Sparkling

Aquí se viene a jugar con las palabras. A vaciar nostalgias. A comprender miradas y silencios. A compartir sin disfraces. Con seudónimo pero el alma verdadera...

miércoles, 25 de junio de 2025

Un ser de luz. O una luciérnaga...

Me han contado que hay lectoras nuevas por aquí. Les doy la bienvenida. A ver si se atreven a dinamizar este lugar (mortecino y agonizante) y comentar. Aunque no creo. Me han tocado siempre las lectoras tímidas y a veces cobardes.

Por algo será.

Pero la verdad es que no me importa. Nada. Porque mi terapia es lo primero. :)

Es cierto que esta nueva etapa de mi vida (nueva, digo, porque estreno muchas cosas y recupero sensaciones olvidadísimas) supone un primero yo. Después ya iremos viendo.

Y eso se reforzó cuando constelé, hace unos días. De hecho, es tan importante pensar en mi y en la famosa "niña interior" (me gusta casi menos que la expresión "lugares comunes"... que ya es decir...) que me regaló una niña Click de Playmobil (o Famobil, en mi época).

Es perfecta. Es la figura que elegí de entre muchas para representarme a mi misma. Va en bikini, descalza, es pequeña y lleva una media melena lisa de color amarillo.

Me recordó inmediatamente a mi misma en un verano que estuvimos con tooooda la familia en Menorca. Me pasé los días saltando de las rocas al mar, enfadándome porque pesaba tan poco que no me hundía. Renegría...

La miré largamente con nostalgia (aquí La Nostálgica, señoras) y la terapeuta no tuvo otra que decirme que me la regalaba, si eso iba a ayudarme a priorizarme. Yo me iba sonando cada pocos segundos. Debí darle un montón de pena. Seguro.

Así que ahora la niña Click va siempre en mi coche, en un espacio pequeño dónde debería estar el cambio de marchas, que está situado a la derecha, detrás del volante.

Puede parecer una tontería, pero os aseguro que no lo es. 

Es como el ejercicio de dejar una silla vacía en reuniones de varios participantes, que puede representar al cliente, al consumidor, al proveedor. Depende. Y ver la silla ahí hace que el resto del equipo tenga presente el silencio y en cuenta el punto de vista del ausente.

Pues aquí procuro ponerme delante.

Y es así como me he convertido en el "ser de luz" irresistible en el que ya me advirtieron que mutaría, por estas fechas... 

Me río. Claro... Por lo de ser una luciérnaga...

viernes, 20 de junio de 2025

Yo quiero...

Yo quiero...

Darte un beso para saber a qué sabes. 

Y abrazarte, para que me devuelvas el abrazo y saber cómo te gusta que te abracen. Tocarte la piel. Olerte. 

Hacer algún plan contigo, compartir proteína, volver a verte. Hacer deporte, ganarte a las palas y tirarme a la arena sin dar bola por perdida. 

Y viajar. A cualquier lugar, seguramente a Grecia. También. 

Conocer a tu familia. Y a tus amigos. 

Presentarte a la mía. A los míos. 

Conducir y darte la mano. Cantar a gritos y bailar sentadas en el coche. Alegres. 

Ver cómo se te riza el pelo con el salitre, tu piel bronceada y preparar ensaladas en cualquier cocina. Verte despeinada en la cubierta de un barco, en bikini, con un pantalón corto de lino blanco. 

Enviarte el último mensaje diciendo que apago, que el avión está rodando por la pista. Y que recibas el primero, al aterrizar. 

Disfrutar de ti, de tu manera de amar, de pasar horas en horizontal en cientos de camas de hotel y mirarnos en silencio, largamente. 

Bañarme desnuda en cualquier playa contigo y tomar el sol. Que le pongas banda sonora a nuestras vidas. Con ese gusto casi siempre exquisito por la música.  

Enseñarte los rincones en los que crecí y las piedras de una casa que, como losas, cargo a solas en mi espalda. 

¿Sabes? Quiero tomarte de la mano y llevarte a algún lugar, preparar una escapada o unas vacaciones muy lejos, donde a mí me gusta estar, sin cobertura, sin poder cerrar la boca ante la belleza natural de países lejanos y nuevos. 

Cederte la ventanilla en los aviones y dormirme apoyada en tu hombro derecho. Darte la mano debajo de la manta del avión. Y acariciarte. 

Yo quiero pasear contigo, ahora que hace buen tiempo. O cuando haga tanto frío, abrigadas, con las manos en los bolsillos. Tu mano derecha enlazada en la mía, dentro de alguna de nuestras chaquetas. 

