Sparkling

Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

viernes, 28 de noviembre de 2025

De futuros hermosos...

A estas alturas de la vida estaremos de acuerdo que en una vivimos muchas, ¿a que sí?

Son como bloques, a veces difíciles de detectar. Cuando empiezan y cuando acaban, quiero decir.

Luego, con perspectiva temporal, todo está más claro.

La etapa infantil, la del cole, el noviazgo, universidad, cada trabajo, maternidad de descendientes pequeños. Y así.

Una vez me hice adulta, voy cerrando por parejas/personas, que me protagonizaron.

Alguno de los bloques es precioso de rememorar. Otros son un asco verdadero. De preguntarte aquello de "por favor, ¿cómo no me di cuenta de que era una víbora?" como quien se pregunta viendo una foto antigua "¿por qué nadie me avisó que ese peinado me quedaba de pena?".

Eran modas.

Pero las parejas no.

Las eliges como puedes, pensando siempre que es la definitiva, que va a ser precioso, que es un ser de luz maravilloso y que qué bonito, todo.

Luego, antes o después, la cosa se va desgastando y surge la temida rutina, se deja de hablar, se entra en crisis. A veces.

Sigo creyendo que no siempre, que hay esperanza, que queda futuro y que es hermoso.

Tengo ilusiones, todavía. Y ganas de hacer cosas. Muchas. Me siento mucho más fuerte aunque sé de la fragilidad de las etapas, bloques, vidas. Todo puede cambiar en un milisegundo...

jueves, 13 de noviembre de 2025

Y sigo pensando en ti...

Escucho en bucle Nostalgy de Martin Bloch mientras escribo lo que va a seguir, sin guión previo. Solo una idea en mente.

Lo digo porque condiciona un poco. Y porque el tipo me encanta y os lo recomiendo para momentos de quietud y reserva. Y de soledad. Que es un sentimiento, una condición y una sensación.

Si digo tonterías me paráis y me sacáis del modo automático, embobada frente a la pantalla, sin mirar el teclado. Luego sale lo que sale...


Esta mañana he pensado en ti. Al abrir los ojos cuando sonó la alarma, al estirar el brazo izquierdo para sacar el teléfono del modo avión y ponerme al día.

He buscado alguna señal tuya. Y la he encontrado, así que se me ha escapado una media sonrisa, tumbada boca arriba, desperezándome, planeando el día y qué hacer para recuperar las ganas de hacer algo.

Me levanté demasiado deprisa de la cama y me dio vueltas la cabeza. No estoy tan bien como pensaba y sigo arrastrando algo que no tiene nombre, aunque puede parecer vírico, un golpe de frío, no sé. Me he apoyado en la pared con las palmas de la mano abiertas y la cabeza baja. 

Viviendo sola debería ser más cuidadosa porque es la segunda vez que me pasa. Y que si me desvanecía y me hacía daño no sé cómo ni quién se habría dado cuenta, ni cuándo...

Unos segundos más, todo pasó, me fui al cuarto de baño y decidí ducharme antes de desayunar, para alargar un poco el ayuno, como haces tú y te sienta tan bien. Tampoco tenía hambre, en realidad.

Mientras estaba sintiendo cómo resbalaba el agua caliente desde mi cabeza hasta los pies, recordé que nunca nos duchamos juntas en esa ducha como me hubiera gustado. Enjabonada y mirando las gotas de agua dibujando caprichos en el cristal de la mampara.

He visualizado tu cuerpo desnudo y cómo te enjabonaría la espalda y todo lo demás: despacio, consciente, con todos los sentidos apagados excepto el del tacto, potenciado. Tu vello erizado, tu cabeza hacia atrás, tus brazos abiertos en cruz, sujetándote para no perder el equilibrio.

Chorro frío.

He pensado en ti mientras hacía mi primer café. Poniendo el agua. Añadiendo los granos con una mano mientras sujetaba la máquina como podía. También me he acordado de que tomas varios seguidos, sin azúcar, y que te gustan mis vasos para no quemarte los dedos.

Al salir de casa he recordado que tenía que cambiar de llavero urgentemente. Pero había unas cajas (que ya no están) que impedían abrir el armario donde lo guardé para no verlo. Corazón que no siente.

He cruzado la calle viendo el lugar donde aparcaste el coche el último día que me visitaste. Agua condensada en la luna delantera y figuras divertidas. Arranqué silenciosamente y con la mirada perdida, pensando en nosotras y en que muero por viajar contigo, irnos lo más lejos posible de todo, de todos, de la vida que llevamos... Y construirnos juntas.

Me he sentado a la mesa del despacho. 

Ausente, apática y apátrida, sin ti...


miércoles, 12 de noviembre de 2025

Un cuento. Chino...

No quería conocer a nadie. Y me conociste a mi.

Era demasiado pronto. Para mí y para ti.

Sabía lo que quería. Aunque no entonces. Pero tú no.

Los miedos nos ahogaron y un psiquiatra lo curó, todo. El primer día.

Loca por ti. Tú loca por mí.

Creí que la paz y el equilibrio habían llegado, por fin.

Hicimos capas y capas de un nudo grueso, imposible de deshacer. De yute o esparto. Natural, al fin y al cabo.

Como en todo amor imposible, aunque suene a decimonónico.

Lo supimos, lo veíamos, sin poder cambiar nada, haciéndolo mal. Cada vez.

Cada estira. Y afloja.

Inestabilidad, ir y venir sin salir de casa, soledad, ansiedad y angustia (que no son lo mismo, no).

Felicidad. De pronto, el horror.

Los nudos no se deshacen. Se cortan. Lo dice una amiga.

Y no tenemos tijeras, ni fuerza para asirlas. Ni ganas. Ni la teníamos. No las tuvimos.

El enganche inicial, la atracción de la piel, la comunión horizontal, los silencios perfectos. Besarte la lengua.

