Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

lunes, 22 de febrero de 2010

Los besos que no vas a darme...

La pena y las lágrimas se contagian. Hoy me han arrastrado, pero confieso que mi pena era frágil, instensa y estaba muy cerca de la epidermis. Hay días en que la vida deviene seria y hay que estar, sabiendo o no. Aprendiendo, de alguna forma. Y en mi caso, acompañando, porque [a pesar del dolor propio] me envuelven los ajenos, próximos, cercanos, nuevos y sorprendidos. Una caricia, una mirada, la presencia y el gesto. Con esto debería bastar para recomponer una normalidad que ya nunca será como fue. Hay hechos irreversibles, uno especialmente. Y ese es el que estamos procesando como podemos, por sorpresa. Yo con las manos y los pies helados, algunas lágrimas que salen en grupo y una tristeza honda, por los 22 años, por las deudas, por el cariño y la nostalgia, por lo que quedó por decir y lo que nunca me dijo. Por todo eso...

2 comentarios:

  1. precisamente lo que estoy intentando digerir es todo aquéllo que no nos hemos dicho, aunque siga flotando la pregunta de fondo "¿De qué serviría?"

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  2. Yo, que también me quedé con todo por decir, creo que -de alguna forma- serviría... hubiera servido... Sí. Seguro.

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No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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