Darte los buenos días, la caricia del buenas noches, abrazarte por la espalda, ducharme contigo y desayunar juntas. Leer las noticias. 

Quiero y siempre quise conjugar plurales contigo, mucho tiempo, todo el tiempo, hasta el fin de los tiempos, en realidad. 

Yo quiero que seas casa, lugar seguro, puerto, ancla y sitio al que querer volver. Mi azimut. Y ser tu casa, tu lugar, tu ancla. 

Quería y quiero amar bien. Sin dar celos, sin sentirlos. Vivir tan intensamente que no me interese nadie más en el mundo (aunque seamos diez mil millones de personas). Dejar de buscar, porque ya te he encontrado. 

Yo quería llenar el paréntesis del silencio (que siempre te he devuelto vacío y sordo) con un te quiero. Y verte salir huyendo o callar largamente por no saber qué hacer con eso. 

Pero me hubiera gustado y estuve a punto de hacerlo varias veces. Fui cobarde. Callé. 

Yo quiero que seas tú. Escribirte a ti. Para ti. Que me protagonices. Me inspires. Priorizarte, focalizarme en ti y en toooodo lo que ha de venir. 

Cuidarte, como quien se ocupa del bien más preciado. En la salud y en la enfermedad. Libremente, porque me gusta hacerlo, porque te gusta que lo haga. Quizá a mi manera, seguramente con torpezas. Aprendiendo, ajustando, encajando. 

Hablar, explicarme, compartir, contarte, buscar respuestas contigo. Y caracolas y cristales de colores en la arena de muchas playas. 

También huyo cuando estoy asustada. También me escondo del mundo cuando pueden herirme. Es mi escondite… de los miedos y los abandonos y la soledad y el castigo. 

Menudas dos se han juntado! Una jugada del destino, ¿verdad?  

Sigo queriendo encenderte el fuego y leer a tu lado, bajo una manta de cuadros, en el sofá de casa. Si. La música la pones tú, en ese sueño. 

Nos ha faltado tiempo. Y compartir. Y una comida. Y estar en una misma habitación. Y vernos. 

Quiero acariciarte. Y mirarte a los ojos sin morir de la vergüenza. Ir a la playa. De compras, pedirte que te compres doscientos skinnys de todos los colores… 

Admirarte, verte, comunicarme contigo con sonrisas a lo lejos entre la gente. Y con algún gesto obvio solo para nosotras dos. Impresionarme con tu altura, tu presencia, tu autoridad. Tu belleza. 

Yo quiero vivir contigo una historia impresionante.

Un beso, largo, (...).

 


Solo gracias, hoy...

La vida va tomando forma y las cosas encuentran su lugar.

Siempre es cuestión de paciencia y de tiempo.

La mudanza está en marcha y el puzle de 20.000 piezas está "under construction".

Un día llega un sofá. Al rato entregan la cama, la nevera, la cafetera estupenda...

Cierto que hace ilusión, al final. Que soy una protestona que siempre se queja y en realidad no valoro mis privilegios.

Gracias por abrirme los ojos. Gracias por bajarme al suelo. Gracias por reubicar y contextualizar de manera magistral.

La sintonía no se compra ni se vende. Reír con alguien no tiene precio.

Y escaparte cualquier tarde entre semana, improvisando, a la playa, a sentarte en un chiringuito con los pies descalzos en la arena, tampoco.

Es una buena definición de felicidad. Un rato largo, lo fue.

Y reír. Y bailar sentada en el sillón del coche, despeinándome.

Un atardecer precioso, caluroso, cercano y emocionalmente seguro. Divertido, desenvuelto, pacífico, disfrutado a conciencia.

Gracias...


jueves, 19 de junio de 2025

Me habrás quedado pendiente, me habrás faltado...

Me habrás quedado pendiente… Al final. 

Tú y darte un beso para saber a qué sabes. 

Y abrazarte, para que me devolvieras el abrazo y saber cómo te gusta que te abracen. Tocarte la piel. Olerte. 

Me habrá quedado pendiente hacer algún plan contigo, compartir proteína, volver a verte. Hacer deporte, ganarte a las palas y tirarme a la arena sin dar bola por perdida. 

Y viajar. A cualquier lugar, seguramente a Grecia. También. 

Conocer a tu familia. Y a tus amigos. 

Presentarte a la mía. A los míos. 