Y los huracanes, los gritos con las bocas cerradas, las horas pensando sin concentración.

Las esperas.

Ni contigo.

Ni sin ti.

Pero con nadie. Faltaría más.

Sin planes. Cancelando reservas e ilusiones, que mueren contigo.

Palabras que significan tantas cosas feas. Que quedan ahí, ingresadas al subconsciente, sumadas, presentes, dolientes.

Deja que te abrace. Túmbate a mi lado. No des un portazo al salir.

Incongruencias.

Incomprensibles, inesperadas, insospechadas.

Tu belleza.

Tantos errores. Tanto sofá y tanto Netflix, querida. Te equivocaste conmigo, ¿verdad?

Y te diste cuenta tarde. Cuando no podía ni verte, ni quería saber de ti, ni el tacto.

 de tu alma negra.

Y tampoco te lo esperabas. Te abandonaste, engordaste, te sedentarizaste, ni leías, ni aportabas, ni eras útil. Y nos fuimos lejos de la otra.

Con la esperanza de renacer y volver a ser felices...

lunes, 10 de noviembre de 2025

De un dúplex y de mi casa...

Declaro oficialmente terminada mi nueva casa. Acabé con el par de muebles que faltaban. Eso fue la semana pasada, a finales.

Es un lugar tranquilo, relajante, de colores cálidos, rotos solo en dos o tres lugares.

Es grande y puedo tomar el sol por las mañanas. Como hoy, que me he quedado por primera vez.

He conectado el pc en el salón, mirando por la terraza que da al sur. Luz y sol todo el día, hasta media tarde.

Para las que no sois de aquí, se define a los pisos luminosos con un "orientación sur" o bien "orientación Tarragona".

Así que, sin haberme fijado mucho, está bien colocado y es alegre. Acabo de mirar la brújula del teléfono, porque no tenía ni idea.

Enlazo otro tema.

Hace unos días conocí a un grupo de gente interesante. Dejémoslo aquí.

Era una cena en un dúplex precioso.

Cuando todos los invitados dábamos los obsequios y los vinos, alabando el piso, la anfitriona se disculpó, diciendo que debería cambiar los muebles, que habían quedado atrás.

Era rigurosamente cierto. Muebles de madera oscura tipo Banak, coloniales. Unos algo más modernos que otros, ya de la era Ikea.

Típico piso montado cuando se casaron. Han criado ahí a tres hijos y el matrimonio se ha separado hace poco.

Yo pensé que más urgente era una pintura en todas la paredes. Alguna todavía tenía un estuco veneciano albero. Imagínate.

Pero la reflexión no viene ni de la belleza del piso ni de los muebles ni de la pintura.

Me hizo pensar en que en tres años he montado dos casas. La mayoría de los muebles de la primera son nuevos y la totalidad de los de la segunda.

Es una sensación bonita entrar en un lugar en el que has participado tú: eligiendo colores, materiales y ubicaciones; decidiendo si aquí va algo o no; observando que falta espacio para guardar cosas. O no.

El hecho es que hoy me he sentado a una mesa preciosa, en una silla cómoda y bonita. He puesto el ordenador, el mousepad y el ratón a la derecha (soy diestra). Un vaso de agua a mi izquierda, sobre un posavasos que compré en algún lugar porque me gustó. Pañuelos de papel, porque estoy con una faringitis equina.

Frente a mi un ventanal que da a las colinas verdes, un conjunto de muebles de terraza que también me gusta mucho, un par de árboles que están perdiendo las hojas y los frutos con la temporada y el frío. Algunas plantas en tiestos que combinan perfectamente con una gama de cremas y beige, crudos y verdes.  

Serenidad.

También tengo que decir que esta vez he puesto lo mínimo. Y que no pienso llenarlo.

Parquet nuevo, para ir descalza. Una librería con los libros que he leído desde que estoy aquí y los que van a la cola. Leo poco. Pero hay 12, que los acabo de contar.

La mesa de madera clara y las cuatro sillas. Un sofá. Una mesita baja y un estantería delgada que va al lado del sofá, contra la pared, para cargar y dejar cosas sin que se caiga todo. La cocina ya estaba acabada. Esto sería el salón. Y de lo demás no hace falta hablar.

Me he dedicado a añadir esos caprichos que una va sumando a la lista de deseos a lo largo de la vida. Pero mira. Ya tocaba. Ni me arrepiento ni tengo remordimientos...

No sé dónde iré después de este lugar, si es que la vida vuelve a cambiarme de sitio. He aprendido a mirar delante pero a corto, sin entretenerme en cosas que pueden no suceder o que no puedo controlar.

Así que voy a seguir disfrutando de este hogar, con vuestro permiso...

martes, 28 de octubre de 2025

Esos principios...

Qué bonitos los principios...

Esos en los que no conoces a la otra parte.

En los que tú misma te muestras preciosa.

Sin grises, ni miedos, ni presiones, ni nada malo.

Todo son planes de futuro y ganas de hacer cosas, nuevas o no.

En la otra punta del mundo. Como si no hubiera guerras, ni países peligrosos, ni zonas catastróficas.

Tú quieres marcharte. Cuanto más lejos, mucho mejor.

Esos momentos en los que acabas de coincidir y os miráis con las babas cayendo a ambos lados de las comisuras de los labios. Con admiración y devoción.

Esos de antes de que lleguen las nuevas rutinas, cada pareja las suyas.

Los principios de los empujones a la cama, las risas, los atropellos, desnudarse deprisa y chocar de dientes entre besos apasionados.

Los de priorizar a la otra parte por encima de todo, los de desdibujarte para priorizarla, los de decir a casi todo que sí, aunque dé pereza o no apetezca nada, los de conocer a las familias y morir de vergüenza, a los amigos...

El principio en el que te ves compartiendo la vida hasta el final de todos los tiempos y te pides marcharte la primera, para no sufrir.

