Es una de esas épocas en las que empiezo a hacer maletas. O no, pero me desplazo igualmente a pasar el día fuera y a alta velocidad.
Diré que me apetece. No como antes, que no me apetecía porque me regañaban. Mi ascendente, mis colaterales y los descendientes, por supuesto.
Hoy no es así. Dispongo de mi tiempo. Aunque no de mi agenda, que va un poco sin control.
Vuelven los viajes transatlánticos, en plural, en un par de meses, si llega.
Iré al invierno. Pero en business.
Y al trópico. En la misma clase.
Son traslados fugaces y un poco excusa, pero apetecen.
Buenos hoteles, actos sociales, vinos excelentes, gente nueva y viejos conocidos.
No es mal plan, la verdad.
Y a la vuelta, ceremonias familiares y felices.
Y después el verano, las vacaciones, el refugio en el campo. Y algún viaje a playas cristalinas, seguro.
Ni tan mal, ¿verdad?
Pues eso... Ganitas...
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