Sparkling

Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

martes, 14 de octubre de 2025

Etapas y proyectos...

Que la vida está construida de etapas es algo sabido.

Darte cuenta de que has cerrado una dignamente y empiezas otra con ilusión es muy bonito.

Como por milagro me he estabilizado, aunque no paro de pensar en cambiar de vida. Y me refiero a lo profesional.

Me atropella la idea de ¿y qué voy a hacer si se me vacía la agenda y me quedo sin responsabilidades y todo eso?

Pues no lo sé.

La verdad, no lo sé.

Lo único que sé con certeza es que no vendrá nadie a buscarme por mi cv, como mucho se piensan (lo sé porque ya he estado ahí y no sucedió), que no encontraré nada remunerado si soy yo quien se pone a buscar (todo lo que sea mentorizar y dar charlas va sin dinerito anexo, que yo lo sé).

Ponerme a cambiar cosas financieras, cambiar inmuebles, comprar o -lo más probable- vender llena unos meses y poco más.

Peluquería, masajes, fisio, deportes, gardening, bicis asistidas y socializar aparentan llenar poco la agenda.

Añado estudiar cosas que me interesen. Y escribir algún relato corto.

Insuficiente, para mi.

Viajar. Vale. Todo depende...

En esas ando: intentando estar aquí mirando fijamente a mis pies y mi próximo paso para no agobiarme, por un lado, y por otro soñando con construir una vida que está tomando forma...

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Diagnósticos y mindfulness...

Contenta y bostezando. Así estoy hoy.

Estudiando cosas que me refuercen.

Y resulta que el 90% de las recomendaciones que me dan ya las estoy poniendo en práctica desde principios de año y, con más fuerza, antes de las vacaciones de verano.

El cuerpo y la mente combinados son curiosos. Demandan lo que necesitan. Solo hay que escuchar atentamente.

Exploraré con interés y disciplina las pocas cosas recomendadas que me quedan porque quiero estar mejor muy pronto.

Saber exactamente lo que estoy pasando me ha ayudado dos o tres horrores. Saber que no es una enfermedad ni un trastorno ha sido un regalo.

Y todavía me siento más privilegiada.

Coinciden en que hay que mirar a corto, al aquí y ahora. El mindfulness que hace años ya empecé a practicar, sin mucho empeño.

Pero puedo retomarlo y aprender a hacerlo mejor.

Y me pongo desde ya...

martes, 16 de septiembre de 2025

Bautizada estoy...!

Por fin le han puesto nombre. 

Ahora ya sé a qué atenerme, cómo enfocarlo, ponerle remedio, trabajar en ello.

Un poco ruleta, bastante juego y los ánimos mejorando a marchas forzadas, sin haber siquiera empezado.

Estoy más tranquila. 

Esperanzada e ilusionada.

No solo por esto, si no por todo lo demás, también.

He logrado rechazar la baja larga, seguir mi vida normal (¿?), aplazar viajes por todas partes que no me aportan si no todo lo contrario y fijarme a corto. 

Ya tengo reserva para cosas que me apetecen mucho, incluida parte de la Navidad. La otra parte hay que planificarla entera, aún.

De momento, funciona que me haya vuelto la ilusión...

lunes, 15 de septiembre de 2025

Spoofing y phishing y sigo cabalgando...

Es para reír y escribo en plan de mofa.

Pero lo cierto es que estoy siendo objeto de ataque por tierra, mar y aire.

Por un lado, spoofing y phishing.

Un no parar de correos, banners, amenazas, suplantación de personalidad... El Fraude del CEO, vamos, del que tanto se ha escrito.

Como digo, divertido.

Como si fuera alguien. Como si existiera. Estas cosas llegan cuando menos te lo esperas. Cuando te planteas cambiar de vida (¿alguna vez no me lo he planteado cada día, varias veces?), irte del país, recomenzar en un momento de bajada en aguas bravas con una piragua ultra ligera y mega acuadinámica (¿existe, la palabra?).

Pues eso.

Otra etapa. Y ya está. Como tantas otras, tan marcadas, ahora que tengo la sensación de haber vivido mil y una vidas.

Hay cosas preciosas. Hay personas que son tesoros. Soy una privilegiada. Me quejo por aburrimiento, en realidad. Y bla bla bla.

Ladran, luego cabalgamos (que no es del Quijote, sino que puede venir de Goethe, un proverbio turco o de Rubén Darío. Ya ves...).

lunes, 8 de septiembre de 2025

Otrosí digo...

Por cierto:

- mueble del recibidor comprado y pendiente de entrega (monísimo); ya veremos si el montaje, que a mi se me da taaaaan bien, es fácil o la caja llena se va a quedar ahí, pendiente (como las otras cosas/cajas),

- tv recibida y pendiente de montaje,

- ansiedad: sigo a tope (de mal, quiero decir),

- planes de futuro: en el aire,

- billete de ida pendiente de comprar,

- #putoeclipse

Un finde estupendo, el ejercicio y mi ikigai...

El mundo de los blogs está muerto. Y, sin embargo, gracias Neuronas porque desde que me linkeaste parece que esto ha cobrado vida.

Hablemos del eclipse de ayer, la luna roja o de sangre y bla bla bla.

Punto de inflexión emocional.

Época de cierres de asuntos improductivos abiertos hace seis meses. Bingo.

Etapa de finales necesarios, disolución de límites y necesidad de soltar lo que ya cumplió su ciclo (cito textualmente). Segundo bingo.

Se nos pide responsabilidad emocional, estructura en medio del caos y madurez para enfrentar las ilusiones que se disuelven. Ahí hay trabajito.

Sin comentarios.

Y yo que me lo he pasado súper bien este finde. Acompañada y abrigada, cuidada, escuchada, hablada, llorada y reída.

La foto que queda para la posteridad es: ellas sentadas o de pie delante de una ermita monísima y yo espontáneamente haciendo la vertical en una de las columnas. Disparo automático que captura el instante.

Aún me pregunto por qué hice ese movimiento. Supongo que porque me siento muy bien físicamente y porque ellas me recuerdan nuestra época. 

Ha sido bonito volver a abrir las puertas y decirles: es vuestra casa. Las cosas están aquí y aquí y no esperéis cumplidos.