Conducir y darte la mano. Cantar a gritos y bailar sentadas en el coche. Alegres. 

Ver cómo se te riza el pelo con el salitre, tu piel bronceada y preparar ensaladas en cualquier cocina. Verte despeinada en la cubierta de un barco, en bikini, con un pantalón corto de lino blanco. 

Enviarte el último mensaje diciendo que apago, que el avión está rodando por la pista. Y que recibieras el primero, al aterrizar. 

Me habrá faltado disfrutar de ti, de tu manera de amar, de pasar horas en horizontal en cientos de camas de hotel y mirarnos en silencio, largamente. 

Bañarme desnuda en cualquier playa contigo y tomar el sol. Que pusieras banda sonora a nuestras vidas. Con ese gusto casi siempre exquisito por la música.  

Enseñarte los rincones en los que crecí y las piedras de una casa que, como losas, cargo a solas en mi espalda. 

¿Sabes? Me habrá quedado pendiente tomarte de la mano y llevarte a algún lugar, preparar una escapada o unas vacaciones muy lejos, donde a mí me gusta estar, sin cobertura, sin poder cerrar la boca ante la belleza natural de países lejanos y nuevos. 

Cederte la ventanilla en los aviones y dormirme apoyada en tu hombro derecho. Darte la mano debajo de la manta del avión. Y acariciarte. 

Me habrá faltado pasear contigo, ahora que hace buen tiempo. O cuando haga tanto frío, abrigadas, con las manos en los bolsillos. Tu mano derecha enlazada en la mía, dentro de alguna de nuestras chaquetas. 

Darte los buenos días, la caricia del buenas noches, abrazarte por la espalda, ducharme contigo y desayunar juntas. Leer las noticias. 

Me hubiera encantado conjugar plurales contigo, mucho tiempo, todo el tiempo, hasta el fin de los tiempos, en realidad. 

Yo quería que fueras casa, lugar seguro, puerto, ancla y sitio al que querer volver. Mi azimut. Y ser tu casa, tu lugar, tu ancla. 

Quería y quiero amar bien. Sin dar celos, sin sentirlos. Vivir tan intensamente que no me interese nadie más en el mundo (aunque seamos diez mil millones de personas). Dejar de buscar, porque ya te había encontrado. 

Me hubiera gustado mucho llenar el paréntesis del silencio (que siempre te he devuelto vacío y sordo) con un te quiero. Y verte salir huyendo o callar largamente por no saber qué hacer con eso. 

Pero me hubiera gustado y estuve a punto de hacerlo varias veces. Fui cobarde. Callé. 

Yo quería que fueras tú. Escribirte a ti. Para ti. Que me protagonizaras. Me inspiraras. Priorizarte, focalizarme en ti y en toooodo lo que había de venir. 

Cuidarte, como quien se ocupa del bien más preciado. En la salud y en la enfermedad. Libremente, porque me gustaba hacerlo, porque te gustaba que lo hiciera. Quizá a mi manera, seguramente con torpezas. Aprendiendo, ajustando, encajando. 

Hablar, explicarme, compartir, contarte, buscar respuestas contigo. Y caracolas y cristales de colores en la arena de muchas playas. 

También huyo cuando estoy asustada. También me escondo del mundo cuando pueden herirme. Es mi escondite… de los miedos y los abandonos y la soledad y el castigo. 

Menudas dos se han juntado! Una jugada del destino, ¿verdad? Y tan corta… 

Hubiera matado por encenderte el fuego y leer a tu lado, bajo una manta de cuadros, en el sofá de casa. Si. La música la ponías tú, en ese sueño. 

¿Sabes? Pensé que reunías todo aquello que alguna vez pedí. Que eras buena persona. Que eras libre. Que podríamos vivirnos sin límites ni fronteras. Con el mundo a nuestros pies, decidir sobre la marcha, marchar sin tener que dar explicaciones. 

Pero no habré podido saberlo. 

Porque nos ha faltado tiempo. Y compartir. Y una comida. Y estar en una misma habitación. Y vernos. 

Me habrá faltado acariciarte. Y mirarte a los ojos sin morir de la vergüenza. Ir a la playa. De compras, pedirte que te compres doscientos skinnys de todos los colores… 

Admirarte, verte, comunicarme contigo con sonrisas a lo lejos entre la gente. Y con algún gesto obvio solo para nosotras dos. Impresionarme con tu altura, tu presencia, tu autoridad. Tu belleza. 

Me habrás faltado, (...). Me habrás quedado pendiente. 