Las largas conversaciones en las que salen las coincidencias, si practica los mismos deportes que tú, si le gusta volar, qué tipo de comida prefiere, ¿el cafè?, ¿picante?, su país preferido, si vive con alguien, cuántas relaciones ha tenido, cuál le marcó más...

Y todo eso produce el efecto del pegamento a cada frase, con cada respuesta, cada plan. Y te vas colando y se va introduciendo, hasta crear el hábito más difícil de olvidar.

Esos inolvidables principios...

lunes, 27 de octubre de 2025

Gris claro, casi beige...

Sigo soñando con una casa de una sola planta, blanca, cerca del mar Mediterráneo. Con un jardín asumible que cuidar, sin grandes obligaciones.

Veo un césped bien regado porque no tenemos restricciones de agua y llueve cuando debe llover, sin que la lluvia destroce nada.

Hay un microclima que permite estar en manga corta incluso en noviembre, aunque no sea siempre. Si hago tareas dentro o fuera de la casa, creo que hará el suficiente calor y no hará falta más que un delgado jersey de entretiempo o una sudadera, de esas anchas.

Tiene una piscina de tamaño medio y fácil de mantener. Ahora que he aprendido, siento que puedo con todo. El fondo es amarillento y el agua cristalina.

Buganvillas, lavanda, tomillo, algunas rastreras (como tanta gente) y espacios limpios y verdes, que me ocupo de cortar yo personalmente. Y de cuidar.

El terreno es liso o con poca pendiente y está perimetrado por un muro no muy alto pero igualmente blanco, tocado con losas catalanas o árabes.

No hay soledad pero sí intimidad. y todas las aperturas (puertas, ventanas) disponen de rejas de seguridad por si es necesario. Invisibles.

Hay un gran salón comedor estar, con una larga mesa de madera para muchos comensales. Diez, por lo menos. O doce. Cerca de la cocina, abierta, que cuenta con una pequeña mesa redonda donde voy a querer desayunar cuando no lo haga de pie, como últimamente.

El suelo es de microcemento, para ir descalza y deslizarte, en toda la casa. De un gris claro, casi beige.

La zona de sofás es un peligro, porque una vez te tumbas a leer o a charlar, ya no quieres salir de ahí nunca más. Las vistas al mar cortan la respiración. Son grandes y mullidos, en lino de varios colores.

En la parte trasera hay algunos árboles frutales. Uno de cada. Un cerezo, un olivo, un limonero, un naranjo, un manzano... Y jazmín y galán de noche y otras plantas aromáticas. Cuando vuelvo de mi paseo diario y entro por la puerta principal de la casa las remuevo y me quedo oliendo, con la cabeza ligeramente inclinada hacia arriba y con los ojos cerrados.

Son los recuerdos...

Voy al pueblo con una bici eléctrica o un quad o una moto pequeña y manejable. Ni necesito más ni quiero ruidos ni tengo fuerza ya para sujetar cosas más grandes.

El garaje, para dos coches, es un edificio independiente, con mucho espacio y todo organizado en las paredes y cajones, al lado de la casa de invitados, que suelen ocupar amigos y familia. Me encanta tener gente en casa, si ellos también se sienten en su casa. Sin cumplidos.

Leo, escribo, medito, hago actividades en el pueblo más cercano y me cuidan. El gimnasio tiene lo que ha de tener y unas vistas... Tomo el sol cuando debo, pero en la justa medida. La piel me ha pasado a estas alturas una factura inasumible...

En la cocina estás tú, con un vestido de lino azul, que deja a la vista unas preciosas piernas morenas y bien formadas, cocinando una de tus últimas recetas. Por el olor diría que es un suquet de pescado, ¿verdad? 

Yo me acerco por detrás, te abrazo por la cintura y pego mi mejilla derecha en tu espalda. Un buen rato, balanceándote despacio en un giro pequeño, repetido. Te secas las manos, las pones sobre las mías y suspiras profundamente. Sin prisa.

Ya lo sé. Me pongo a preparar la ensalada, que me he entretenido y se nos está haciendo tarde...

Faltan plantas...

¡Qué curiosa, la vida!

Después de pasar un fin de semana introducida en una naturaleza salvaje, verde y de todos los colores del otoño, con sus degradados de marrones a amarillos, con un grupo de personas que me quieren y a las que quiero, me siento de nuevo a la mesa del despacho, con la cabeza fuera.

Como si no hubiera vuelto, ¿sabes?

Como si no quisiera volver, en realidad.

Como si estar desocupada fuera una solución, en lugar de catástrofe.

Digamos que ya estoy casi del todo instalada en mi nuevo lugar.

Estoy a medias de mi cambio de armario, pero reconozco que me cuesta ubicar las cosas y que con la ropa de verano cometí errores de distribución.

Valoro enormemente el espacio, cada rincón que he ido montando. Hay rincones encantadores en cada lugar y a mi me convence bastante, además de ser un poco útero, lugar seguro, con vistas y profundidad, con mucha luz y bien ventilado.

Aunque mi frase preferida sobre este asunto es una: "la casa perfecta no existe".

No voy a extenderme en eso, pero si se piensa bien es así.

Solo faltaría que ese espacio respirara vida. 

Quizá falten plantas... 

;)

martes, 14 de octubre de 2025

Etapas y proyectos...

Que la vida está construida de etapas es algo sabido.

Darte cuenta de que has cerrado una dignamente y empiezas otra con ilusión es muy bonito.

Como por milagro me he estabilizado, aunque no paro de pensar en cambiar de vida. Y me refiero a lo profesional.

Me atropella la idea de ¿y qué voy a hacer si se me vacía la agenda y me quedo sin responsabilidades y todo eso?

Pues no lo sé.

La verdad, no lo sé.

Lo único que sé con certeza es que no vendrá nadie a buscarme por mi cv, como mucho se piensan (lo sé porque ya he estado ahí y no sucedió), que no encontraré nada remunerado si soy yo quien se pone a buscar (todo lo que sea mentorizar y dar charlas va sin dinerito anexo, que yo lo sé).