Tiempo para todo. Como hay una hiperactiva TDH (además de mi), no hemos parado. Cestos de moras maduras y enormes recogidas para hacer mermeladas, higos, uvas, paseos sin prisa y a veces en silencio, visitas a lugares mágicos y pueblos reconocidos como los más bonitos, baños de sol y siestas, baños de aguas gélidas como si nada, desconexión, silencio, soledad, reencuentros. 

Buscar piedras bonitas para rellenar surcos. Que cada una elija alguna que le llame la atención, le guste, sea de una forma rara...

Ver sus caras al estar ahí por primera vez. Mirar, preguntar, querer saberlo todo de golpe, miles de por qués. El mismo número de respuestas.

Cocinar juntas, comer al sol en la terraza, juegos de mesa con unos vinos por la noche, las risas flojas, gritar sabiendo que no molestas a nadie, las campanas, una música bonita...

La palabra podría ser reencuentro. Otra: ofrecimiento. De nuevo: refugio. Terapia. Amor incondicional, del de dejarlo todo (literalmente) para estar ahí, si alguna necesita algo. Así fue en el pasado. Así seguirá siendo.

Unas han ido a mucho peor, con el avance de la vida. Los nidos se han vaciado y están solas en condiciones incómodas o preocupantes. El nido de la que nunca pudo llenarlo, lo ocupa ahora una perra muy simpática de las que cambian la vida.

De mi he procurado hablar muy poco. Pero siempre sucede lo mismo: tenemos dos vidas. La nuestra y la que los amigos piensan que tenemos. Pues ellas creen que la mía es un espectáculo de viajes, gente, amantes en todas las ciudades, comidas, y así.

Ya no me entretengo mucho en desmentir y decir aquello de que no es oro todo lo que reluce, porque cansa y mucho no escuchan, veréis. 

Hace muy poco una de ese mismo grupo me preguntó si yo era comercial de lo mío.

Le dije que sí.

Da igual, a estas alturas. Del todo.

Siempre he preferido ser discreta, el segundo plano y la sombra, está claro y esto lo demuestra. No sé. Cada cuál es como es.

Y yo cada vez soy mejor segunda. Lo tengo claro.

Aunque flirtee con eso de dejar de ser algo, pronto, y pasar a tener el control de mi vida.

Sigo pensando a qué la dedicaré, por cierto. Sigo buscando mi nuevo ikigai, con interés y curiosidad...

Se fueron temprano, porque su viaje era más largo que el mío. Y me escapé a la montaña. A caminar, a trotar y a gritar. Ayer sin música. Solo escuchándome a mi, buscando mis respuestas y haciendo planes, tomando decisiones que nunca son fáciles ni rápidas.

Sigo perdiendo peso, ganando músculo, resistiendo carreras cortas y teniendo ganas de hacer deporte, sudar y sacarlo todo.

Esta tarde, más. Si la lluvia no lo impide...

viernes, 29 de agosto de 2025

Mientras haya salud o el desorden...

Con la rutina va resultando más difícil mantener el ritmo de hacer ejercicio como estas semanas atrás.

También es mucho más difícil no comer por impulso y ansiedad, por hacer algo.

El desorden lo doy por hecho. En casa, en los armarios, en el espacio que habito, en mi mente.

No hablo de caos. Hablo de desorden. 

Tampoco hablo de TOC. Voy haciendo, cada día un poco. Solo queda una caja llena de ropa de invierno por ubicar. Además de varios armarios llenos de ropa de esa temporada y que hace siglos que no me pongo.

Habrá que tomar decisiones. No me da miedo. Ni respeto. Ni grima.

Me aburre, me da pereza, no me interesa. Y sin embargo necesito tenerlo bajo control.

Por ejemplo, el mueble del recibidor.

He encontrado uno que me gusta (cosa nada fácil).

Y pienso: pero si te vas varias semanas, ¿Qué te importa a ti tener el mueble o no tenerlo?

Pues mira, sí. Tenerlo me daría tranquilidad. Como tener montada la super televisión que alguien me ha hecho comprar para ver una serie de vez en cuando...

Y una vez esté todo organizado, ya me largo a las antípodas a otro continente y otra estación del año con la cabeza bien alta, los miedos disparados y que sea lo que tenga que ser. ¿Quién dijo miedo?

Un sinvivir, oyes... 

jueves, 28 de agosto de 2025

Van pasando las horas o billete de ida a otro continente...

Los días se arrastran, despacio.

Las oportunidades se amplían, a la misma velocidad.

Una se propone tantas cosas que los 80.400 segundos de un día no bastan. Ni siquiera dan para empezar a pensar.

Sigo teniendo pendiente lo del papel y el lápiz.

Estoy buscando billete. Bueno, me lo buscan. El de ida está medio apalabrado. No queda tanto. El de regreso, abierto.

Un sueño cumplido. Algo pendiente que cerraré.

Esperemos a ver. De momento, me estoy estudiando el clima en ese otro continente en los meses que han de venir. Por meter algo en las maletas, claro.

¿Una primera vez, a estas alturas? me parece precioso. A pesar de las incertidumbres y de lo que me espera a mi regreso, si es que es el caso. Si es que regreso, sí. A pesar de todo lo que no sé ni controlo. Ni lo que voy a encontrar (es fácil adivinar que, como en América, no tardarán en llenar mi despacho y mi silla. Cuento con ello).

Aún no lo he comunicado. Por si se gafa. Por si (para no variar) se cabrean conmigo. Como cada vez que tomo un avión. Qué cruz, toda la vida, de verdad...

Pero da igual. Me vendrá bien. Probablemente no para tocar fondo. Si no para arrastrarme por el fondo, tutear a la soledad, enfrentarme a todos los miedos a la vez y ver si tiro adelante o ya mi cuerpo grita lo que debe querer gritarme a la cara desde hace tiempo y de momento no le dejo.

No tengo idea de si avisaré a alguien. Y, en caso de hacerlo, a quién. Realmente, me importa poquísimo si me echan o no de menos.

Últimamente, desde que soy un ser de luz (cinismo activado), me dicen que soy "un poco" chula. Empiezo a darles la razón. A mi edad empieza a haber muchas cosas irrelevantes que no me interesan. Y eso se debe notar.

Pero plantearme el curso sigue siendo un asunto pendiente, que no sé bien cómo atacar. Y que no me gustaría demorar mucho. Yo, tan resolutiva...

Ahora que voy tirando de intuiciones, estoy segura de que el momento aparecerá sin avisar. Verás. Y pillaré un papel que, probablemente, serán las instrucciones de montaje de uno de mis nuevos muebles, y me pondré a hacer esquemas.