Me hubiera encantado, todo eso. 

Lo lamento por mi. Lo siento por nosotras. Podía haber sido una historia impresionante. Al menos en mi sueño lo era… 

Y sí. Te he querido tanto como he podido, a ciegas, sin atreverme, con miedos, haciendo lo que podía. Sin decírtelo. Sin que lo supieras.  

Pero te he querido. 

Un beso, largo, (...).

Sparkling

[Esto a mi me parece tan bonito que no he podido evitar subirlo, para que quede constancia de que puede haber sido un sueño. O probablemente no].

martes, 17 de junio de 2025

Escribo cada día, o casi...

Sí. Si puedo, escribo cada día. O casi...

Para comentar cosas así:

La semana pasada constelé la línea materna. ¿Que cómo me fue? Bueno... No sabía mucho a lo que iba y llevaba tiempo esperando el momento.

A ver cómo lo cuento...

Estuvo bien llorar a moco tendido. Es un ejercicio interesante cuando te da pudor llorar (en general) y delante de alguien (en particular, desconocida).

Al final pasas un poco de todo y hurgas allí dónde duele, porque te hace preguntas potentes. Te comes la vergüenza.

Me tuve que retrotraer tan lejos, con mi mala memoria, que afloraron mierdas varias que tenía enterradas como mecanismo de autodefensa. Desde la edad de hielo, por lo menos.

Planté cara.

Me serené. Me soné mucho. Me senté en el suelo ocupando mi lugar, habiendo dispuesto algunas almohadas que representaban a unas pocas personas de mi familia. Si las hubiera puesto a todas (a las personas), hubiera enmoquetado el suelo de parket,...

Se hicieron silencios. Hubo contacto físico. Hablamos de soledad y de personas. Pensamos. Ordené.

Salí abatida.

Y al poner un pie en el suelo, en una plaza preciosa iluminada de primavera y llena de gente, me habían mandado una canción que comienza así:

"Hoy

No me siento con ganas de hablar y me voy a esconder

No preguntes si todo va bien porque voy a mentir

Pa que te vayas tranquila y no te preocupes por mi

Hoy

Mi instinto de supervivencia se ha vuelto a dormir

El perdón se lo he dado a to el mundo menos a mi

Y el silencio que al irte dejaste retumba al vivir

(...)".

Luego te puedes seguir cortando las venas a lo largo, pero el estribillo mejora mucho el ritmo arrastrado y te empuja a mover los hombros, al principio. Luego ya sigue todo lo demás.

La canción se me metió en el alma como un aguijón y seguí llorando, por la calle.

Sollozando, diría yo.

Aunque había riesgo real de encontrarme con alguien. Con much#s.

Porque eso es lo que pasa en una plaza mayor de una pequeña ciudad, capital de comarca, en esta época del año...

Esa canción se ha vuelto mi banda sonora. Y la escucho en bucle cuando tengo un momento. Y cuando tengo unas horas, también...

Soy una puta nostálgica...

Sí, señoras. Y una inconformista. Y alguien que siempre mira hacia atrás. Que ve la hierba más verde en la otra orilla del río.

Una permanente insatisfecha.

Y, últimamente, la mujer de los túneles.

Desde que me cambiaron el coche se ha convertido un poco en un lugar seguro. Ojo, que igual me estrello con él. Es solo una sensación de seguridad.

Y aprovecho cualquier excusa para introducirme en él, poner música y dar gas por carreteras divertidas, alegre.

Luego, al cabo de un par de horas o más, llego a otro lugar seguro. De piedra, como una fortaleza con vistas.

Se ha convertido en refugio y paraíso, que a veces comparto y otras no.

Me desenvuelvo bien ahí. He conseguido el control (casi). Y la razón de ir y ser es cuidar, mantener, mejorar, embellecer. Lo que antes solía hacer con algunas personas.

Pienso que eso compensa el haberme quedado con el nido vacío, sin ascendiente ni animal de compañía.

Libre, en realidad. Sin ataduras.

¿Apetece Madrid? ¡allá voy! a por un casting. A ver qué tal...

¿Hoy es día de playa y Aperol? Pues marchando una llamada para compañía y allí estoy, en unos minutos con los pies en la arena.

¿Estoy más en modo exploración del silencio y mirar hacia adentro? pues perfecto. No hace falta dar explicaciones. Me voy.

Y así voy transcurriendo, evolucionando y adelgazando.

No sé si era mentira pero me dijeron hace unos días que tengo un cuerpo de 40 años, ahora que he retomado el ejercicio y he cerrado la boca.

