Hoy hay cuadraturas tremendas. Desde hace días. Y lunas viejas. Me lo noto como nunca antes. Muchas sombras, nada de brillo. Taciturna e introspectiva. Apagada.
He caminado dos horas muy deprisa, dejándome la piel de los hombros al rojo gamba de Palamós. He nadado cuarenta piscinas en tandas de dos de veinte. Creo que pensaba en ganarme a mi misma todas las carreras. Con prisa, a brazadas profundas y rápidas. Respirando in extremis para avanzar más rápido.
También he reventado a paseos a Mel, caminando por los alrededores a toda prisa, mucho rato. He leído con fuerza hasta terminar un primer libro y comenzar el siguiente. Podía haber toto la pantalla del kindle de la presión que aplicaba a cada paso de página. Y el sol se me ha pegado a la piel de la espalda, que está al rojo fondant. Muy mal.
Intento agotarme, llegar cansada a la cama, con la mente en blanco y caer rendida. La realidad es distinta: insomne y con tapones para no escuchar respiraciones profundas a mi vera que potencian que escuche mis acúfenos. Estoy nerviosa y alterada y esto no puede ser. En vacaciones y en un lugar como este, no puede ser.
He vivido con furia todas las cosas del día de hoy. Con mucha furia…
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