De momento, a corto. Un paso tras otro. Un día a la vez y muchos detalles que antes ni consideraba (constancia en el ejercicio, alimentarme para sobrevivir, respirar conscientemente y dormir).

Parece que los ataques de ansiedad se han retirado (es pronto para cantar victoria, Vic!) y eso me hace verdaderamente feliz. Y que duermo del tirón. Por supuesto, dopada. Pero es que hace poco, ni así!!!

Y van pasando las horas...

miércoles, 27 de agosto de 2025

De estrategias para el curso e intuiciones y cambios de vida...

Primera parte.

En todas partes. Inicio de curso. Rumbo. Dirección. Estrategia. Agenda. Planes. Proyectos. Septiembre.

Esas son las palabras clave que aparecerían en un globo, en caso de que buscáramos.

Y que, al menos yo, leo todo el rato. #putoalgoritmo

Intento concentrarme y centrar el tiro. Mucho pensado, mucho por hacer y el tiempo se va restando, implacable.

Tópicos: salud, alimentación, deporte, ejercicios de fuerza, sociabilizar, conocer gente nueva, ir a algún sitio en el que no hayas estado nunca antes, querer, dejarse querer, cuidar y dejarse cuidar.

Vale.

Por cierto, como soy una mujer "tocada por la búsqueda" (de respuestas, soluciones, milagros...), he decidido añadir una actividad totalmente nueva a mi vida: el Chi Qung. Iré contando.

Pues ahora, prioriza todo esto. Añádele viajes de trabajo y escapadas de retiro, que también son necesarias. Cada cual a su paraíso preferido. Allá vosotras. Yo el mío, de momento, lo tengo claro.

Y a ver si os sale como a mi una bola difícil de organizar, especialmente si gran parte de la agenda no la gobierno yo.

Segunda parte.

Últimamente he tenido como intuiciones extrañas. Desde hace bastantes meses. En mi entorno se han alarmado: qué exagerada, nada que temer, por qué anticipas, no te adelantes, qué ganas de vivir con el cortisol por las nubes, pero si todo está en orden!

Podéis añadir tantos sinónimos como queráis. Acertaréis. La loca e histérica soy yo. Vale.

Pero va y se cumple. La primera intuición, hace unos meses. Digerida y superada y, al final, agradecida, supongo que porque supe sacarle lo bueno a lo malo. No sé.

La segunda, hace unos días. Profunda felicidad.

Y ahora me ronda la tercera. La más grave, probablemente (si cierro los ojos y no le miro a la cara a la cuarta, que sería letal y de momento de lo que no se habla no existe).

La intuición que va a cambiarme la vida. En unos meses. Máximo [y porque estoy en manos de un Piscis que no decide ni que le maten], un año. 

Alargando mucho.

Y necesito coger lápiz y papel (sí, tecnología punta) para ordenar ideas y futuros. Hacer dibujos, hacer números, visualizar...

No digo que no me divierta. Digo que me acojona, me preocupa y otras cosas peores...


martes, 26 de agosto de 2025

Mierda de post y se aceptan ideas, por favor...

Típica mierda de post para contar que empiezo el curso sin ganas. Original no soy. Lo sé.

Sí, soy de las que empieza en septiembre y no el 1 de enero. ¿Por qué? pues ni idea. Me debe venir del colegio. Aquel lugar al que fui hace 50 años...

Y es momento de traer ya pensado un plan de acción para el resto del año. A eso he dedicado bastante tiempo durante mis vacaciones, que han sido bastante regeneradoras, reparadoras y tranquilas. O no. Que ha habido momentos de un poco de todo...

Introspectivas, tanto como he podido.

¿Será año de grandes cambios? pues pienso que sí, pero es difícil de adivinar.

Es como hacer un presupuesto, que te lo inventas y cruzas los dedos.

Pues ando igual. Con proyectos, ganas de hacer cosas, nuevas disciplinas y (me temo) muchos viajes. Lejos y cerca, un poco como siempre. Acostumbrada a que mi mano derecha acabe en el asa de un trolley y llevar ahí dentro todo lo necesario. Y normalmente no me falta nada, oyes.

Cada vez vivo con menos y más frugalmente.

Como menos. Peso lo que pesaba a los 30 años. Hago mucho deporte. Bebo "lo normal". Me relaciono socialmente y emocionalmente. He recuperado la ilusión porque mi nueva casa sea un lugar acogedor y que lo que hay dentro sea elegido minuciosamente. Todo nuevo. Así cualquiera. Ya lo sé.

Pero ni ilusión me hacía. La he recuperado y en un día y medio me he puesto las pilas y ya es otra cosa... Sonrío y estoy contenta. Aún faltan cosas, si. En ello estoy. 

La familia debería crecer, se debería resolver un tema patrimonial familiar que es una putada gigantesca y si se cumplen mis intuiciones (como sucede casi siempre porque eso nos sucede a las brujas) pues me va a cambiar la vida. Económica y laboralmente. Antes del Q1-26. 

Yupi. 

Yija. 

Snif. 

Wow.

Acepto ideas para saber a qué dedicar el resto de mi vida, qué hacer con mi tiempo libre, dónde instalarme (zona geográfica: todo el mundo), cómo sentirme útil, cómo vivir tranquila desarrollando mi ikigai y ocupándome de mis finanzas, que me deben dar paz y seguridad.

Por favor y gracias...


jueves, 21 de agosto de 2025

Un verano como éste...

Hay veranos que prometen.

Que marcan inicios.

Que deciden finales.

Que exprimen las posibilidades del tiempo hasta el último segundo.

Que llenan.

O vacían y te hacen embarcar a solas rumbo a unas islas griegas.

Hay veranos llenos de gente, risas y sol. Y muchos planes.

Y otros que son pura soledad.

Están los veranos que te matan de calor.

Los más discretos de dormir tapada.

Que hacen empezar el curso con las baterías cargadas.

O arrastrándote.

Los veranos que nunca se olvidan.

Y los que regalan un rato de amor.

Los que aprovechas para "limpiarte", leer y hacer deporte.

Y luego están los veranos como éste...

sábado, 16 de agosto de 2025

Carta abierta

Mi querida (nombre a elegir)…

Espero que no te importe que te llame así después de tanto tiempo y que mi inesperado mensaje te encuentre bien. 