No pienso que fuera mentira, pero si lo fue me alegró igual. Y a las envidiosas, que os den. :)

Y me siento estupendamente, la verdad... Lo de haber perdido casi dos tallas es un regalo...

jueves, 12 de junio de 2025

Ni cambios ni salvamentos...

La vida es divertida y desconcertante, cuando te atreves a salir de tu espacio seguro.

Hay días llenos de oportunidades, proyectos, ilusiones y diversión. Incluso deporte y personas nuevas.

Luego, están los días de luna llena, que abren y cierran cosas. Cosas, sí. Generalmente, ayudan a tomar decisiones que estaban cantadas pero que por cobardía nadie visitaba. Total.

Hay personajes peculiares, también. Personas que faltan a su palabra. Otras, que permanecen contra viento y marea a tu lado (me siento segura).

De todo se aprende. A veces incluso enseñamos a otras personas sin imaginarlo.

También llegan decepciones, sí. Una espera de alguien que no cambiará, que lo haga. O piensa que puede ejercer de salvadora de torturas íntimas y antiguas de personas que no van a mover un dedo para comprenderse.

Pero ni cambiamos ni podemos salvar a nadie.

Eso es una falacia. Y un aprendizaje reciente.

A determinadas etapas de una vida, somos inmutables...


lunes, 9 de junio de 2025

El teléfono lo carga el diablo...

Nunca he sentido tanta paz como cuando puedo dejar mi teléfono móvil encima de la mesa, por ejemplo, sin miedo a que mi descendiente pequeña (en su momento) o mi pareja pudieran encontrar algo peligroso.

Y de esto ahora ya hace algunos años.

En su momento lo pasé mal. Porque a mi descendiente, que lo tocaba todo, podía sorprenderle alguna cosa o conversación o fotografía.

Y porque quien esté libre de culpa...

No me enorgullece alguno de mis episodios. Desde luego. Llevo años intentando rectificar esos errores, creo que con éxito, porque no se ha vuelto a repetir.

Pero, lo que decía: no tener que esconderme de nadie no tiene precio. Y vivir en paz, con la conciencia tranquila...

jueves, 5 de junio de 2025

The best is yet to come (2)... or it's coming...?

La ambivalencia y la dualidad de no saber todavía si me fastidia o me alegra recibir, por tierra, mar y aire, un alud de felicitaciones.

Si fueron 200 (que no las conté), 190 fueron vacías, por rutina, por quedar bien. Hasta ahí llego sobrada.

Pero las otras diez, llamadas telefónicas especialmente, fueron oro puro.

Ya casi no hablamos por teléfono, ¿verdad? Unas palabras y listo. Hemos cumplido, el balón está en el otro campo.

Pues ayer llamó quien debía llamar. Incluso me mandó una larga nota de voz con sabias reflexiones. Gracias. Por hacerme pensar.

De una manera o de otra os las arreglasteis para estar, conscientes de que velabais por mi desde diferentes puntos, con un interés genuino.

Me hicisteis soplar velas. Me cantasteis y me escuchasteis. Una puesta al día formal y deliciosa, ahora que hacía demasiado que no lo hacíamos.

Estoy como flotando.

Y dándole vueltas a aquella frase de que nadie debe ser responsable de tu propia felicidad.

Estoy aprendiendo, deprisa. Lo estoy haciendo bien.

Lo bueno buenísimo está por llegar... Ya veréis...

lunes, 2 de junio de 2025

Aparta que molestas...

Me importa poquísimo lo que opine la gran mayoría. De mi, también.

Pueden llamarme egocéntrica, egoica y egoísta.

Alguna vez me han atacado por ahí. Especialmente quien me hizo sentir como un excremento de araña.

Pero en una relación de pareja, me gusta ser prioridad.

Es lo que quiero ofrecer, también. Sin obsesiones. 

Pero prioridad. Porque lo primero es lo primero.

Y en estos momentos, ni mascotas ni niños pequeños ni ascendientes a quienes cuidar.

Es el punto en el que estoy. Ya he estado en esos otros puntos y mira, no me apetece.

Por eso aspiro a lo mismo.

También se le llama disponibilidad.

Y eso ya son dos palabras clave, clave...

Priorizar y estar disponible.

Lo primero porque al principio suele ser lo normal.

Pero a medida que pasa el tiempo se lanzan pequeños mensajes y generalmente son para ir dejando la relación de lado y, por supuesto, se muere. Más o menos deprisa. Con más o menos conciencia.

