Autonomía. Una profesional me cuenta que es una de mis palabras clave. Por supuesto, no estamos hablando de política.
Me llama y me explica algo acerca de una prueba, sedación, (maravilloso) propofol y prohibición de conducir. Necesita ser acompañada. Por supuesto, no hablo de la profesional del párrafo anterior.
Con el teléfono en la mano y la voz por los aires, nuestro silencio, busco la fecha en mi agenda. Está libre el slot de media tarde. Elevo la mirada, sigo callada, valorando la importancia de las cosas, la de hacer que lo más importante sea lo primero.
Recuerdo la consigna de la autonomía y me comprometo. Por supuesto, con el miedo a fallar que siempre me ha caracterizado.
Nunca pensó que podría contar conmigo. Qué pena. Sí. Pena verdadera y de lágrimas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No serás de l#s que creen que intimido y por eso no comentan nunca, ¿verdad? :) ¡¡Venga!! ¡¡Anímate!!