Sorprendida, ¿verdad? Ya imagino… Han pasado 18 años desde aquel verano de 2025 y el contacto entre nosotras se fue desvaneciendo hasta desaparecer. Era de esperar y las dos lo supimos desde el primer día. Pero también sabíamos que era lo mejor. 

De hecho, te escribo a esta cuenta de correo con la ilusión y la esperanza de que la mires de vez en cuando. Por eso, me encantaría que, si me lees, me lo comuniques, por favor. Bastará con uno de tus “A.R.”. 

Recordarás que me pediste que te informara si pasaban cosas importantes en mi vida, ¿verdad? Si me casaba o cosas así… Pues en todo este tiempo me han ido pasando cosas, claro. Bastante predecibles, poco relevantes y siempre pensé que no era cuestión de romper el silencio por esas tonterías. ¡Con lo que nos costó aquello del contacto cero! 

Me jubilé antes de lo previsto después de hacer equilibrios con algunos ahorros, éxitos de emprendedores a los que ayudé sin pensarlo mucho y alguna venta. Eso no es nuevo, ya lo habíamos hablado, pero dio dolores de cabeza en su momento. Ya no tenía ganas de seguir gestionando dificultades… y me volví egoísta. Primero yo. Después el resto. Y una vida simple y fácil. 

Estuve sola algún tiempo y aprendí a superar mi miedo a la soledad y al abandono. Muchas lágrimas por el camino, algunos retiros por medio mundo, seguí la terapia y estudié la filosofía advaita, el budismo y algo de medicina ayurvédica. Meditación y música tranquila, sin letra, para aburrirme, concentrarme y tener grandes ideas… Me he cuidado tanto como he podido, en realidad. 

Escribí un par de novelas en las que te hubieras visto reflejada. Con pseudónimo, claro. Eso fue parte de la terapia para superarte. Todo eso. Con poco éxito, porque no ha habido día en el que no haya pensado en ti… Yo ya sabía que iba a ser así y te lo dije. No me creíste. Pero yo he cumplido mi palabra, como mujer seria y responsable que siempre he sido. 18 años después y todavía te quiero. 

Vivimos en la montaña algunos meses al año. Y el resto del tiempo nos instalamos en una casita muy cerca del mar, en un rincón solitario, que es dónde prefiero pasar los inviernos. El gimnasio con vistas al Mediterráneo te encantaría, estoy segura. Y la piscina salina, también. Vamos improvisando, según nos apetece. Y procuramos escaparnos tanto como podemos. Algunos días, a cualquier parte, con excusas tontas como un nuevo restaurante o una exposición. Eso me da la vida… siempre ha sido así. 

Seguí haciendo ejercicio, siguiendo tu recomendación, y trabajé el peso. A mi edad, aún tengo los hombros torneados, como sugeriste aquel verano: ¡que era lo que había que trabajar! Que el resto estaba bien, en especial los cuádriceps y los bíceps. Gracias. Y tengo mis rutinas, ya sabes. Comida saludable, paseos, fuerza, padel, invitados en casa que se preocupan por nosotras. Retomé el golf y recibo clases cada semana. El profesor es un encanto y el deporte es tan difícil como siempre. Excusas para no estar quieta... 

Mucho tiempo después de nosotras y cuando estuve segura de que eras una cabezota que me había dado calabazas para siempre, apareció Laura. Bueno, antes hubo algún que otro lío, más o menos serio, más o menos largo. El récord de “casi algo” sigue siendo tuyo. ¡Ni dos semanas! jajajaj 

Ella era perseverante, inteligente, divertida y con muuuucho sentido del humor. Somos grandes amigas, además de una pareja un poco sorprendente porque somos dos almas libres que se eligen cada día para estar juntas. Nos acompañamos, nos contamos nuestros días y a veces coincidimos en el jardín, plantando o podando algún seto que se quiere escapar. Ella es más perfeccionista que yo, ¿te imaginas la combinación? 

Tendrías que probar nuestros melocotones, por ejemplo. O el aceite. Si te animas y te das prisa todavía llegamos a tiempo. Y así te presento a Laura y a Blues. 

Nunca hay nada igualable al primer amor, ¿verdad? O al amor que te abre los ojos y marca tu destino, como me sucedió contigo, pero no me quejo. Si en una relación siempre hay uno que ama y otro que se deja amar, adivina quién juega cada papel en mi relación con Laura. Venga, adivina. 

Mis hijos me hicieron abuela a partir de enero del 2026 y tengo cuatro preciosos nietos, que vienen de vez en cuando y se quedan con nosotras. La casa es suficientemente grande. La construimos pensando en eso y en que fuera un lugar en el que la gente se sintiera bien… ¿Te he hablado del gimnasio que hay en el piso de arriba? Te encantaría… 

Laura me regaló por uno de nuestros aniversarios un precioso cachorro de una camada que apareció por el pueblo. No me deja ni a sol ni sombra y escribir o estudiar con él a mis pies es una de las cosas más reconfortantes que hay en mi vida, ahora. Es alegría, es excusa, es motivo y es razón. Se llama Blues, porque tiene los ojos tristones, como caídos y fue lo primero que pensé al verle, que el tipo era un triste. 

Una vez hecha la introducción y el resumen de lo que han sido estos 18 años sin ti, voy a ir al grano porque imagino que todavía no supones el por qué de mi correo. ¿A que no? 

Bueno, es lo que vendría siendo un clásico en cualquier final de novela. Fácil de imaginar. Parte de una terapia personal, un cierre bien hecho, desde el corazón, imprescindible. 

Hace un par de años me tocó a mí. Un dolor de espalda distinto, que no se iba ni con masajes ni con antiinflamatorios. Otro clásico en mi familia, el riñón. Pero a mi se me presentó mucho después de los 63 años de rigor en los que fallecieron mi padre y mi hermana. Todo eso que gané, en realidad. 

La quimio y todo el proceso ya lo imaginarás y voy a ahorrártelo. He estado bien acompañada, por Laura y mis hijos, por supuesto. Entradas y salidas al hospital, tratamientos nuevos, esperanzas rotas y al final, hace dos días, esa frase: “ya no queda nada por probar, S. Esto no se detiene y nos hemos quedado sin alternativas. Lo siento tanto…”. Dos años procurando no perder la sonrisa ni ser una carga… Y a la pregunta de cuánto queda, una mirada baja y apenada de la doctora, encogida de hombros: “un par de meses, quizá…”. 