Quien no esté de acuerdo con esta teoría tan profunda (que no es mía), ya sabe...

jueves, 22 de mayo de 2025

Esas primeras citas..

Mariposas en el estómago.

Inspiraciones largas y profundas.

Sensación de inseguridad.

Todos los miedos reunidos, como los juegos de Geyper.

Un nudo en la garganta.

Tragando lentamente.

Intentando hacer tiempo y distraerme.

Procurando concentrarme en algún correo.

Imposible.

Hacer tiempo y pedirle a la cabeza que deje de imaginar y de inventar.

Que la caída será triste y dura.

Algo deben tener estas primeras citas.

Son incómodas de narices, pero hay algo que engancha...

miércoles, 21 de mayo de 2025

Sueños nítidos, pero secos...

No he tenido ni tiempo ni memoria para venir a dejar constancia de mi sueño de la noche del sábado pasado.

Porque fue un sueño, realmente.

No una pesadilla, no.

Fue revivir un momento loco pero bonito de mi vida con una protagonista igual (loca, bonita).

Con esa claridad y nitidez de los sueños especiales. Esos que cuando despiertas te maldices porque ha terminado.

En mi caso, desperté incorporándome de repente como la escena de la niña del exorcista que vomita puré de guisantes. A la misma velocidad, sí.

Fui capaz de recordar los pocos fotogramas de realidades soñadas y mejoradas que me permitieron construir un relato en movimiento y disfrutarlo. Todo el día. A medida que hacía cosas sin parar.

Una delicia, vamos.

Me dijo que estaba embarazada del cuarto. Ella, que no tenía instinto maternal.

Y luego de soñar este tipo de momentos y personas, te quedas (más) idiotizada y como levitando, revisitando cada palabra, cada imagen. Y te enfadas porque nunca existió, ni puede volver, ni se va a repetir.

Y es imposible. 

Pero qué gusto, por favor...

Una se acostumbra...

Géminis está que se sale los próximos meses. Ya me avisaron que la etapa negra, oscura y fea se acababa en estos momentos.

Menuda travesía, la mía. NO ha sido una cruz cósmica, pero diría que poco le faltó.

Eso sí. Purificada, renovada y contenta, la acabo (la travesía, la etapa,...).

Ahora comenzaré a ser un ser de luz, interesante y atractivo y la gente se sentirá atraída por mi hasta caer rendida a primera vista.

¿?

Bromas aparte, algo se va notando. Especialmente, que hace calor, los días son largos, todo huele a verano, a vacaciones y todos sonreímos más. Y hacemos planes maravillosos, aunque sea en nuestras ilusiones más íntimas.

A pesar de la geopolítica y la economía globales y particulares nuestras.  

Al final, el jetlag sí me está atacando. Y el insomnio me mantiene a ratos en vela a media noche. A veces al principio, otras casi viendo amanecer.

Una se acostumbra a (casi) todo. Excepto a que la traten mal o le hagan sufrir, ¿verdad? Y, en este caso, el verbo sufrir es amplio como una pista de aterrizaje, a lo largo.

Te acostumbras a dormir en camas ajenas y aprendes a encontrar el lugar dónde sirven los desayunos en los hoteles. A cambiar de vivienda y de coche. A que desaparezcan personas que fueron importantes y a que lleguen otras nuevas, que se van haciendo hueco. A la soledad y a entenderla. A dejar algunos hábitos y rutinas, a comenzar otros.

Una se acostumbra...

viernes, 16 de mayo de 2025

De borrachera internacional...

La sensación es la de borrachera. El dormir mal y a trozos, aunque cómodamente. Pero con antifaz y auriculares de los que quitan el hipo (ay, no! el ruido). Vestida, con manta que resbala, frío y calor a la vez. Ruidos, gente que se levanta, campanitas.

Caminar entre vuelos por enormes aeropuertos. [Se nos está escapando de las manos, esto].

Esperar y mirar pantallas. Estar alerta.

Camas enormes de hoteles cuidados. Duchas con bañera más grandes que una cocina, por ejemplo.

Depende de la cocina, claro.

Esta vez no he enfermado. Cosa que pienso celebrar, porque era una mierda de rutina, últimamente. Encontrarme mal, mucho y a menudo. Especialmente, de viaje.

Y esa es una sensación bastante terrible, por si no lo sabíais.

Tener wifi para chatear ahí arriba ha sido una bonita sensación de no soledad. Aunque no iba sola.

