en la garganta.

Tragando lentamente.

Intentando hacer tiempo y distraerme.

Procurando concentrarme en algún correo.

Imposible.

Hacer tiempo y pedirle a la cabeza que deje de imaginar y de inventar.

Que la caída será triste y dura.

Algo deben tener estas primeras citas.

Son incómodas de narices, pero hay algo que engancha...

miércoles, 21 de mayo de 2025

Sueños nítidos, pero secos...

No he tenido ni tiempo ni memoria para venir a dejar constancia de mi sueño de la noche del sábado pasado.

Porque fue un sueño, realmente.

No una pesadilla, no.

Fue revivir un momento loco pero bonito de mi vida con una protagonista igual (loca, bonita).

Con esa claridad y nitidez de los sueños especiales. Esos que cuando despiertas te maldices porque ha terminado.

En mi caso, desperté incorporándome de repente como la escena de la niña del exorcista que vomita puré de guisantes. A la misma velocidad, sí.

Fui capaz de recordar los pocos fotogramas de realidades soñadas y mejoradas que me permitieron construir un relato en movimiento y disfrutarlo. Todo el día. A medida que hacía cosas sin parar.

Una delicia, vamos.

Me dijo que estaba embarazada del cuarto. Ella, que no tenía instinto maternal.

Y luego de soñar este tipo de momentos y personas, te quedas (más) idiotizada y como levitando, revisitando cada palabra, cada imagen. Y te enfadas porque nunca existió, ni puede volver, ni se va a repetir.

Y es imposible. 

Pero qué gusto, por favor...

Una se acostumbra...

Géminis está que se sale los próximos meses. Ya me avisaron que la etapa negra, oscura y fea se acababa en estos momentos.

Menuda travesía, la mía. NO ha sido una cruz cósmica, pero diría que poco le faltó.

Eso sí. Purificada, renovada y contenta, la acabo (la travesía, la etapa,...).

Ahora comenzaré a ser un ser de luz, interesante y atractivo y la gente se sentirá atraída por mi hasta caer rendida a primera vista.

¿?

Bromas aparte, algo se va notando. Especialmente, que hace calor, los días son largos, todo huele a verano, a vacaciones y todos sonreímos más. Y hacemos planes maravillosos, aunque sea en nuestras ilusiones más íntimas.

A pesar de la geopolítica y la economía globales y particulares nuestras.  

Al final, el jetlag sí me está atacando. Y el insomnio me mantiene a ratos en vela a media noche. A veces al principio, otras casi viendo amanecer.

Una se acostumbra a (casi) todo. Excepto a que la traten mal o le hagan sufrir, ¿verdad? Y, en este caso, el verbo sufrir es amplio como una pista de aterrizaje, a lo largo.

Te acostumbras a dormir en camas ajenas y aprendes a encontrar el lugar dónde sirven los desayunos en los hoteles. A cambiar de vivienda y de coche. A que desaparezcan personas que fueron importantes y a que lleguen otras nuevas, que se van haciendo hueco. A la soledad y a entenderla. A dejar algunos hábitos y rutinas, a comenzar otros.

Una se acostumbra...

viernes, 16 de mayo de 2025

De borrachera internacional...

La sensación es la de borrachera. El dormir mal y a trozos, aunque cómodamente. Pero con antifaz y auriculares de los que quitan el hipo (ay, no! el ruido). Vestida, con manta que resbala, frío y calor a la vez. Ruidos, gente que se levanta, campanitas.

Caminar entre vuelos por enormes aeropuertos. [Se nos está escapando de las manos, esto].

Esperar y mirar pantallas. Estar alerta.

Camas enormes de hoteles cuidados. Duchas con bañera más grandes que una cocina, por ejemplo.

Depende de la cocina, claro.

Esta vez no he enfermado. Cosa que pienso celebrar, porque era una mierda de rutina, últimamente. Encontrarme mal, mucho y a menudo. Especialmente, de viaje.