Ponerme a cambiar cosas financieras, cambiar inmuebles, comprar o -lo más probable- vender llena unos meses y poco más.

Peluquería, masajes, fisio, deportes, gardening, bicis asistidas y socializar aparentan llenar poco la agenda.

Añado estudiar cosas que me interesen. Y escribir algún relato corto.

Insuficiente, para mi.

Viajar. Vale. Todo depende...

En esas ando: intentando estar aquí mirando fijamente a mis pies y mi próximo paso para no agobiarme, por un lado, y por otro soñando con construir una vida que está tomando forma...

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Diagnósticos y mindfulness...

Contenta y bostezando. Así estoy hoy.

Estudiando cosas que me refuercen.

Y resulta que el 90% de las recomendaciones que me dan ya las estoy poniendo en práctica desde principios de año y, con más fuerza, antes de las vacaciones de verano.

El cuerpo y la mente combinados son curiosos. Demandan lo que necesitan. Solo hay que escuchar atentamente.

Exploraré con interés y disciplina las pocas cosas recomendadas que me quedan porque quiero estar mejor muy pronto.

Saber exactamente lo que estoy pasando me ha ayudado dos o tres horrores. Saber que no es una enfermedad ni un trastorno ha sido un regalo.

Y todavía me siento más privilegiada.

Coinciden en que hay que mirar a corto, al aquí y ahora. El mindfulness que hace años ya empecé a practicar, sin mucho empeño.

Pero puedo retomarlo y aprender a hacerlo mejor.

Y me pongo desde ya...

martes, 16 de septiembre de 2025

Bautizada estoy...!

Por fin le han puesto nombre. 

Ahora ya sé a qué atenerme, cómo enfocarlo, ponerle remedio, trabajar en ello.

Un poco ruleta, bastante juego y los ánimos mejorando a marchas forzadas, sin haber siquiera empezado.

Estoy más tranquila. 

Esperanzada e ilusionada.

No solo por esto, si no por todo lo demás, también.

He logrado rechazar la baja larga, seguir mi vida normal (¿?), aplazar viajes por todas partes que no me aportan si no todo lo contrario y fijarme a corto. 

Ya tengo reserva para cosas que me apetecen mucho, incluida parte de la Navidad. La otra parte hay que planificarla entera, aún.

De momento, funciona que me haya vuelto la ilusión...

lunes, 15 de septiembre de 2025

Spoofing y phishing y sigo cabalgando...

Es para reír y escribo en plan de mofa.

Pero lo cierto es que estoy siendo objeto de ataque por tierra, mar y aire.

Por un lado, spoofing y phishing.

Un no parar de correos, banners, amenazas, suplantación de personalidad... El Fraude del CEO, vamos, del que tanto se ha escrito.

Como digo, divertido.

Como si fuera alguien. Como si existiera. Estas cosas llegan cuando menos te lo esperas. Cuando te planteas cambiar de vida (¿alguna vez no me lo he planteado cada día, varias veces?), irte del país, recomenzar en un momento de bajada en aguas bravas con una piragua ultra ligera y mega acuadinámica (¿existe, la palabra?).

Pues eso.

Otra etapa. Y ya está. Como tantas otras, tan marcadas, ahora que tengo la sensación de haber vivido mil y una vidas.

Hay cosas preciosas. Hay personas que son tesoros. Soy una privilegiada. Me quejo por aburrimiento, en realidad. Y bla bla bla.

Ladran, luego cabalgamos (que no es del Quijote, sino que puede venir de Goethe, un proverbio turco o de Rubén Darío. Ya ves...).

lunes, 8 de septiembre de 2025

Otrosí digo...

Por cierto:

- mueble del recibidor comprado y pendiente de entrega (monísimo); ya veremos si el montaje, que a mi se me da taaaaan bien, es fácil o la caja llena se va a quedar ahí, pendiente (como las otras cosas/cajas),

- tv recibida y pendiente de montaje,

- ansiedad: sigo a tope (de mal, quiero decir),

- planes de futuro: en el aire,

- billete de ida pendiente de comprar,

- #putoeclipse

Un finde estupendo, el ejercicio y mi ikigai...

El mundo de los blogs está muerto. Y, sin embargo, gracias Neuronas porque desde que me linkeaste parece que esto ha cobrado vida.

Hablemos del eclipse de ayer, la luna roja o de sangre y bla bla bla.

Punto de inflexión emocional.

Época de cierres de asuntos improductivos abiertos hace seis meses. Bingo.

Etapa de finales necesarios, disolución de límites y necesidad de soltar lo que ya cumplió su ciclo (cito textualmente). Segundo bingo.

Se nos pide responsabilidad emocional, estructura en medio del caos y madurez para enfrentar las ilusiones que se disuelven. Ahí hay trabajito.

Sin comentarios.

Y yo que me lo he pasado súper bien este finde. Acompañada y abrigada, cuidada, escuchada, hablada, llorada y reída.

La foto que queda para la posteridad es: ellas sentadas o de pie delante de una ermita monísima y yo espontáneamente haciendo la vertical en una de las columnas. Disparo automático que captura el instante.

Aún me pregunto por qué hice ese movimiento. Supongo que porque me siento muy bien físicamente y porque ellas me recuerdan nuestra época. 

Ha sido bonito volver a abrir las puertas y decirles: es vuestra casa. Las cosas están aquí y aquí y no esperéis cumplidos.

Tiempo para todo. Como hay una hiperactiva TDH (además de mi), no hemos parado. Cestos de moras maduras y enormes recogidas para hacer mermeladas, higos, uvas, paseos sin prisa y a veces en silencio, visitas a lugares mágicos y pueblos reconocidos como los más bonitos, baños de sol y siestas, baños de aguas gélidas como si nada, desconexión, silencio, soledad, reencuentros. 