Las insomnes hasta dialogaban conmigo, a esas horas, a esa altura...

Alguna intentó llamar. Otra no se lo creyó. No había forma de demostrarlo...

Por cierto, ya ni siquiera sellan el pasaporte, al menos en ese país.

Me marché y vuelvo contenta. Ha sido provechoso y agradable.

Dormir bien, del tirón, durante horas a la ida me salvó la vida. Hoy estoy para el arrastre (como los pescadores que practican este tipo de técnica para pescar), pero hago lo que suelo: que me de la luz del sol para enterarme bien del cambio de hora.

Tan pocos días hacen imposible, materialmente, tener problemas de adaptación. Pero el sueño y el cansancio a mi no me los quita nadie. Por desgracia...

Cuenta atrás para el nuevo viaje lejos y a un país que nunca he visitado. Qué ilusión, oyes...

lunes, 12 de mayo de 2025

Apuntes sueltos...

Recibiremos el mismo trato que demos. 

Una relación fracasa lentamente cuando una parte nota que he dejado de ser importante para la otra.

La rutina es letal.

Hay que trabajar para que haya novedades, para salir de la zona de confort (y del sofá y la tele) y recordar hacer cosas interesantes por separado, para que la otra parte te vea así: interesante. Y para contarse esas cosas.

El secreto es que la otra persona no dude ni un segundo del lugar que ocupa en tu vida, que sepa que seguimos eligiéndola cada día, aunque haya tentaciones ahí afuera. Porque compensa.

Responsabilidad emocional. 

Confianza.

Comunicación.

Cuidado de la otra.

Diseñar sorpresas. Reír mucho.

Socializar, conjunta o separadamente.

Respeto y admiración recíprocos.

Siempre es mejor compartir la vida con alguien con valores, cultura y procedencia similar a los de una misma, aunque no es imprescindible.

Y ya estaríamos. Con esto, más o menos garantizas una relación saludable, igual y duradera.

Huele a verano...

Huele a avión. Seis en cuatro días.

También huele a coche. A hierba recién cortada, a trabajos en el jardín, en lija fina y barniz. A sol y a agua limpia. A tutelar un par de viñas en una pérgola. A subir la enorme sombrilla a prueba de vientos.

A fines de semana con la casa abierta y llena de gente. De esa gente que sientes casa, paz y abrigo, aunque haga calor y vayas en bañador. La que te abraza y te acaricia con cariño verdadero mientras habla, distraídamente, pero bien consciente del gesto.

Sigue oliendo a una mano alzada pidiendo ayuda y a un grupo de mujeres dispuestas acudiendo sin preguntar para qué. Dime dónde y a qué hora.

A comidas deliciosas y paseos frente al mar, despacio, con el sol y el viento en la cara. O despeinándote salvajemente.

Y a unas partidas improvisadas después de un partidazo que seguíamos cantando, coreando y coreografiando, también. Goles de felicidad.

Hay días y fines de semana y tardes de domingo distintas, que acaban haciendo una maleta liviana que no necesita facturación aunque sea grande.

Esta noche empieza la cuenta atrás y rodaré por varias pistas.

Ayer leí algo así: sabrás quién es realmente el motor de tu vida cuando te des cuenta a quién le dices que vas a despegar o ya has aterrizado.

Es ahí...


jueves, 8 de mayo de 2025

De agendas improvisadas y viajes más allá del Atlántico...

Es una de esas épocas en las que empiezo a hacer maletas. O no, pero me desplazo igualmente a pasar el día fuera y a alta velocidad.

Diré que me apetece. No como antes, que no me apetecía porque me regañaban. Mi ascendente, mis colaterales y los descendientes, por supuesto.

Hoy no es así. Dispongo de mi tiempo. Aunque no de mi agenda, que va un poco sin control.

Vuelven los viajes transatlánticos, en plural, en un par de meses, si llega.

Iré al invierno. Pero en business.

Y al trópico. En la misma clase.

Son traslados fugaces y un poco excusa, pero apetecen.

Buenos hoteles, actos sociales, vinos excelentes, gente nueva y viejos conocidos.

No es mal plan, la verdad.

Y a la vuelta, ceremonias familiares y felices.

Y después el verano, las vacaciones, el refugio en el campo. Y algún viaje a playas cristalinas, seguro.

Ni tan mal, ¿verdad? 

Pues eso... Ganitas...

miércoles, 7 de mayo de 2025

Esa sensación de que te acaricien el alma...