La psico oncóloga me recomendó que contactara sin demorarlo demasiado a las tres o cuatro personas más importantes y despedirme de ellas como toca, de frente y con sinceridad. Sin abusar, eligiendo bien. Que era un buen ejercicio en casos como el mío. Por mí misma, por la otra persona. 

Y le he estado dando vueltas a quienes iban a estar en esa breve lista y cómo iba a despedirme de cada una. 

Viniste a mi mente casi la primera. Y supe que no quería que me recordaras así, que prefería que te quedaras con la imagen borrosa de mis 61 años, si es que aún queda algo de mí y de nosotras en tu memoria. Y también recordé que te gustaba que te escribiera, así que todo cuadró fácil. Sin citas, sin miradas de lástima, sin momentos incómodos ni nervios. Por escrito. 

Para mi es hoy muy importante poder decirte que fuiste muy importante para mi en ese momento de la vida y que aprendí algunas cosas valiosas en el breve tiempo que compartimos. Gracias, de corazón. 

Y poder disculparme de nuevo contigo por no haber sido capaz de darte seguridad y estabilidad, a pesar de haberlo deseado con todas mis fuerzas. Espero que hayas sido feliz, a tu manera, pero feliz. 

Me encantaría abrazarte, pero estoy tan delgada que tus largos y fuertes brazos me darían dos vueltas, por lo menos.  

Seguiré pensando en ti, como cada día, hasta el último.

Te quiere,

S.

viernes, 15 de agosto de 2025

Terapias, vacaciones y el nuevo curso...

Me recomiendan esto como terapia. Escribir. Y aquí estoy.

No sé si para ocupar el tiempo, para escucharme o para ser leída. No importa.

Todas sabemos que la verdad, en realidad, aquí, siempre ha sido un poco ficticia...

Modo escritura automática on. A ver qué sale.

Es la cuarta vez que estoy en ese país [infinito, por cierto]. He estado en circunstancias distintas, cada vez. Y en lugares diferentes, también.

Algunos jamás los repetiría, por cosas caprichosas y personales. Y otros, sé que no me va a dar el tiempo y hay tanto que ver en tantas partes de este mundo explorado.

El balance de esta larga estancia es muy bueno, supongo que porque apenas tuve que ocuparme de nada, excepto de decir que sí a lo que había que hacer o en qué momento.

Lo crucial del día era a qué playa ir y qué comer. El resto salía de forma natural, como la convivencia y los acuerdos tácitos o los silencios.

Ha sido bonito, me he sentido abrigada y acompañada y lo repetiría mil veces. Hemos muerto a carcajadas. Gracias.

He mantenido mis disciplinas: con el peso y las comidas, algo de alcohol pero controlado, ejercicio diario, como correr o fuerza y peso. Menos lectura de la que me hubiera gustado, pero andaba con la cabeza distraída. Ni encender la tele o ver una serie.

El gimnasio del hotel lo hubiera querido para mi y eso de no tener que cargar con tantos kilos ha ayudado mucho a que sea capaz de aguantar al trote mucho más tiempo y a una velocidad mayor que nunca. Sonrisa grande en medio de la cara.

Dos recordatorios: mi descendiente masculino es de los que piensa que yo no corro sino que camino deprisa. Así que tampoco os vayáis a pensar que he mutado en gacela o algo así. Y el segundo, que mis traumatólogos me han recomendado no correr, que me va fatal. Y ya veis...

La verdad es que estoy contenta con mis cuádriceps y mis bíceps, no así con mis abdominales. Y con el color de mi piel, la verdad. Nada como pasarte el día en bikini de playa en playa, de piscina en piscina, bajo el viento y los pies y el cuerpo dónde rompen las olas...

Es tiempo de plantear el nuevo curso. Y lo hago con margen por delante, escuchando música tibetana, en un lugar privilegiado, tranquila y sin presencias extrañas que gritan nombre de perro, con una vela blanca encendida y aroma a lavanda en la casa. Es difícil visualizar sin datos, tanto como hacer un forecast a cinco años en este mundo cambiante... Pero se hacen.

Hago ejercicios en casa porque el aire no es bueno para hacer cosas en el exterior; hay alerta de calor y riesgo de incendios. Pinto mándalas con calma y hago meditaciones un par de veces al día. No sé hasta cuándo va a durar esto, la verdad. De momento lo disfruto. Y no hay nada que me importe más, ahora...

martes, 29 de julio de 2025

La despedida o un cuento triste...

Todos los marcadores tumorales habían salido mal en la primera revisión.

La doctora la miró a los ojos y negó con la cabeza. Lo siento mucho. Hemos tenido muy mala suerte...

Podían ser seis, nueve meses, quizá.

El mundo se le vino abajo, sola en la consulta de oncología de Bellvitge. 

Sabía que esa situación podía darse. Y se arriesgó, rechazando la compañía de familiares y amigos generosos y bienintencionados para que la llevaran y se sentaran a su lado o en la sala de espera.

Siempre había estado sola en momentos como ese, así que pensó que esta vez también lo estaría. Tanto si eran buenas noticias como si le anunciaban el principio del fin.

La doctora alargó la mano sobre la mesa y le acarició el dorso de la suya. Habían sido compañeras tantos años en el hospital, tantas guardias juntas...

Se secó las lágrimas después de escuchar lo que ya sabía: podríamos probar un nuevo tratamiento, pero... Déjame hablar con el equipo y te digo algo pronto... No te desanimes, Sofía, por favor. Te necesito fuerte...

No dijo nada y la abrazó tiernamente unos segundos, mientras se iba recomponiendo para enfrentarse al pasillo, al mostrador en el que estaban algunas de sus antiguas compañeras, con los ojos hinchados y una sonrisa falsa, como prestada.

Mientras volvía a casa en el autobús, lloraba mirando a través de la ventanilla paisajes urbanos, anuncios, coches en varios carriles, gente hablando. Un grupo de estudiantes bromeaba, se empujaba y reía a carcajadas, a su lado.

La felicidad ajena es un insulto cuando estás triste. Y molesta.

Se dio cuenta de que ese verano iba a ser el último en el que mantendría aún la salud dignamente antes de que la decadencia y la decrepitud la encerraran en casa, unos pocos meses después.

Pensó en que quería aprovecharlo y se preguntó con quién. Dónde. Haciendo qué.