Buscar piedras bonitas para rellenar surcos. Que cada una elija alguna que le llame la atención, le guste, sea de una forma rara...

Ver sus caras al estar ahí por primera vez. Mirar, preguntar, querer saberlo todo de golpe, miles de por qués. El mismo número de respuestas.

Cocinar juntas, comer al sol en la terraza, juegos de mesa con unos vinos por la noche, las risas flojas, gritar sabiendo que no molestas a nadie, las campanas, una música bonita...

La palabra podría ser reencuentro. Otra: ofrecimiento. De nuevo: refugio. Terapia. Amor incondicional, del de dejarlo todo (literalmente) para estar ahí, si alguna necesita algo. Así fue en el pasado. Así seguirá siendo.

Unas han ido a mucho peor, con el avance de la vida. Los nidos se han vaciado y están solas en condiciones incómodas o preocupantes. El nido de la que nunca pudo llenarlo, lo ocupa ahora una perra muy simpática de las que cambian la vida.

De mi he procurado hablar muy poco. Pero siempre sucede lo mismo: tenemos dos vidas. La nuestra y la que los amigos piensan que tenemos. Pues ellas creen que la mía es un espectáculo de viajes, gente, amantes en todas las ciudades, comidas, y así.

Ya no me entretengo mucho en desmentir y decir aquello de que no es oro todo lo que reluce, porque cansa y mucho no escuchan, veréis. 

Hace muy poco una de ese mismo grupo me preguntó si yo era comercial de lo mío.

Le dije que sí.

Da igual, a estas alturas. Del todo.

Siempre he preferido ser discreta, el segundo plano y la sombra, está claro y esto lo demuestra. No sé. Cada cuál es como es.

Y yo cada vez soy mejor segunda. Lo tengo claro.

Aunque flirtee con eso de dejar de ser algo, pronto, y pasar a tener el control de mi vida.

Sigo pensando a qué la dedicaré, por cierto. Sigo buscando mi nuevo ikigai, con interés y curiosidad...

Se fueron temprano, porque su viaje era más largo que el mío. Y me escapé a la montaña. A caminar, a trotar y a gritar. Ayer sin música. Solo escuchándome a mi, buscando mis respuestas y haciendo planes, tomando decisiones que nunca son fáciles ni rápidas.

Sigo perdiendo peso, ganando músculo, resistiendo carreras cortas y teniendo ganas de hacer deporte, sudar y sacarlo todo.

Esta tarde, más. Si la lluvia no lo impide...

viernes, 29 de agosto de 2025

Mientras haya salud o el desorden...

Con la rutina va resultando más difícil mantener el ritmo de hacer ejercicio como estas semanas atrás.

También es mucho más difícil no comer por impulso y ansiedad, por hacer algo.

El desorden lo doy por hecho. En casa, en los armarios, en el espacio que habito, en mi mente.

No hablo de caos. Hablo de desorden. 

Tampoco hablo de TOC. Voy haciendo, cada día un poco. Solo queda una caja llena de ropa de invierno por ubicar. Además de varios armarios llenos de ropa de esa temporada y que hace siglos que no me pongo.

Habrá que tomar decisiones. No me da miedo. Ni respeto. Ni grima.

Me aburre, me da pereza, no me interesa. Y sin embargo necesito tenerlo bajo control.

Por ejemplo, el mueble del recibidor.

He encontrado uno que me gusta (cosa nada fácil).

Y pienso: pero si te vas varias semanas, ¿Qué te importa a ti tener el mueble o no tenerlo?

Pues mira, sí. Tenerlo me daría tranquilidad. Como tener montada la super televisión que alguien me ha hecho comprar para ver una serie de vez en cuando...

Y una vez esté todo organizado, ya me largo a las antípodas a otro continente y otra estación del año con la cabeza bien alta, los miedos disparados y que sea lo que tenga que ser. ¿Quién dijo miedo?

Un sinvivir, oyes... 

jueves, 28 de agosto de 2025

Van pasando las horas o billete de ida a otro continente...

Los días se arrastran, despacio.

Las oportunidades se amplían, a la misma velocidad.

Una se propone tantas cosas que los 80.400 segundos de un día no bastan. Ni siquiera dan para empezar a pensar.

Sigo teniendo pendiente lo del papel y el lápiz.

Estoy buscando billete. Bueno, me lo buscan. El de ida está medio apalabrado. No queda tanto. El de regreso, abierto.

Un sueño cumplido. Algo pendiente que cerraré.

Esperemos a ver. De momento, me estoy estudiando el clima en ese otro continente en los meses que han de venir. Por meter algo en las maletas, claro.

¿Una primera vez, a estas alturas? me parece precioso. A pesar de las incertidumbres y de lo que me espera a mi regreso, si es que es el caso. Si es que regreso, sí. A pesar de todo lo que no sé ni controlo. Ni lo que voy a encontrar (es fácil adivinar que, como en América, no tardarán en llenar mi despacho y mi silla. Cuento con ello).

Aún no lo he comunicado. Por si se gafa. Por si (para no variar) se cabrean conmigo. Como cada vez que tomo un avión. Qué cruz, toda la vida, de verdad...

Pero da igual. Me vendrá bien. Probablemente no para tocar fondo. Si no para arrastrarme por el fondo, tutear a la soledad, enfrentarme a todos los miedos a la vez y ver si tiro adelante o ya mi cuerpo grita lo que debe querer gritarme a la cara desde hace tiempo y de momento no le dejo.

No tengo idea de si avisaré a alguien. Y, en caso de hacerlo, a quién. Realmente, me importa poquísimo si me echan o no de menos.

Últimamente, desde que soy un ser de luz (cinismo activado), me dicen que soy "un poco" chula. Empiezo a darles la razón. A mi edad empieza a haber muchas cosas irrelevantes que no me interesan. Y eso se debe notar.