De nuevo el placer de tener algo de tiempo, de aparecer por aquí para volcar en modo automático lo que me ronda, sin más preocupación que obtener un poco de calma.

Etapas nuevas, sin duda. Varios frentes abiertos de esos que te remueven dentro de la zona confortable para escupirte sin aviso previo contra la pared, con los brazos y las piernas abiertos en forma de cruz, igual que en los dibujos animados de mi infancia. Resbalando...

Me dolían a mi, viendo sufrir a los protagonistas en la tele.

Están siendo días de estreno. De cambios de hábito. De limpieza y renovación. De movimientos que hacía tiempo esperaba (y no acababan de llegar nunca).

De proyectar y diseñar, de salir volando, de planes nuevos y lugares que no he visitado nunca antes. De copas en la playa, incluso de aguas con gas sin hielo y limón.

Esta primavera está siendo tremenda...

Ayer me tocaron el alma. 

Me leyeron. 

Me atravesaron. 

Me interpretaron.  

Entendieron más de lo que yo llevo comprendido de mí misma hasta la fecha.

Y me acariciaron la cara con las dos manos.

Una delicia. Francamente...

lunes, 5 de mayo de 2025

Hay personas, hay amores...

Hay personas que tocan fibras dormidas, incluso desconocidas.

Sin saber por qué, te sientes bien o mal. Te atrae o te repele. Te apetece o no.

Simplemente.

Sí sé por qué, en realidad. Al parecer es la forma que tenemos de conectar con lo que nos enseñaron que era el amor, el querer, en la infancia. Nuestro entorno.

Si nos quisieron bien, buscamos serenidades. 

En caso contrario, necesitamos la marcha del maltrato, el vacío, la ley de hielo y cosas así de preciosas.

Hay quien ofrece una relación pacífica y tranquila, segura, sólida, confiable. 

¿Aburrida? de sofá y peli. Pero nada más.

Para salir huyendo, claro.

Y otras personas que conectan con lo peor de nosotros, con la más horrorosa de nuestras facetas.

Y hay amores serenos, también. Y otros que son una tormenta negra en medio del mar a media noche, que nos atraen inexplicable e irremediablemente a una deriva dolorosa que acaba en naufragio seguro.

Sabes que vas de cabeza al abismo, al sufrimiento, a las lágrimas e inseguridades, al desierto emocional de la soledad.

Pero, como una idiota, vas. Así, sin pensar. Sólo atracción invencible.

Me pregunto por qué.

Si lo sabemos, ¿por qué nos dejamos arrastrar al barro? hablo por mí, naturalmente.

¿Qué tienen esas personas, esos amores, para atraernos así, a historias que nunca deberían haber empezado y que sabemos que acabarán mal?

A mi ese tipo de gente se me pega a la piel como una trampa para moscas de esas del papel con pegamento o como la miel a los dedos después de abrir un bote de cristal de hace tiempo. Ni con agua caliente.

Hace falta mucho jabón, para despegarlas. Y tiempo, y ganas. Y energía.

Se acaban marchando, pero al finalizar siempre me quedo arrinconada, un poco más pequeña, menos valiente y arrastrando más dolor.

No aprendo, señoras...

jueves, 24 de abril de 2025

De ilusiones y primaveras y bombardeos...

Hay ilusiones que no se olvidan nunca. Como la de tener una cita.

Especialmente, cuando hace tiempo que dejaste de sentir mariposas, ni siquiera aleteos lejanos.

Hay risas frescas y nuevas que despiertan letargos. Voces y acentos.

Hay deshielo y se acaba la hibernación. 

Estamos en primavera. Soy de primavera y se nota que todo renace.

Las ganas de muchas cosas, también.

Aquí dentro.

Como, por ejemplo, los bombardeos.

La broma en tiempos bélicos no acaba de funcionar y suena de mal gusto. Me he dado cuenta al escribirla.

Pero probablemente sea la más descriptiva, así que la mantengo. A pesar de estar en contra de los conflictos en general y de los armados en particular.

Total: entre pasados inesperados y sus protagonistas, así como futuros impredecibles que se construyen juntando letras despacio, anda el juego. El solitario.

Así, expectante y alucinada me hallo...

Aquí está todo...

Acerca de los datos personales

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Si. Claro. Cómo si fuera tan fácil hacer una definición completa y, además, ecuánime de una misma a estas alturas de la vida... Creo que, por lo menos, necesitaría un fin de semana. ¿Hace? ¿Si? :)

Por si se pierde algo...

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