A veces no sabemos a qué o a quién esperamos. Nada es, en realidad, casual.
A veces me sorprendo viendo desde fuera la vida perfecta: preparar la cena a cuatro manos después de un paseo largo, suena alguna música elegida para la ocasión, mis descendientes conmigo, adultos, felices; un espacio acogedor y bien iluminado. Los cuatro sentados a la misma mesa cruzando platos, aliños, bebidas y panes, que vienen y van.
De momento solo puedo decir que hoy, ayer, tuvieron esos momentos mágicos, que tiene mucha fuerza lo que está pasando y que es un superwow.
Iremos viendo. Iremos reportando, señoras…!
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