Ninguna de esas preguntas era banal. Y todas las respuestas difíciles.

También pensó que quería hacer una lista al llegar a casa. Con los nombres de todas las personas de quien quería despedirse personalmente.

Haría varias columnas: cita breve para un café, un fin de semana, llamada telefónica. 

Ya vería...


viernes, 25 de julio de 2025

El refugio...

Hoy el post podría solventarse con una frase.

La vida es mutable, inesperada y sorprendente.

Fin.

Pero no.

Hablo de las sorpresas emocionales, de vacíos breves que se vuelven a llenar. De tristezas profundas que mutan a felicidades fugaces. Pero que llenan igual. Aunque sea tan brevemente.

Hay cosas inexplicables para mí, en relación con conexiones ultra intensas con personas a quien conoces muy poco.

¿El hilo rojo?

¿Relaciones cósmicas? ¿kármicas?

¿De otras vidas, y nos detenemos en aquello de la reencarnación?

Pues respuestas no tengo, hoy. Tengo preguntas.

Sería precioso que alguien ayudara con esto y nos contara por qué esa sensación de conocer a un desconocido, por qué hay pieles que engullen de placer mientras otras repelen, por qué hay olores que nos gustan la primera vez...

Estoy rosa.

Un cóctel de dopamina, oxitocina y bla bla bla. Mi cerebro está de fiesta mayor, mi paciencia al límite.

Esto hace meses que dura y no veo el momento de sumergirme en un refugio y que se nos detenga el tiempo...

jueves, 24 de julio de 2025

De paraísos turquesas y respuestas desbloqueadas...

¡Qué difícil sentarme hoy a contar lo que tengo instalado en la garganta desde hace tantos días!

Quiero contar que hice el viaje de trabajo más largo y bonito e inolvidable de mi vida. No me puse enferma, estuve en el paraíso y sigo impactada, en general.

El país, nuevo, desconocido, magnífico y muy extraño para nuestro sistema económico y político.

Con lo que me interesa ahora la geopolítica, he disfrutado como nadie, todos los días. Me sentía exultante y privilegiada y era consciente de que a partir de aquí viene la bajada. Fuerte. Pude conocer y estar largos ratos con diplomáticos y bancarios de alto nivel que me contaron las realidades ocultas, las expectativas, cómo viven y afrontan la falta de cambios.

El viaje cerró en playas de ensueño que no existen en circuitos turísticos abiertos y públicos. Están reservadas a la oligarquía local y a algunos, muy poquitos, turistas especiales (que ya lo han visto todo, que no tienen límites presupuestarios, de exquisito buen gusto, muy exclusivos,...).

Hablamos de islas sin coches y arena de playa como pavimento, para caminar descalzos por las cuatro calles bien contadas y un par de plazas que conforman la aldea, a la que llegas en avioneta, bajas a pie y accedes andando, tras un brevísimo paseo, a la posada en la que te vas a alojar.

Agenda impecable. Te conducen, te llevan en volandas, todo organizado, seguridad máxima de coche blindado y chófer armado. De hecho, tuve una metralleta militar en manos de un chaval de 20 años a dos dedos del cristal de mi ventana, en un control rutinario e intimidatorio de los que ahí son normales.

Anécdota eterna. Como otras tantísimas.

Este lugar ha desplazado claramente los otros dos paraísos que antes ocupaban el número uno de mis destinos preferidos y recomendables a quien preguntase. Claramente y sin dudas ni fisuras. Hay que ir al menos una vez. Y yo ya estoy deseando volver.

Pero en realidad hoy vengo a hablar de emociones, ¿sabes? que todo eso está muy bien, mucho, y fue un privilegio. Pero necesito otra cosa.

Aunque la magia de la terapia de escribir, como sabemos todas, viene de dejar rastro aquí de emociones y sentimientos. Míos, generalmente.

Parece mentira que, a pesar de mi edad y de las cientos de conversaciones y de pensadas que ha habido antes de anteayer sobre el mismo tema, salieron nuevos puntos en mi última charla en busca de respuestas. Nuevos puntos, a estas alturas. Brutal e interesante.

Nuevos recuerdos (muy antiguos) desbloqueados. Una trona, largas bañeras, castigos en los que la soledad era la moneda de cambio. Siempre en soledad, siempre buscando y reclamando la compañía de alguien. Una niña que levanta la cabeza en busca de la atención de los adultos altos, que no la miran.

Una herida abierta de abandono. Inseguridad. Tristeza.

Lo interesante viene cuando repetimos patrones. Parece que los amores plácidos no me interesan. Que aprendí a amar lo complejo, aquellos por los que hay que luchar, en los que hay riesgo de pérdida.

Podría ser que mi idea del amor romántico viniera de la manera en la que vi amarse a mis padres. Luego todo se torció y la pareja idílica se tambaleó. Discutían, también.

Y yo huía del conflicto, de las diferencias y los silencios.

Y a mi me ha ayudado encontrar esas nuevas respuestas, aunque pueda parecer extraño.

Siempre las busco (las respuestas), y las explicaciones y entender el por qué de los conflictos. Y alguna cosa nueva he tenido.

Pero bueno, la verdad es que estos últimos tiempos están siendo convulsos, aunque tengo planes B, hojas de ruta y propósitos de año nuevo, a pesar de que solo sea julio...

Yo soy así. Empiezo el curso cuando me apetece. Y me pongo el mundo por montera.

Mientras haya salud, yo voy tirando...

miércoles, 25 de junio de 2025

Un ser de luz. O una luciérnaga...

Me han contado que hay lectoras nuevas por aquí. Les doy la bienvenida. A ver si se atreven a dinamizar este lugar (mortecino y agonizante) y comentar. Aunque no creo. Me han tocado siempre las lectoras tímidas y a veces cobardes.

Por algo será.

Pero la verdad es que no me importa. Nada. Porque mi terapia es lo primero. :)

Es cierto que esta nueva etapa de mi vida (nueva, digo, porque estreno muchas cosas y recupero sensaciones olvidadísimas) supone un primero yo. Después ya iremos viendo.

Y eso se reforzó cuando constelé, hace unos días. De hecho, es tan importante pensar en mi y en la famosa "niña interior" (me gusta casi menos que la expresión "lugares comunes"... que ya es decir...) que me regaló una niña Click de Playmobil (o Famobil, en mi época).

