Como de vacío lleno, como de alegría triste. El orden no importa. Las sensaciones sí. Y son difíciles de explicar. Porque cada vez que entro en un avión me sigue faltando un poco el aire. Y cada cama enorme de hotel está fría. Ganas de volver antes de despegar. Haciendo planes para la vuelta y enfocándome en que nada malo pasará en mi ausencia, nada malo me sucederá a mi. Tampoco.
Hay un poco de susto mezclado con lo incierto de la novedad. Inconsistencia porque no cada día se añade un país a la lista de los conocidos. Emoción y temor, miedo y hasta grima, según se vea. Pero no será ni la primera ni la última ocasión en la que me enfrente a todos esos vocablos. De hecho, ya tengo nuevos billetes para la siguiente escapada a otro destino. Y esta vez no será con el hastag walkingaround...
Acaecerá un milagro. Para tí y para mí. Tranquila. También podemos tomar Mimulus. Es una Fleur de Bach.
ResponderEliminarBuen viaje, Sil. Hablamos pronto.
Sigo paladeando los milagros de cada día: abrir los ojos, caminar, sonreír, sentir, suspirar... Un lujo. Y que tú lo veas.
EliminarLos viajes siempre son sanadores, doy fe.
ResponderEliminarNo te hablaré de las excepciones a tu frase. Pero, en general, estoy de acuerdo contigo, Dintel. Gracias por pasar y dejar rastro.
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