Pero plantearme el curso sigue siendo un asunto pendiente, que no sé bien cómo atacar. Y que no me gustaría demorar mucho. Yo, tan resolutiva...

Ahora que voy tirando de intuiciones, estoy segura de que el momento aparecerá sin avisar. Verás. Y pillaré un papel que, probablemente, serán las instrucciones de montaje de uno de mis nuevos muebles, y me pondré a hacer esquemas.

De momento, a corto. Un paso tras otro. Un día a la vez y muchos detalles que antes ni consideraba (constancia en el ejercicio, alimentarme para sobrevivir, respirar conscientemente y dormir).

Parece que los ataques de ansiedad se han retirado (es pronto para cantar victoria, Vic!) y eso me hace verdaderamente feliz. Y que duermo del tirón. Por supuesto, dopada. Pero es que hace poco, ni así!!!

Y van pasando las horas...

miércoles, 27 de agosto de 2025

De estrategias para el curso e intuiciones y cambios de vida...

Primera parte.

En todas partes. Inicio de curso. Rumbo. Dirección. Estrategia. Agenda. Planes. Proyectos. Septiembre.

Esas son las palabras clave que aparecerían en un globo, en caso de que buscáramos.

Y que, al menos yo, leo todo el rato. #putoalgoritmo

Intento concentrarme y centrar el tiro. Mucho pensado, mucho por hacer y el tiempo se va restando, implacable.

Tópicos: salud, alimentación, deporte, ejercicios de fuerza, sociabilizar, conocer gente nueva, ir a algún sitio en el que no hayas estado nunca antes, querer, dejarse querer, cuidar y dejarse cuidar.

Vale.

Por cierto, como soy una mujer "tocada por la búsqueda" (de respuestas, soluciones, milagros...), he decidido añadir una actividad totalmente nueva a mi vida: el Chi Qung. Iré contando.

Pues ahora, prioriza todo esto. Añádele viajes de trabajo y escapadas de retiro, que también son necesarias. Cada cual a su paraíso preferido. Allá vosotras. Yo el mío, de momento, lo tengo claro.

Y a ver si os sale como a mi una bola difícil de organizar, especialmente si gran parte de la agenda no la gobierno yo.

Segunda parte.

Últimamente he tenido como intuiciones extrañas. Desde hace bastantes meses. En mi entorno se han alarmado: qué exagerada, nada que temer, por qué anticipas, no te adelantes, qué ganas de vivir con el cortisol por las nubes, pero si todo está en orden!

Podéis añadir tantos sinónimos como queráis. Acertaréis. La loca e histérica soy yo. Vale.

Pero va y se cumple. La primera intuición, hace unos meses. Digerida y superada y, al final, agradecida, supongo que porque supe sacarle lo bueno a lo malo. No sé.

La segunda, hace unos días. Profunda felicidad.

Y ahora me ronda la tercera. La más grave, probablemente (si cierro los ojos y no le miro a la cara a la cuarta, que sería letal y de momento de lo que no se habla no existe).

La intuición que va a cambiarme la vida. En unos meses. Máximo [y porque estoy en manos de un Piscis que no decide ni que le maten], un año. 

Alargando mucho.

Y necesito coger lápiz y papel (sí, tecnología punta) para ordenar ideas y futuros. Hacer dibujos, hacer números, visualizar...

No digo que no me divierta. Digo que me acojona, me preocupa y otras cosas peores...


martes, 26 de agosto de 2025

Mierda de post y se aceptan ideas, por favor...

Típica mierda de post para contar que empiezo el curso sin ganas. Original no soy. Lo sé.

Sí, soy de las que empieza en septiembre y no el 1 de enero. ¿Por qué? pues ni idea. Me debe venir del colegio. Aquel lugar al que fui hace 50 años...

Y es momento de traer ya pensado un plan de acción para el resto del año. A eso he dedicado bastante tiempo durante mis vacaciones, que han sido bastante regeneradoras, reparadoras y tranquilas. O no. Que ha habido momentos de un poco de todo...

Introspectivas, tanto como he podido.

¿Será año de grandes cambios? pues pienso que sí, pero es difícil de adivinar.

Es como hacer un presupuesto, que te lo inventas y cruzas los dedos.

Pues ando igual. Con proyectos, ganas de hacer cosas, nuevas disciplinas y (me temo) muchos viajes. Lejos y cerca, un poco como siempre. Acostumbrada a que mi mano derecha acabe en el asa de un trolley y llevar ahí dentro todo lo necesario. Y normalmente no me falta nada, oyes.

Cada vez vivo con menos y más frugalmente.

Como menos. Peso lo que pesaba a los 30 años. Hago mucho deporte. Bebo "lo normal". Me relaciono socialmente y emocionalmente. He recuperado la ilusión porque mi nueva casa sea un lugar acogedor y que lo que hay dentro sea elegido minuciosamente. Todo nuevo. Así cualquiera. Ya lo sé.

Pero ni ilusión me hacía. La he recuperado y en un día y medio me he puesto las pilas y ya es otra cosa... Sonrío y estoy contenta. Aún faltan cosas, si. En ello estoy. 

La familia debería crecer, se debería resolver un tema patrimonial familiar que es una putada gigantesca y si se cumplen mis intuiciones (como sucede casi siempre porque eso nos sucede a las brujas) pues me va a cambiar la vida. Económica y laboralmente. Antes del Q1-26. 

Yupi. 

Yija. 

Snif. 

Wow.

Acepto ideas para saber a qué dedicar el resto de mi vida, qué hacer con mi tiempo libre, dónde instalarme (zona geográfica: todo el mundo), cómo sentirme útil, cómo vivir tranquila desarrollando mi ikigai y ocupándome de mis finanzas, que me deben dar paz y seguridad.

Por favor y gracias...


jueves, 21 de agosto de 2025

Un verano como éste...

Hay veranos que prometen.