Es perfecta. Es la figura que elegí de entre muchas para representarme a mi misma. Va en bikini, descalza, es pequeña y lleva una media melena lisa de color amarillo.

Me recordó inmediatamente a mi misma en un verano que estuvimos con tooooda la familia en Menorca. Me pasé los días saltando de las rocas al mar, enfadándome porque pesaba tan poco que no me hundía. Renegría...

La miré largamente con nostalgia (aquí La Nostálgica, señoras) y la terapeuta no tuvo otra que decirme que me la regalaba, si eso iba a ayudarme a priorizarme. Yo me iba sonando cada pocos segundos. Debí darle un montón de pena. Seguro.

Así que ahora la niña Click va siempre en mi coche, en un espacio pequeño dónde debería estar el cambio de marchas, que está situado a la derecha, detrás del volante.

Puede parecer una tontería, pero os aseguro que no lo es. 

Es como el ejercicio de dejar una silla vacía en reuniones de varios participantes, que puede representar al cliente, al consumidor, al proveedor. Depende. Y ver la silla ahí hace que el resto del equipo tenga presente el silencio y en cuenta el punto de vista del ausente.

Pues aquí procuro ponerme delante.

Y es así como me he convertido en el "ser de luz" irresistible en el que ya me advirtieron que mutaría, por estas fechas... 

Me río. Claro... Por lo de ser una luciérnaga...

viernes, 20 de junio de 2025

Yo quiero...

Yo quiero...

Darte un beso para saber a qué sabes. 

Y abrazarte, para que me devuelvas el abrazo y saber cómo te gusta que te abracen. Tocarte la piel. Olerte. 

Hacer algún plan contigo, compartir proteína, volver a verte. Hacer deporte, ganarte a las palas y tirarme a la arena sin dar bola por perdida. 

Y viajar. A cualquier lugar, seguramente a Grecia. También. 

Conocer a tu familia. Y a tus amigos. 

Presentarte a la mía. A los míos. 

Conducir y darte la mano. Cantar a gritos y bailar sentadas en el coche. Alegres. 

Ver cómo se te riza el pelo con el salitre, tu piel bronceada y preparar ensaladas en cualquier cocina. Verte despeinada en la cubierta de un barco, en bikini, con un pantalón corto de lino blanco. 

Enviarte el último mensaje diciendo que apago, que el avión está rodando por la pista. Y que recibas el primero, al aterrizar. 

Disfrutar de ti, de tu manera de amar, de pasar horas en horizontal en cientos de camas de hotel y mirarnos en silencio, largamente. 

Bañarme desnuda en cualquier playa contigo y tomar el sol. Que le pongas banda sonora a nuestras vidas. Con ese gusto casi siempre exquisito por la música.  

Enseñarte los rincones en los que crecí y las piedras de una casa que, como losas, cargo a solas en mi espalda. 

¿Sabes? Quiero tomarte de la mano y llevarte a algún lugar, preparar una escapada o unas vacaciones muy lejos, donde a mí me gusta estar, sin cobertura, sin poder cerrar la boca ante la belleza natural de países lejanos y nuevos. 

Cederte la ventanilla en los aviones y dormirme apoyada en tu hombro derecho. Darte la mano debajo de la manta del avión. Y acariciarte. 

Yo quiero pasear contigo, ahora que hace buen tiempo. O cuando haga tanto frío, abrigadas, con las manos en los bolsillos. Tu mano derecha enlazada en la mía, dentro de alguna de nuestras chaquetas. 

Darte los buenos días, la caricia del buenas noches, abrazarte por la espalda, ducharme contigo y desayunar juntas. Leer las noticias. 

Quiero y siempre quise conjugar plurales contigo, mucho tiempo, todo el tiempo, hasta el fin de los tiempos, en realidad. 

Yo quiero que seas casa, lugar seguro, puerto, ancla y sitio al que querer volver. Mi azimut. Y ser tu casa, tu lugar, tu ancla. 

Quería y quiero amar bien. Sin dar celos, sin sentirlos. Vivir tan intensamente que no me interese nadie más en el mundo (aunque seamos diez mil millones de personas). Dejar de buscar, porque ya te he encontrado. 

Yo quería llenar el paréntesis del silencio (que siempre te he devuelto vacío y sordo) con un te quiero. Y verte salir huyendo o callar largamente por no saber qué hacer con eso. 

Pero me hubiera gustado y estuve a punto de hacerlo varias veces. Fui cobarde. Callé. 

Yo quiero que seas tú. Escribirte a ti. Para ti. Que me protagonices. Me inspires. Priorizarte, focalizarme en ti y en toooodo lo que ha de venir. 

Cuidarte, como quien se ocupa del bien más preciado. En la salud y en la enfermedad. Libremente, porque me gusta hacerlo, porque te gusta que lo haga. Quizá a mi manera, seguramente con torpezas. Aprendiendo, ajustando, encajando. 

Hablar, explicarme, compartir, contarte, buscar respuestas contigo. Y caracolas y cristales de colores en la arena de muchas playas. 

También huyo cuando estoy asustada. También me escondo del mundo cuando pueden herirme. Es mi escondite… de los miedos y los abandonos y la soledad y el castigo. 

Menudas dos se han juntado! Una jugada del destino, ¿verdad?  

Sigo queriendo encenderte el fuego y leer a tu lado, bajo una manta de cuadros, en el sofá de casa. Si. La música la pones tú, en ese sueño. 

Nos ha faltado tiempo. Y compartir. Y una comida. Y estar en una misma habitación. Y vernos. 

Quiero acariciarte. Y mirarte a los ojos sin morir de la vergüenza. Ir a la playa. De compras, pedirte que te compres doscientos skinnys de todos los colores… 

Admirarte, verte, comunicarme contigo con sonrisas a lo lejos entre la gente. Y con algún gesto obvio solo para nosotras dos. Impresionarme con tu altura, tu presencia, tu autoridad. Tu belleza. 

Yo quiero vivir contigo una historia impresionante.

Un beso, largo, (...).

 


Solo gracias, hoy...

La vida va tomando forma y las cosas encuentran su lugar.

Siempre es cuestión de paciencia y de tiempo.

La mudanza está en marcha y el puzle de 20.000 piezas está "under construction".

Un día llega un sofá. Al rato entregan la cama, la nevera, la cafetera estupenda...

Cierto que hace ilusión, al final. Que soy una protestona que siempre se queja y en realidad no valoro mis privilegios.