Y esa es una sensación bastante terrible, por si no lo sabíais.

Tener wifi para chatear ahí arriba ha sido una bonita sensación de no soledad. Aunque no iba sola.

Las insomnes hasta dialogaban conmigo, a esas horas, a esa altura...

Alguna intentó llamar. Otra no se lo creyó. No había forma de demostrarlo...

Por cierto, ya ni siquiera sellan el pasaporte, al menos en ese país.

Me marché y vuelvo contenta. Ha sido provechoso y agradable.

Dormir bien, del tirón, durante horas a la ida me salvó la vida. Hoy estoy para el arrastre (como los pescadores que practican este tipo de técnica para pescar), pero hago lo que suelo: que me de la luz del sol para enterarme bien del cambio de hora.

Tan pocos días hacen imposible, materialmente, tener problemas de adaptación. Pero el sueño y el cansancio a mi no me los quita nadie. Por desgracia...

Cuenta atrás para el nuevo viaje lejos y a un país que nunca he visitado. Qué ilusión, oyes...

lunes, 12 de mayo de 2025

Apuntes sueltos...

Recibiremos el mismo trato que demos. 

Una relación fracasa lentamente cuando una parte nota que he dejado de ser importante para la otra.

La rutina es letal.

Hay que trabajar para que haya novedades, para salir de la zona de confort (y del sofá y la tele) y recordar hacer cosas interesantes por separado, para que la otra parte te vea así: interesante. Y para contarse esas cosas.

El secreto es que la otra persona no dude ni un segundo del lugar que ocupa en tu vida, que sepa que seguimos eligiéndola cada día, aunque haya tentaciones ahí afuera. Porque compensa.

Responsabilidad emocional. 

Confianza.

Comunicación.

Cuidado de la otra.

Diseñar sorpresas. Reír mucho.

Socializar, conjunta o separadamente.

Respeto y admiración recíprocos.

Siempre es mejor compartir la vida con alguien con valores, cultura y procedencia similar a los de una misma, aunque no es imprescindible.

Y ya estaríamos. Con esto, más o menos garantizas una relación saludable, igual y duradera.

Huele a verano...

Huele a avión. Seis en cuatro días.

También huele a coche. A hierba recién cortada, a trabajos en el jardín, en lija fina y barniz. A sol y a agua limpia. A tutelar un par de viñas en una pérgola. A subir la enorme sombrilla a prueba de vientos.

A fines de semana con la casa abierta y llena de gente. De esa gente que sientes casa, paz y abrigo, aunque haga calor y vayas en bañador. La que te abraza y te acaricia con cariño verdadero mientras habla, distraídamente, pero bien consciente del gesto.

Sigue oliendo a una mano alzada pidiendo ayuda y a un grupo de mujeres dispuestas acudiendo sin preguntar para qué. Dime dónde y a qué hora.

A comidas deliciosas y paseos frente al mar, despacio, con el sol y el viento en la cara. O despeinándote salvajemente.

Y a unas partidas improvisadas después de un partidazo que seguíamos cantando, coreando y coreografiando, también. Goles de felicidad.

Hay días y fines de semana y tardes de domingo distintas, que acaban haciendo una maleta liviana que no necesita facturación aunque sea grande.

Esta noche empieza la cuenta atrás y rodaré por varias pistas.

Ayer leí algo así: sabrás quién es realmente el motor de tu vida cuando te des cuenta a quién le dices que vas a despegar o ya has aterrizado.

Es ahí...


jueves, 8 de mayo de 2025

De agendas improvisadas y viajes más allá del Atlántico...

Es una de esas épocas en las que empiezo a hacer maletas. O no, pero me desplazo igualmente a pasar el día fuera y a alta velocidad.

Diré que me apetece. No como antes, que no me apetecía porque me regañaban. Mi ascendente, mis colaterales y los descendientes, por supuesto.

Hoy no es así. Dispongo de mi tiempo. Aunque no de mi agenda, que va un poco sin control.