Que marcan inicios.

Que deciden finales.

Que exprimen las posibilidades del tiempo hasta el último segundo.

Que llenan.

O vacían y te hacen embarcar a solas rumbo a unas islas griegas.

Hay veranos llenos de gente, risas y sol. Y muchos planes.

Y otros que son pura soledad.

Están los veranos que te matan de calor.

Los más discretos de dormir tapada.

Que hacen empezar el curso con las baterías cargadas.

O arrastrándote.

Los veranos que nunca se olvidan.

Y los que regalan un rato de amor.

Los que aprovechas para "limpiarte", leer y hacer deporte.

Y luego están los veranos como éste...

sábado, 16 de agosto de 2025

Carta abierta

Mi querida (nombre a elegir)…

Espero que no te importe que te llame así después de tanto tiempo y que mi inesperado mensaje te encuentre bien. 

Sorprendida, ¿verdad? Ya imagino… Han pasado 18 años desde aquel verano de 2025 y el contacto entre nosotras se fue desvaneciendo hasta desaparecer. Era de esperar y las dos lo supimos desde el primer día. Pero también sabíamos que era lo mejor. 

De hecho, te escribo a esta cuenta de correo con la ilusión y la esperanza de que la mires de vez en cuando. Por eso, me encantaría que, si me lees, me lo comuniques, por favor. Bastará con uno de tus “A.R.”. 

Recordarás que me pediste que te informara si pasaban cosas importantes en mi vida, ¿verdad? Si me casaba o cosas así… Pues en todo este tiempo me han ido pasando cosas, claro. Bastante predecibles, poco relevantes y siempre pensé que no era cuestión de romper el silencio por esas tonterías. ¡Con lo que nos costó aquello del contacto cero! 

Me jubilé antes de lo previsto después de hacer equilibrios con algunos ahorros, éxitos de emprendedores a los que ayudé sin pensarlo mucho y alguna venta. Eso no es nuevo, ya lo habíamos hablado, pero dio dolores de cabeza en su momento. Ya no tenía ganas de seguir gestionando dificultades… y me volví egoísta. Primero yo. Después el resto. Y una vida simple y fácil. 

Estuve sola algún tiempo y aprendí a superar mi miedo a la soledad y al abandono. Muchas lágrimas por el camino, algunos retiros por medio mundo, seguí la terapia y estudié la filosofía advaita, el budismo y algo de medicina ayurvédica. Meditación y música tranquila, sin letra, para aburrirme, concentrarme y tener grandes ideas… Me he cuidado tanto como he podido, en realidad. 

Escribí un par de novelas en las que te hubieras visto reflejada. Con pseudónimo, claro. Eso fue parte de la terapia para superarte. Todo eso. Con poco éxito, porque no ha habido día en el que no haya pensado en ti… Yo ya sabía que iba a ser así y te lo dije. No me creíste. Pero yo he cumplido mi palabra, como mujer seria y responsable que siempre he sido. 18 años después y todavía te quiero. 

Vivimos en la montaña algunos meses al año. Y el resto del tiempo nos instalamos en una casita muy cerca del mar, en un rincón solitario, que es dónde prefiero pasar los inviernos. El gimnasio con vistas al Mediterráneo te encantaría, estoy segura. Y la piscina salina, también. Vamos improvisando, según nos apetece. Y procuramos escaparnos tanto como podemos. Algunos días, a cualquier parte, con excusas tontas como un nuevo restaurante o una exposición. Eso me da la vida… siempre ha sido así. 

Seguí haciendo ejercicio, siguiendo tu recomendación, y trabajé el peso. A mi edad, aún tengo los hombros torneados, como sugeriste aquel verano: ¡que era lo que había que trabajar! Que el resto estaba bien, en especial los cuádriceps y los bíceps. Gracias. Y tengo mis rutinas, ya sabes. Comida saludable, paseos, fuerza, padel, invitados en casa que se preocupan por nosotras. Retomé el golf y recibo clases cada semana. El profesor es un encanto y el deporte es tan difícil como siempre. Excusas para no estar quieta... 

Mucho tiempo después de nosotras y cuando estuve segura de que eras una cabezota que me había dado calabazas para siempre, apareció Laura. Bueno, antes hubo algún que otro lío, más o menos serio, más o menos largo. El récord de “casi algo” sigue siendo tuyo. ¡Ni dos semanas! jajajaj 

Ella era perseverante, inteligente, divertida y con muuuucho sentido del humor. Somos grandes amigas, además de una pareja un poco sorprendente porque somos dos almas libres que se eligen cada día para estar juntas. Nos acompañamos, nos contamos nuestros días y a veces coincidimos en el jardín, plantando o podando algún seto que se quiere escapar. Ella es más perfeccionista que yo, ¿te imaginas la combinación? 

Tendrías que probar nuestros melocotones, por ejemplo. O el aceite. Si te animas y te das prisa todavía llegamos a tiempo. Y así te presento a Laura y a Blues. 

Nunca hay nada igualable al primer amor, ¿verdad? O al amor que te abre los ojos y marca tu destino, como me sucedió contigo, pero no me quejo. Si en una relación siempre hay uno que ama y otro que se deja amar, adivina quién juega cada papel en mi relación con Laura. Venga, adivina. 

Mis hijos me hicieron abuela a partir de enero del 2026 y tengo cuatro preciosos nietos, que vienen de vez en cuando y se quedan con nosotras. La casa es suficientemente grande. La construimos pensando en eso y en que fuera un lugar en el que la gente se sintiera bien… ¿Te he hablado del gimnasio que hay en el piso de arriba? Te encantaría… 

Laura me regaló por uno de nuestros aniversarios un precioso cachorro de una camada que apareció por el pueblo. No me deja ni a sol ni sombra y escribir o estudiar con él a mis pies es una de las cosas más reconfortantes que hay en mi vida, ahora. Es alegría, es excusa, es motivo y es razón. Se llama Blues, porque tiene los ojos tristones, como caídos y fue lo primero que pensé al verle, que el tipo era un triste. 