Gracias por abrirme los ojos. Gracias por bajarme al suelo. Gracias por reubicar y contextualizar de manera magistral.

La sintonía no se compra ni se vende. Reír con alguien no tiene precio.

Y escaparte cualquier tarde entre semana, improvisando, a la playa, a sentarte en un chiringuito con los pies descalzos en la arena, tampoco.

Es una buena definición de felicidad. Un rato largo, lo fue.

Y reír. Y bailar sentada en el sillón del coche, despeinándome.

Un atardecer precioso, caluroso, cercano y emocionalmente seguro. Divertido, desenvuelto, pacífico, disfrutado a conciencia.

Gracias...


jueves, 19 de junio de 2025

Me habrás quedado pendiente, me habrás faltado...

Me habrás quedado pendiente… Al final. 

Tú y darte un beso para saber a qué sabes. 

Y abrazarte, para que me devolvieras el abrazo y saber cómo te gusta que te abracen. Tocarte la piel. Olerte. 

Me habrá quedado pendiente hacer algún plan contigo, compartir proteína, volver a verte. Hacer deporte, ganarte a las palas y tirarme a la arena sin dar bola por perdida. 

Y viajar. A cualquier lugar, seguramente a Grecia. También. 

Conocer a tu familia. Y a tus amigos. 

Presentarte a la mía. A los míos. 

Conducir y darte la mano. Cantar a gritos y bailar sentadas en el coche. Alegres. 

Ver cómo se te riza el pelo con el salitre, tu piel bronceada y preparar ensaladas en cualquier cocina. Verte despeinada en la cubierta de un barco, en bikini, con un pantalón corto de lino blanco. 

Enviarte el último mensaje diciendo que apago, que el avión está rodando por la pista. Y que recibieras el primero, al aterrizar. 

Me habrá faltado disfrutar de ti, de tu manera de amar, de pasar horas en horizontal en cientos de camas de hotel y mirarnos en silencio, largamente. 

Bañarme desnuda en cualquier playa contigo y tomar el sol. Que pusieras banda sonora a nuestras vidas. Con ese gusto casi siempre exquisito por la música.  

Enseñarte los rincones en los que crecí y las piedras de una casa que, como losas, cargo a solas en mi espalda. 

¿Sabes? Me habrá quedado pendiente tomarte de la mano y llevarte a algún lugar, preparar una escapada o unas vacaciones muy lejos, donde a mí me gusta estar, sin cobertura, sin poder cerrar la boca ante la belleza natural de países lejanos y nuevos. 

Cederte la ventanilla en los aviones y dormirme apoyada en tu hombro derecho. Darte la mano debajo de la manta del avión. Y acariciarte. 

Me habrá faltado pasear contigo, ahora que hace buen tiempo. O cuando haga tanto frío, abrigadas, con las manos en los bolsillos. Tu mano derecha enlazada en la mía, dentro de alguna de nuestras chaquetas. 

Darte los buenos días, la caricia del buenas noches, abrazarte por la espalda, ducharme contigo y desayunar juntas. Leer las noticias. 

Me hubiera encantado conjugar plurales contigo, mucho tiempo, todo el tiempo, hasta el fin de los tiempos, en realidad. 

Yo quería que fueras casa, lugar seguro, puerto, ancla y sitio al que querer volver. Mi azimut. Y ser tu casa, tu lugar, tu ancla. 

Quería y quiero amar bien. Sin dar celos, sin sentirlos. Vivir tan intensamente que no me interese nadie más en el mundo (aunque seamos diez mil millones de personas). Dejar de buscar, porque ya te había encontrado. 

Me hubiera gustado mucho llenar el paréntesis del silencio (que siempre te he devuelto vacío y sordo) con un te quiero. Y verte salir huyendo o callar largamente por no saber qué hacer con eso. 

Pero me hubiera gustado y estuve a punto de hacerlo varias veces. Fui cobarde. Callé. 

Yo quería que fueras tú. Escribirte a ti. Para ti. Que me protagonizaras. Me inspiraras. Priorizarte, focalizarme en ti y en toooodo lo que había de venir. 

Cuidarte, como quien se ocupa del bien más preciado. En la salud y en la enfermedad. Libremente, porque me gustaba hacerlo, porque te gustaba que lo hiciera. Quizá a mi manera, seguramente con torpezas. Aprendiendo, ajustando, encajando. 

Hablar, explicarme, compartir, contarte, buscar respuestas contigo. Y caracolas y cristales de colores en la arena de muchas playas. 

También huyo cuando estoy asustada. También me escondo del mundo cuando pueden herirme. Es mi escondite… de los miedos y los abandonos y la soledad y el castigo. 

Menudas dos se han juntado! Una jugada del destino, ¿verdad? Y tan corta… 

Hubiera matado por encenderte el fuego y leer a tu lado, bajo una manta de cuadros, en el sofá de casa. Si. La música la ponías tú, en ese sueño. 

¿Sabes? Pensé que reunías todo aquello que alguna vez pedí. Que eras buena persona. Que eras libre. Que podríamos vivirnos sin límites ni fronteras. Con el mundo a nuestros pies, decidir sobre la marcha, marchar sin tener que dar explicaciones. 

Pero no habré podido saberlo. 

Porque nos ha faltado tiempo. Y compartir. Y una comida. Y estar en una misma habitación. Y vernos. 

Me habrá faltado acariciarte. Y mirarte a los ojos sin morir de la vergüenza. Ir a la playa. De compras, pedirte que te compres doscientos skinnys de todos los colores… 

Admirarte, verte, comunicarme contigo con sonrisas a lo lejos entre la gente. Y con algún gesto obvio solo para nosotras dos. Impresionarme con tu altura, tu presencia, tu autoridad. Tu belleza. 

Me habrás faltado, (...). Me habrás quedado pendiente. 

Me hubiera encantado, todo eso. 

Lo lamento por mi. Lo siento por nosotras. Podía haber sido una historia impresionante. Al menos en mi sueño lo era… 

Y sí. Te he querido tanto como he podido, a ciegas, sin atreverme, con miedos, haciendo lo que podía. Sin decírtelo. Sin que lo supieras.  

Pero te he querido. 

Un beso, largo, (...).

Sparkling

[Esto a mi me parece tan bonito que no he podido evitar subirlo, para que quede constancia de que puede haber sido un sueño. O probablemente no].

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

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