A veces cuesta reconocer que estoy inmersa en la definición de nueva etapa. Al menos a mi me pasa.
Son esos breves lapsos de tiempo entre una y otra (¿hablo de etapas o de mujeres?). En los que salgo y entro, sin muchas explicaciones.
Conozco y dejo ir, a la primera bandera roja.
Inicio procesos estimulantes y caigo de bruces para acabar pronto y salir corriendo.
Una y otra vez.
Y luego me precipito. Me entran las prisas. Me dejo apretar y la cago estrepitosamente. Así, con todas las letras.
Y a los hechos me remito, en los últimos años. Y en mis últimos errores, casi sin excepción, de las últimas relaciones.
Por eso ahora me he propuesto tomarlo sin prisa, para estar segura.
Ir despacio y con cuidado, como a mi me gusta.
Disfrutar del camino, que tiene su qué.
Sin órdagos del tipo "si no pasa nada entre nosotras en unos días, me largo y no me verás más", que dio lugar al "si no te casas conmigo en x años, me largo y no me verás más".
Las amenazas chulescas no son de recibo, son intolerables e incluso inadmisibles, en todos los casos. Especialmente, si vienen de tu pareja.
Estaremos todas de acuerdo, estoy segura.
Decía que ahora me estoy concentrando en intentar hacerlo bien. Por primera vez desde hace mucho tiempo. Con calma. Sin que las ganas de todo me vuelvan a cegar y me hagan creer que estoy exprimiendo mi media naranja.
Considerando que puede no existir. Incluso en esas estoy. Planteándome que puede ser así, también.