Una vez hecha la introducción y el resumen de lo que han sido estos 18 años sin ti, voy a ir al grano porque imagino que todavía no supones el por qué de mi correo. ¿A que no? 

Bueno, es lo que vendría siendo un clásico en cualquier final de novela. Fácil de imaginar. Parte de una terapia personal, un cierre bien hecho, desde el corazón, imprescindible. 

Hace un par de años me tocó a mí. Un dolor de espalda distinto, que no se iba ni con masajes ni con antiinflamatorios. Otro clásico en mi familia, el riñón. Pero a mi se me presentó mucho después de los 63 años de rigor en los que fallecieron mi padre y mi hermana. Todo eso que gané, en realidad. 

La quimio y todo el proceso ya lo imaginarás y voy a ahorrártelo. He estado bien acompañada, por Laura y mis hijos, por supuesto. Entradas y salidas al hospital, tratamientos nuevos, esperanzas rotas y al final, hace dos días, esa frase: “ya no queda nada por probar, S. Esto no se detiene y nos hemos quedado sin alternativas. Lo siento tanto…”. Dos años procurando no perder la sonrisa ni ser una carga… Y a la pregunta de cuánto queda, una mirada baja y apenada de la doctora, encogida de hombros: “un par de meses, quizá…”. 

La psico oncóloga me recomendó que contactara sin demorarlo demasiado a las tres o cuatro personas más importantes y despedirme de ellas como toca, de frente y con sinceridad. Sin abusar, eligiendo bien. Que era un buen ejercicio en casos como el mío. Por mí misma, por la otra persona. 

Y le he estado dando vueltas a quienes iban a estar en esa breve lista y cómo iba a despedirme de cada una. 

Viniste a mi mente casi la primera. Y supe que no quería que me recordaras así, que prefería que te quedaras con la imagen borrosa de mis 61 años, si es que aún queda algo de mí y de nosotras en tu memoria. Y también recordé que te gustaba que te escribiera, así que todo cuadró fácil. Sin citas, sin miradas de lástima, sin momentos incómodos ni nervios. Por escrito. 

Para mi es hoy muy importante poder decirte que fuiste muy importante para mi en ese momento de la vida y que aprendí algunas cosas valiosas en el breve tiempo que compartimos. Gracias, de corazón. 

Y poder disculparme de nuevo contigo por no haber sido capaz de darte seguridad y estabilidad, a pesar de haberlo deseado con todas mis fuerzas. Espero que hayas sido feliz, a tu manera, pero feliz. 

Me encantaría abrazarte, pero estoy tan delgada que tus largos y fuertes brazos me darían dos vueltas, por lo menos.  

Seguiré pensando en ti, como cada día, hasta el último.

Te quiere,

S.

viernes, 15 de agosto de 2025

Terapias, vacaciones y el nuevo curso...

Me recomiendan esto como terapia. Escribir. Y aquí estoy.

No sé si para ocupar el tiempo, para escucharme o para ser leída. No importa.

Todas sabemos que la verdad, en realidad, aquí, siempre ha sido un poco ficticia...

Modo escritura automática on. A ver qué sale.

Es la cuarta vez que estoy en ese país [infinito, por cierto]. He estado en circunstancias distintas, cada vez. Y en lugares diferentes, también.

Algunos jamás los repetiría, por cosas caprichosas y personales. Y otros, sé que no me va a dar el tiempo y hay tanto que ver en tantas partes de este mundo explorado.

El balance de esta larga estancia es muy bueno, supongo que porque apenas tuve que ocuparme de nada, excepto de decir que sí a lo que había que hacer o en qué momento.

Lo crucial del día era a qué playa ir y qué comer. El resto salía de forma natural, como la convivencia y los acuerdos tácitos o los silencios.

Ha sido bonito, me he sentido abrigada y acompañada y lo repetiría mil veces. Hemos muerto a carcajadas. Gracias.

He mantenido mis disciplinas: con el peso y las comidas, algo de alcohol pero controlado, ejercicio diario, como correr o fuerza y peso. Menos lectura de la que me hubiera gustado, pero andaba con la cabeza distraída. Ni encender la tele o ver una serie.

El gimnasio del hotel lo hubiera querido para mi y eso de no tener que cargar con tantos kilos ha ayudado mucho a que sea capaz de aguantar al trote mucho más tiempo y a una velocidad mayor que nunca. Sonrisa grande en medio de la cara.

Dos recordatorios: mi descendiente masculino es de los que piensa que yo no corro sino que camino deprisa. Así que tampoco os vayáis a pensar que he mutado en gacela o algo así. Y el segundo, que mis traumatólogos me han recomendado no correr, que me va fatal. Y ya veis...

La verdad es que estoy contenta con mis cuádriceps y mis bíceps, no así con mis abdominales. Y con el color de mi piel, la verdad. Nada como pasarte el día en bikini de playa en playa, de piscina en piscina, bajo el viento y los pies y el cuerpo dónde rompen las olas...

Es tiempo de plantear el nuevo curso. Y lo hago con margen por delante, escuchando música tibetana, en un lugar privilegiado, tranquila y sin presencias extrañas que gritan nombre de perro, con una vela blanca encendida y aroma a lavanda en la casa. Es difícil visualizar sin datos, tanto como hacer un forecast a cinco años en este mundo cambiante... Pero se hacen.

Hago ejercicios en casa porque el aire no es bueno para hacer cosas en el exterior; hay alerta de calor y riesgo de incendios. Pinto mándalas con calma y hago meditaciones un par de veces al día. No sé hasta cuándo va a durar esto, la verdad. De momento lo disfruto. Y no hay nada que me importe más, ahora...

Aquí está todo...

Acerca de los datos personales

Mi foto
Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

Por si se pierde algo...

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