Vuelven los viajes transatlánticos, en plural, en un par de meses, si llega.

Iré al invierno. Pero en business.

Y al trópico. En la misma clase.

Son traslados fugaces y un poco excusa, pero apetecen.

Buenos hoteles, actos sociales, vinos excelentes, gente nueva y viejos conocidos.

No es mal plan, la verdad.

Y a la vuelta, ceremonias familiares y felices.

Y después el verano, las vacaciones, el refugio en el campo. Y algún viaje a playas cristalinas, seguro.

Ni tan mal, ¿verdad? 

Pues eso... Ganitas...

miércoles, 7 de mayo de 2025

Esa sensación de que te acaricien el alma...

De nuevo el placer de tener algo de tiempo, de aparecer por aquí para volcar en modo automático lo que me ronda, sin más preocupación que obtener un poco de calma.

Etapas nuevas, sin duda. Varios frentes abiertos de esos que te remueven dentro de la zona confortable para escupirte sin aviso previo contra la pared, con los brazos y las piernas abiertos en forma de cruz, igual que en los dibujos animados de mi infancia. Resbalando...

Me dolían a mi, viendo sufrir a los protagonistas en la tele.

Están siendo días de estreno. De cambios de hábito. De limpieza y renovación. De movimientos que hacía tiempo esperaba (y no acababan de llegar nunca).

De proyectar y diseñar, de salir volando, de planes nuevos y lugares que no he visitado nunca antes. De copas en la playa, incluso de aguas con gas sin hielo y limón.

Esta primavera está siendo tremenda...

Ayer me tocaron el alma. 

Me leyeron. 

Me atravesaron. 

Me interpretaron.  

Entendieron más de lo que yo llevo comprendido de mí misma hasta la fecha.

Y me acariciaron la cara con las dos manos.

Una delicia. Francamente...

lunes, 5 de mayo de 2025

Hay personas, hay amores...

Hay personas que tocan fibras dormidas, incluso desconocidas.

Sin saber por qué, te sientes bien o mal. Te atrae o te repele. Te apetece o no.

Simplemente.

Sí sé por qué, en realidad. Al parecer es la forma que tenemos de conectar con lo que nos enseñaron que era el amor, el querer, en la infancia. Nuestro entorno.

Si nos quisieron bien, buscamos serenidades. 

En caso contrario, necesitamos la marcha del maltrato, el vacío, la ley de hielo y cosas así de preciosas.

Hay quien ofrece una relación pacífica y tranquila, segura, sólida, confiable. 

¿Aburrida? de sofá y peli. Pero nada más.

Para salir huyendo, claro.

Y otras personas que conectan con lo peor de nosotros, con la más horrorosa de nuestras facetas.

Y hay amores serenos, también. Y otros que son una tormenta negra en medio del mar a media noche, que nos atraen inexplicable e irremediablemente a una deriva dolorosa que acaba en naufragio seguro.

Sabes que vas de cabeza al abismo, al sufrimiento, a las lágrimas e inseguridades, al desierto emocional de la soledad.

Pero, como una idiota, vas. Así, sin pensar. Sólo atracción invencible.

Me pregunto por qué.

Si lo sabemos, ¿por qué nos dejamos arrastrar al barro? hablo por mí, naturalmente.

¿Qué tienen esas personas, esos amores, para atraernos así, a historias que nunca deberían haber empezado y que sabemos que acabarán mal?

A mi ese tipo de gente se me pega a la piel como una trampa para moscas de esas del papel con pegamento o como la miel a los dedos después de abrir un bote de cristal de hace tiempo. Ni con agua caliente.

Hace falta mucho jabón, para despegarlas. Y tiempo, y ganas. Y energía.

Se acaban marchando, pero al finalizar siempre me quedo arrinconada, un poco más pequeña, menos valiente y arrastrando más dolor.

No aprendo, señoras...

Aquí está todo...

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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